Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

Para toda la vida

Una de mis primeras referencias políticas me dijo algo que me ha acompañado, y seguirá haciéndolo, durante toda mi vida. «El paso por la organización juvenil de la izquierda abertzale no se olvida nunca. Toda tu vida tendrás presente este aprendizaje».

Muchos de los miles de jóvenes que han pasado por esa inmensa escuela de militancia y, sobre todo y por encima de todo, vida, escucharon las mismas palabras pronunciadas por aquella persona. Otros no, pero estoy seguro de que me entienden.

Segi anuncia su autodisolución. El mismo día, un buen colega, de esos con los que ahora hablas de microcemento cuando antes debatíamos sobre la mejor manera de encadenarse en el Euskal Jai (barkatu, ya sabes que lo de las alturas no es lo mío), me enseñó el recordatorio de papel. «Joder, si llegan a sacar un oroigarri de madera a 40 eurazos, los hubiese pagado más a gusto que la hostia». ¡Y lo que hiciese falta! ¿Vamos a ponerle precio? ¿Con cuántas brasas podríamos haber castigado a nuestros nietos alardeando de «yo estaba allí»?

Como decía mi amigo, eso no se olvida nunca. Allí aprendimos a luchar, a debatir, a enfadarnos, a tener miedo, a ser unos inconscientes, a soñar con el mundo que todavía no ha llegado y a creernos que de verdad lo teníamos para pasado mañana. Cuántas horas con cartelería, los sprays, o lo que sea. Cuánto miedo. Cuánta tensión. Cuánto amor. Cuánto de todo.

Pero, también, cuántas horas en la Herriko, cuántas horas de sueños y cubatas y conspiraciones y debates interminables y creerse de verdad el jodido Lenin asaltando el Palacio de Invierno.

En mi caso personal: apirilak 10, greba orokorra, la espantá de Kiko Veneno en el Topagune, Itasondo con el barro hasta las cejas y aquella tienda de campaña que mi viejo terminó echando al contenedor del asco que le daba. El primer colega preso. La primera visita. La primera jodida estancia en Río Frío. Los ongietorris bebiendo como si al día siguiente fuesen a prohibir los cubatas. La revolución.

Y la puta ilusión que me hace ver a los chavales en la calle. A vosotros.

Por los que fuimos. Por los que son. Por los que serán.

 

El original de esta columna se publicó en la sección Txokotik de GARA. Puede consultarse aquí.

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