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Cura euskaldun en el Hospital de Iruñea para que los enfermos pudieran morir confesados

De la misma manera que en el siglo XVII se exigía conocimientos de euskara al párroco de San Cernín, en el cercano Hospital General de Iruñea, situado en la actual sede del Museo de Nafarroa, se solicitaban curas euskaldunes para evitar el riesgo de que los enfermos fallecieran sin confesión al no poder cumplir con ese trámite si el sacerdote solo sabía castellano.

El antiguo hospital de Iruñea se encontraba en el espacio ahora ocupado por el Museo de Nafarroa.
El antiguo hospital de Iruñea se encontraba en el espacio ahora ocupado por el Museo de Nafarroa.

En el condicionado de ingreso de los capellanes del Hospital General de Iruñea no figuraba expresamente que estos tuvieran que saber euskara, pero se exigía ese conocimiento en vista del elevado porcentaje de enfermos que no conocían el castellano.

En 1791, el hospital contaba con tres capellanías y se produjo una vacante. Para cubrirla, se eligió a Joaquín Locen, a pesar de que no dominaba el euskara. El motivo de su designación fue que no hubo más candidatos, una circunstancia que se explicaría porque no sería un puesto especialmente atractivo.

En vista de que sufría esa carencia, la junta que regía la institución pidió a Locen que se pusiese al corriente en conocimientos de euskara, ya que «es crecido el número de vascongados y aunque muchos tengan alguna instrucción en la lengua castellana, apetecen más confesarse en su idioma nativo, por la mayor y más fácil aplicación que logran en él, y no menos por haberse habituado así desde la primera edad», según consta en las actas del hospital.

De hecho, en alguna ocasión se había tenido que recurrir para ese puesto a clérigos de Ipar Euskal Herria que prácticamente no sabían castellano, pero como eran euskaldunes, habían podido desarrollar satisfactoriamente su tarea en el hospital.

Para comprobar que se ponía al día en materia lingüística, se le hizo seguimiento, aunque Locen no debía de poner mucho interés, ya que se llegó a comentar al respecto que «no sabe ni quiere saber la legua vascongada contra la costumbre del establecimiento desde sus constituciones», es decir, desde su fundación hacía entonces dos siglo y medio.