Oskar Kokoschka, la profunda belleza de la subversión y el activismo

Fecha

17.03.23 - 03.09.23

Lugar

- Bilbo

‘Teseo y Antíope’ (El rapto de Antçope’, una obra de los 70 en la que regresa a los griegos.
‘Teseo y Antíope’ (El rapto de Antçope’, una obra de los 70 en la que regresa a los griegos. (Monika DEL VALLE | FOKU)

En un retrato, fechado en 1917, un joven Oskar Kokoschka (1886-1980) mira serio al espectador mientras señala con una mano el lugar donde fue herido una bayoneta en la primera Gran Guerra. En otro, pintado justo veinte años más tarde, también mira de frente y parece que dice: «Aquí estoy yo y sí, qué pasa, soy un artista degenerado». En la época, nueve de sus cuadros fueron incluídos por los nazis en un catálogo de ‘arte degenerado’ y el óleo, titulado ‘Autorretrato de un artista degenerado’, lo pintó el artista en Praga poco antes de tener que salir huyendo a Londres.

Esta gran retrospectiva dedicada a Oskar Kokoschka, titulada ‘Un rebelde en Viena’, es la propuesta del Museo Guggenheim de Bilbo hasta el mes setiembre (del 17 de marzo al 3 de setiembre, concretamente). Y resulta impactante. Está repleta de capas de pintura y de historias de compromiso, guerra, modernidad, ruptura y deseos de paz. También nos permite acercarnos a un artista que creó un corpus artistico revolucionario como activista político y artístico. OK, así firmaba, no se quedó quieto.

Buscando a OK por el mundo

La retrospectiva llega a Bilbo procedente del Musée d'Art Moderne de París, donde se ha podido ver hasta ahora, y ha sido comisariada por Dieter Buchhart y Anna Karina Hofbauer. La presentación que han realizado de su obra permite conocer de forma amplia y profunda las principales etapas artísticas de una de las figuras centrales de las artes plástica europeas del siglo XX.

Enfant terrible en la Viena de principios de siglo –vivió allí hasta 1916–, aquel joven Oskar Kokoschka que se rasuró la cabeza y rompió con los convencionalismos artísticos, tenía el respaldo de Gustav Klimt e influyó en colegas como Egon Schiele. De hecho, fue tan moderno y rompedor que su influencia ha llegado hasta la vanguardia de los años 70-80.

Era moderno, era comprometido y era un hombre apasionado, a la vista de su tormentosa relación con la compositora Alma Mahler, convertida en una de sus musas más famosas... hasta el punto de que, tras su ruptura, mandó hacer una muñeca con su rostro. Y la pintó, en un cuadro de gran tamaño con tres personajes, que resulta hasta extraño, incluso triste.

Afectado por su ruptura sentimental, Kokoschka se alistó en el ejército nada más estallar la Primera Guerra Mundial. Era un pintor de guerra, a modo de los fotógrafos actuales. Hay varios dibujos de aquella época en la exposición. Herido dos veces de gravedad, la guerra fue traumática pero su peor herida fue mental: una depresión le obligó a recibir tratamiento en el sanatorio de Dresde en 1916. Los años siguientes, hasta 1923, fueron sumamente fructíferos. Explora el color, lo explota, lo modela usando sus dedos, la palma de su mano... algo inédito hasta entonces en la historia del arte.

«Fue uno de los artistas más radicales, un visionario que lo cambió todo. A lo largo de toda su carrera, continuamente se fue reinventando y siempre aportaba algo nuevo: en el uso del color, capa sobre capa; al pintar paisajes desde arriba, como si usara un zoom; haciendo retratos de animales en los que busca su alma, buscando la suya propia en sus retratos», han apuntado los comisarios de la muestra.

Animales y guerra

Siempre inquieto, dejó la cátedra de la Academia de Bellas Artes de Dresde y, apoyado económicamente por el galerista Paul Cassier, entre 1923 y 1934 viajó por toda Europa, el norte de África y Oriente Próximo. Encontró un estilo nuevo, propio, que no tenía nada que ver con la pintura tradicional... pero el mundo se paró: Paul Cassier se suicidó y llegó la crisis de la Bolsa en 1929. Sin medios económicos, Kokoschka se encontró a su regreso con una Viena devastada por el auge del fascismo, en plena guerra civil, y se marchó a Praga, donde vivía su hermana, con la esperanza de poder aliviar sus dificultades económicas.

En Praga Kokoschka se enamoró de nuevo, de Olda Palkovská, quien se convertiría en su compañera y desde Checoslovaquia vio cómo los nazis iban cercando Europa. No se quedó quieto ni callado: daba conferencias, escribía artículos... Marcado por los nazis como ‘artista degenerado’, tras la anexión de Austria por Hitler tuvo que huir a Inglaterra. Nunca más quiso volver a vivir en un país donde se hablara alemán, se negaba. Llevó una vida modesta con su mujer en Londres y Cornualles. Nadie conocía a aquel artista que sí era famoso en Europa.

Su arte se convirtió entonces en más combativo si cabe, repleto de alegorías políticas, militante: un cartel pidiendo apoyo para los niños vascos, una ‘Alicia en el país de las maravillas’ que sitúa en un Londres bombardeado, un circo que es una metáfora de la guerra, un paisaje que esconde una denuncia de la guerra atómica... y un mensaje pacifista y europeista, de una Europa real de los pueblos, llevado al extremo.

Finalizada la guerra, y ya con la ciudadanía británica, llegó su consagración internacional con una exposición itinerante por EEUU que terminó en el Moma de Nueva York, entre 1948 y 1949. Instalado ya el matrimonio en la ciudad suiza de Villeneuve, posicionado él contra de la tendencia general hacia la abstracción, regresó a los maestros antiguos, a la Grecia antigua. Y la volvió más moderna, más radical, impactando en los futuros artistas. Siempre por delante, «hasta su muerte Kokoschka siguió defendiendo firmemente el potencial subversivo de la pintura como herramienta para la emancipación y la adquisión de conocimiento», dicen los comisarios de esta exposición intensa.

‘Oskar Kokoschka. Un rebelde en Viena’: 17 de marzo al 3 de setiembre.

Horario: 6 al 10 de abril y 19 de junio al 17 de setiembre, abierto todos los días, de 10.00 a 20.00. Tarifa: entre 5 y 12 euros.

Reflexiones compartidas: Visita curatorial (22 de marzo) con Marta Blàvia, miembro del equipo curatorial del museo. Y ‘Conceptos clave’ (29 de marzo), con Luz Maguregi, coordinadora de Educación e interpretación.

Visitas temáticas ‘Kokoschka y la música, el círculo de Viena’ el 27 de abril, 4 y 18 de mayo y 1 de junio, con la musicóloga Patricia Sojo.

Proyección y presentación del film ‘Kokoschka, ouvre-vie’, dirigido por Michel Rodde en 2017,el 26 de mayo con la participación del director.

Ubicación

Museo Guggenheim

Bilbo.