Eguzki Agirrezabalaga

Budapest, la «perla» del Danubio

La llaman «La perla del Danubio» y sorprende a sus visitantes por muchos motivos, pero, muy especialmente, porque invita a callejear, a perderse por sus rincones y dejar que la música acompase cada paso. Es Budapest.

Bastión de los pescadores.
Bastión de los pescadores.

Cruzar el simbólico puente que parte en dos la ciudad (Buda y Pest), relajarse en alguno de sus prestigiosos e históricos balnearios, disfrutar de la ópera en uno de los auditorios con mejor acústica del mundo, tomarse tranquilamente una cerveza en algún acogedor ruin pub, admirar los impresionantes edificios que flanquean la larga avenida Andrássy, emocionarse con un atardecer especial desde el mirador del Bastión de los Pescadores… Sin duda, Budapest invita a conocer «la perla» del Báltico desde perspectivas muy diversas.

Probablemente, acertará quien comience su visita a la capital húngara desde la Colina de Buda. Además, quien no quiera subir a pie tiene la posibilidad de recurrir al funicular. En cualquier caso, en el camino hacia la colina, el viajero se encontrará con el impresionante edificio del Balneario Gellert –uno de los más famosos, pero también más turísticos y más caros– y, una vez en la cima del monte Gellert, podrá contemplar Budapest desde un mirador privilegiado, junto al Monumento a la Libertad y su fortaleza, la Ciudadela.

Tras disfrutar de las vistas, hay varias opciones: entrar en la fortaleza y visitar el búnker de la Segunda Guerra Mundial, pasear por la Ciudadela y recorrer relajadamente sus murallas o acercarse al Castillo de Buda, un majestuoso edificio que alberga la Galería Nacional Húngara, el Museo de Historia de Budapest y la Biblioteca de Széchenyi.

Los Zapatos del Danubio

La siguiente parada podría ser el Parlamento –otro de los edificios de los que se enorgullece Budapest– antes de dirigirse a los Zapatos del Danubio, posiblemente el punto más visitado y sobrecogedor de la ciudad. Dicen que a los judíos fusilados a lo largo de las orillas del Danubio se les ordenaba quitarse los zapatos antes de que sus cuerpos, abatidos, cayeran al río. Son, en total, sesenta pares de zapatos de hierro diseminados a lo largo del paseo. La obra lleva la doble firma del escultor Gyula Pauer y el cineasta Can Togay.

Quien camine a orillas del río llegará al famoso Puente de las Cadenas, símbolo que conecta Buda con Pest. Muy cerca, en la calle peatonal y muy transitada Váci Utca, se ubica otra de las escalas imprescindibles de cualquier escapada a Budapest, el Mercado Central, lugar ideal para adquirir y degustar productos típicos húngaros, entre ellos el gulasch de ternera.

La Gran Sinagoga podría ser la siguiente parada. Es la segunda sinagoga más grande del mundo y alberga el Museo Judío Húngaro, la sala Goldmark, el Templo de los Héroes y el Memorial Raoul Wallenberg.

Una cerveza en un ruin pub

Tras la visita, convendría hacer un receso. Hay varias opciones, en función de los gustos de cada uno. Algunos se adentran en el parque Városliget, también conocido como Parque de la Ciudad, que acoge el Castillo Vajdahunyad, el Balneario de Széchenyi y la famosa escultura sin cara ‘Anónimo’, dedicada a todos los escritores anónimos. Otros, sin embargo, prefieren recurrir a un ruin pub (bares ruina), grandes naves abandonadas que los jóvenes, con gran creatividad y originalidad, han reconvertido en acogedores bares. Una curiosidad: según Lonely Planet, el ruin pub Szimpl Kert es el tercer mejor bar de todo el mundo.

Recobradas las fuerzas, espera al otro lado la arteria neurálgica de la ciudad la avenida Andássy. Pese a sus más de dos kilómetros de longitud, aconsejan recorrerla a pie para poder localizar sin prisas varias paradas obligadas: la Ópera Nacional –un edificio renacentista con una extraordinaria acústica y un Museo dedicado a los músicos húngaros más famosos de la historia–, la Casa del Terror, la plaza Oktogo o la de los Héroes, donde se levanta el Memorial del Milenio, un monumento con varias estatuas que simbolizan a los siete jefes de las tribus que fundaron la capital de Hungría.

Adiós desde el Bastión de los Pescadores

Y, al llegar la hora de la despedida, Budapest ofrece variadas propuestas: subirse a lo alto de la cúpula de casi cien metros de la Basílica de San Esteban, reservar un crucero por el Danubio, visitar la coqueta Iglesia de Matías, perderse en bicicleta por la exuberante Isla Margarita –un remanso de paz entre Buda y Pest–, explorar algunas de sus decenas de cuevas –especialmente, Pálvölgyi y Szemlohengy– y, sobre todo, acercarse al atardecer al Halászbástya o Bastión de los Pescadores, una terraza fortificada con forma de castillo de cuento de hadas que vigila la ciudad desde las alturas. Sin duda, una opción ideal de despedirse tanto de la jornada como de la capital húngara.