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Alfaya anuncia que la Quincena Musical de 2020 será «un pequeño festival de cámara»

La Quincena Musical de Donostia se reconvertirá en su 81ª edición en «un pequeño festival de cámara», sin ópera y sin grandes orquestas, según ha adelantado el director del certamen donostiarra, Patric Alfaya.

Concierto de la London Philharmonic Orchestra, en la Quincena de 2019. (Idoia ZABALETA | FOKU)
Concierto de la London Philharmonic Orchestra, en la Quincena de 2019. (Idoia ZABALETA | FOKU)

Los responsables de la Quincena Musical donostiarra trabajan en la nueva programación a la vez que preparan sus propias medidas de seguridad ante la falta de directrices oficiales para el sector. Patrick Alfaya, su director desde 2009, ha pasado en dos meses de confiar en poder desarrollar el festival con relativa normalidad, pese a la pandemia, a ser un «optimista realista» que debe adaptarse a las circunstancias impuestas por la crisis de la Covid-19.

La Quincena no se moverá de su sitio en el calendario –el mes de agosto–, pero sí se convertirá en un evento protagonizado casi al cien por cien por músicos locales. «Si antes eran el 70%, ahora serán el 95%. Muchos van a ser vascos. Y los extranjeros que vengan lo harán porque son residentes en España», ha dicho Alfaya en una entrevista con EFE.

La idea es presentar el nuevo programa hacia mediados de junio, en el que ya no estarán, por ejemplo, la London Symphony Orcherstra con Simon Rattle, la Russian State Orchestra, la Filarmónica Checa y los pianistas Yuja Wang, Mitsuko Uchida y Grigori Sokolov. Tampoco Jordi Savall, con el proyecto ‘Venecia Milenaria’ que intentarán recuperar para 2021, ni la Orquesta de Bilbo, que iba a cerrar la edición con ‘Amaia’, de Guridi, en versión concierto.

Del mismo modo, no habrá coros, a no ser que se trate de formaciones «muy reducidas». «Ahora nadie quiere saber nada de los coros. Hasta que no tengamos claro qué pasa con las voces en un auditorio, no haremos nada», señala Alfaya, y adelanta que piensan organizar tres pequeños espectáculos de danza, aunque tienen dudas sobre las distancias que deben mantener los bailarines y si va a haber contacto entre ellos.

En busca de pautas

Alfaya agrega que también quieren mantener ciclos como el de órgano, pero vuelven a surgir preguntas: «¿Cómo se desinfecta un órgano? No le podemos dar con gel hidroalcohólico porque igual nos lo cargamos», apostilla. Comenta que se han dirigido por carta al Ministerio español de Cultura para pedir las pautas que deben establecer tanto en el escenario como fuera de él, pero este departamento les ha dicho que «hay pocas posibilidades» de que les puedan contestar porque «Sanidad tiene mucho trabajo».

«Considerarán que hay sectores prioritarios», dice Alfaya, que explica que ante la falta de instrucciones sobre «qué se puede hacer y cómo», la Quincena y los festivales de Pollença (Baleares), el gallego Bal y Gay y el aragonés En el Camino de Santiago se están encargando de elaborar algo así como un decálogo que sirva de guía a todos los eventos dedicados a la música clásica. Se están sirviendo de documentos de otros países, aunque como les ha ocurrido con dos informes alemanes, encuentran recomendaciones no coincidentes.

«Uno de ellos, dice que para los instrumentos de viento hay que mantener seis metros de espacio diáfano hacia delante, pero otro señala que con dos metros es suficiente. Lo que estamos haciendo es irnos a máximos. Y tener en cuenta la posibilidad de utilizar pantallas de metacrilato, aunque la duda es si puede afectar al sonido», precisa.

Con la única orquesta con la que se plantean contar, pero no está cerrado, es con la Sinfónica de Euskadi, aunque con menos instrumentistas, muy poco público y en un concierto sin pausa. Barajan además programar actuaciones en el claustro de San Telmo, donde lo han hecho en otras ocasiones y les parece un lugar interesante, al aire libre, para conciertos de cámara.

Se les presenta también un problema sobre la forma de ordenar el público, ya que para evitar que los espectadores se arremolinen a la entrada y mantengan entre ellos las distancias de seguridad, las colas pueden ser demasiado largas, incluso con aforos a un tercio de capacidad –600 butacas en el caso del auditorio del Kursaal–.

Alfaya dice que el Departamento de Cultura de Lakua sí está elaborando algún documento con recomendaciones. «Y lo que diga Cultura irá a misa porque entendemos que lo que diga es porque lo ha hablado con Sanidad. Mientras, estamos haciendo esto y vamos a ver qué pasa», añade.

Preguntas e incógnitas

Más problemas y más incógnitas. Los responsables de la Quincena, como los de otros eventos culturales, se preguntan si su público responderá este año. «Y aun vendiendo la mitad del aforo, que son 900 entradas en el Kursaal, el agujero en las cuentas sería ya terrible», advierte.

Destaca que la Quincena es el festival estatal cuyo presupuesto se nutre en un porcentaje mayor de los ingresos de taquilla, un 45% y a veces más, cuando en la mayoría de los eventos ronda entre un 15 y un 25%. «Esto nos da mucha libertad en muchas cuestiones, el Ministerio de Cultura siempre nos utiliza de ejemplo, pero supone que en el momento en que baja el aforo estás muerto», afirma.

Sabe, no obstante, que tendrán cierta capacidad de ahorro al suprimirse funciones como la representación del ‘Rigoletto’ de Verdi, que come una parte importante del presupuesto. El Ayuntamiento de Donostia, que integra el consejo de administración junto a la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno de Gasteiz, les ha pedido imaginación e intentar bajar el presupuesto. «Quincena va a recortar su presupuesto de forma significativa, pero no porque nos lo hayan impuesto. Nosotros mismos les hemos dicho que podíamos llegar a reducirlo un 30%», puntualiza.