Idoia ERASO

Mis entrevistados y el señor Rebordinos

Leyendo la noticia del desagradable e irrespetuoso comportamiento del director Eugène Green al negarse a ponerse la mascarilla en el Zinemaldia, tras la pena y la decepción de ver que una persona tan aparentemente interesante y agradable en el trato pueda comportarse de tal manera, no puedo evitar una leve y pícara sonrisa.

Idoia Eraso. (Sylvain SENCRISTO)
Idoia Eraso. (Sylvain SENCRISTO)

En mis años como periodista he entrevistado a decenas de personas de muy diversos ámbitos y procedencias, y entre ellas no pocas relacionadas con el cine, pero durante todo ese recorrido tan solo dos veces se ha mencionado el nombre de José Luis Rebordinos. Curiosamente ambas han sido para criticarle, y han estado rodeadas de polémica.

La primera fue en 2011, cuando el conocido director mexicano Arturo Ripstein me dijo sobre Rebordinos: «La dirección del festival, en este momento ha logrado convertirlo en un festival en vías de desarrollo». Añadió que el entonces nuevo director tenía «edad mental de 14 años» y joyas de ese estilo. Estas declaraciones en la agradable terraza del Casino de Biarritz, con el rumor de las olas de fondo, llegaron después de que el realizador no consiguiese ganar la Concha de Oro con su película ‘Las razones del corazón’.

En ese momento la sonrisa llegó en el sentido contrario, ya que al empezar a hablar di por hecho de que se trataba de una broma, o de unas declaraciones irónicas, pero mediante iba avanzando en su discurso me di cuenta de que lo estaba diciendo en serio, y ante los sapos y culebras que salían por su boca mi sonrisa se desvaneció.

Más tarde Ripstein se disculpó públicamente con Rebordinos, admitió que se trataba de unas declaraciones motivadas por la «derrota». Éste respondió que daba la polémica por zanjada, y sobre el mexicano apuntó que se trataba de «un gran cineasta, una persona con mucho que contar y mucho que decir».

Esta segunda vez, no ha sido la entrevista en sí la que ha dado que hablar. El señor Green ha decidirlo dar el espectáculo en vivo y en directo ante el público que había ido a ver su película ‘Atarrabi et Mikelats’, negándose a ponerse la mascarilla en repetidas ocasiones y finalmente ser expulsado de la sala acompañado por la Ertzaintza.

En la entrevista realizada antes del festival, Green también criticaba al director del Zinemaldia, porque según él debería haber sido seleccionado en la sección Zabaltegi, por lo que decía que estaba «decepcionado y un poco enfadado». Dejó clara su postura: «Mis películas normalmente en todas partes se suelen apreciar bastante. Mis películas se suelen seleccionar en festivales muy prestigiosos, y si nos han puesto en Zinemira quiere decir que el Señor Rebordinos no cree que la película tiene mucha calidad artística, y esto me ofende y no me resulta agradable».

Al leer lo que ha ocurrido en Donostia, me pregunto si se tratará también de una pataleta ligada a lo que percibe como un menosprecio a su obra. La diferencia es que en este caso su reacción va más allá de las palabras, y que se trata de un comportamiento imprudente, por no decir de riesgo. Evidentemente, pone en peligro la salud pública aunque sea en muy pequeña medida, y arriesga el trabajo que han llevado a cabo decenas y centenares de personas acompañando al señor Rebordinos. Y faltando al respeto a todo el ámbito de la cultura y los amantes del cine, que tras no pocos festivales cancelados tienen en Donostia la oportunidad de reunirse.

Mirando al pasado para tratar de adivinar el futuro, cabe preguntarse si se disculpará el «ofendido» señor Green por su comportamiento. Y si así lo hace, si el que en estos momentos debe de estar más que ofendido señor Rebordinos podrá zanjar la polémica y decir sobre el francés que tiene mucho que decir, cuando no ha sido capaz de taparse la boca cuando le correspondía.