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Brasil, un militar de ministro de salud interino y una media de 1.000 muertes diarias

Brasil, epicentro latinoamericano de la pandemia y el segundo país con más infectados y muertes tras EEUU, lleva dos meses encarando la crisis sanitaria con un general del Ejército como ministro interino al frente del sistema de Salud y una cuestionada estrategia. El balance desde mayo es de una media diaria de 1.000 muertes por Covid-19 y el total rebasa ya los 64.000.

Profesionales de la salud administran pruebas COVID-19 a una pareja de ancianos en el campamento de la tribu Sao Mata Verde Bonita, en tierras indígenas guaraníes. (Mauro PIMENTEL/AFP)
Profesionales de la salud administran pruebas COVID-19 a una pareja de ancianos en el campamento de la tribu Sao Mata Verde Bonita, en tierras indígenas guaraníes. (Mauro PIMENTEL/AFP)

En los últimos cinco días Brasil, con 210 millones de habitantes, ha venido registrando más de 1.000 fallecidos por Covid-19 al día, un promedio que parece haberse instalado desde mayo. El total de fallecimientos supera ya los 64.000.

La curva de descesos desde mayo muestra algunos altibajos. Los descensos importantes se producen los fines de semana, debido a la menor actividad de los órganos públicos, pero en los últimos 46 días el promedio es de 1.032 fallecimientos al día, según datos del Ministerio de Salud.

Los casos confirmados rozan los 1,6 millones, aunque un estudio de seroprevalencia encomendado por el Gobierno y publicado esta semana estima que podrían haberse contagiado al menos ocho millones de personas en el país.

Brasil es el epicentro latinoamericano de la pandemia y el segundo país con más infectados y muertes, después de Estados Unidos. Los especialistas no se ponen de acuerdo sobre cuándo llegará el pico.

Un militar de ministro interino y la curva de muertes hacia arriba

En plena crisis sanitaria, dos ministros de Salud salieron del Gobierno por discrepancias con el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, que desdeña la gravedad de la pandemia –para él el COVID-19 es una «gripecita»– y ha promovido una campaña contra las medidas de aislamiento adoptadas por gobernadores y alcaldes.

El mandatario destituyó en abril a Luiz Henrique Mandetta, defensor de las cuarentenas, y menos de un mes después, su sustituto, Nelson Teich, renunció por las presiones del jefe de Estado para recomendar la cloroquina, un antipalúdico cuya eficacia contra el coronavirus no está comprobada, a cualquier paciente con la enfermedad.

Los dos ministros salientes eran médicos. Desde el 15 de mayo está al frente de la cartera de Salud, como interino, el general del Ejército Eduardo Pazuello, quien tiene una destacada carrera militar, pero ninguna experiencia en el ámbito sanitario. Cuatro días después el país superó por primera vez las mil muertes diarias.

Su gestión ha supuesto un cambio de 180 grados en la estrategia para luchar contra la pandemia. Con él, el ministerio abandonó la defensa acérrima del aislamiento rígido y pasó a recomendar el uso de la cloroquina de forma general.

También centró sus esfuerzos en reforzar la red pública hospitalaria para permitir a los estados y municipios seguir avanzando en sus procesos de reapertura de la economía, la principal preocupación de Bolsonaro, quien considera las cuarentenas «un crimen» y una ruina para las finanzas.

Pero la mayor controversia fue cuando, durante unos días de junio, decidió divulgar en los boletines del ministerio solo las cifras diarias del COVID-19 y omitir el acumulado, medida que posteriormente corrigió, obligado por un juez de la Corte Suprema.

Ese mes, durante una reunión ministerial, Pazuello generó estupefacción al cometer el desliz de vincular las regiones norte, donde se encuentra la Amazonía, el mayor bosque tropical del planeta, y nordeste del país, de clima semiárido, al invierno del Hemisferio Norte.

Bolsonaro ya anticipó que Pazuello podría permanecer «por mucho tiempo» en el cargo e incluso elogió su gestión durante la emergencia.

"La parte de gestión es excepcional, una cosa nunca vista en la historia. Sabemos que él no es médico, pero está con un equipo fantástico", dijo el presidente la semana pasada.

Apuesta de riesgo a una vacuna aún en fase de pruebas

En medio de la crisis, Brasil confía en que los científicos encuentren en el corto plazo una vacuna efectiva y segura contra el coronavirus.

Las autoridades sanitarias brasileñas han autorizado ya los ensayos de dos candidatas. La primera, la desarrollada por la Universidad de Oxford junto con la farmacéutica AstraZeneca.

El Ministerio de Salud anunció la semana pasada un acuerdo con ambas entidades que le permitiría producir esa potencial vacuna.

El acuerdo compromete a Brasil con un desembolso de 288 millones de dólares por adquirir 100 millones de dosis y la transferencia de tecnología para su producción de forma autónoma en el país.

La cartera reconoció que se trata de una inversión de riesgo debido a que la vacuna, aunque es una de las más prometedoras, aún está en su tercera fase de pruebas clínicas.

Brasil también autorizó el viernes los ensayos en 9.000 voluntarios del país con la vacuna candidata desarrollada por el laboratorio chino Sinovac. El centro de investigación Instituto Butantan de Sao Paulo coordinará los estudios tras llegar a un acuerdo con la firma asiática para ejecutar la tercera y última fase de pruebas.

Mientras, las regiones norte y nordeste parecen haber pasado lo peor, pero la situación preocupa ahora en el centro-oeste y el sur del país.  El estado de Mato Grosso, fronterizo con Bolivia y con una población estimada en 3,5 millones de personas, tiene el 100 % de las camas de terapia intensiva ocupadas y ya hay fila de espera con 755 muertes y 20.098 casos confirmados. Hace un mes no llegaba al centenar de decesos causados por el coronavirus.