MIKEL INSAUSTI

‘El artista anónimo’: El viejo galerista y el cuadro encontrado

EL ARTISTA ANÓNIMO
Finlandia.2018. 95’

El viejo galerista Olavi y su nieto Otto.(NAIZ)
El viejo galerista Olavi y su nieto Otto.(NAIZ)

Título original: “Tuntematon mestari”. Dir.: Klaus Härö. Guion: Anna Heinämaa. Prod.: Kai Nordberg y Kaarle Aho. Int.: Heiki Nousiainen, Amos Brotheurs, Pirjo Lonka, Stefan Sauk, Jakob Öhrman, Yuha Pihanen, Eero Ritala, Pertti Sveholm, Kristoffer Möller, Cecilia Paul, Lena Labart, Elena Spirina. Fot.: Tuomo Hutri. Mús.: Matti Bye. Mont.: Benjamin Mercer. Dis. Prod.: Kaisa Mäkinen.

Entre cineastas finlandeses de la generación posterior a la de los hermanos Kaurismäki, cabe destacar a Klaus Härö, que es un habitual de los premios del cine nórdico y de la selección por su país para el Óscar. Con su sexto largometraje ‘El artista anónimo’ (2018) ha sido nominado por Finlandia para el Globo de Oro, además de ganar el premio Ignis en Washington DC y el del Público en Coronado Island Film Festival.

Estilísticamente hablando, continua con el clasicismo ya observado en sus anteriores ‘Elina’ (2002), ‘Adiós, mamá’ (2005), ‘The New Man’ (2007), ‘Cartas al padre Jacob’ (2009) y ‘Una clase de esgrima’ (2015). Su narrativa se mantiene igual de transparente, con un tratamiento de personajes amable y lleno de ternura, que tal vez le haga conectar mejor con un público tolerante y sentimental.

Una perspectiva que le va como anillo al dedo a ‘El artista anónimo’ (2018), por su acertada ilustración del debate entre lo viejo y lo nuevo, personficado en la relación intergenaracional que mantienen el protagonista y su nieto. El abuelo ha permanecido distanciado de su familia, así que se le presenta la oportunidad de redimir sus faltas cuando ha de dar trabajo al chaval de su hija, que ha sido condenado por el juez a terapia ocupacional a causa de un robo. La del joven será una buena influencia, debido a que saca al anciando de su cerrazón, amén de que necesita a alquien que le ayude con el manejo de la mercadotecnia.

Los tiempos modernos han desplazado a este galerista de la antigua escuela, que no comparte la creciente mercantilización del arte. Hundido por las deudas, cree encontrar su tabla de salvación en una subasta, cuando puja por un cuadro sin firma con diez mil euros, esperando poder revenderlo por mucho más si demuestra que el autor de la obra (un Cristo de expresión doliente) es el ruso Ilya Repin. Será su gran y mayor obsesión.