Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

Que lo arregle el Rajoy del futuro

«Que lo arregle el Rajoy el futuro». Ante el ciclo político abierto en Euskal Herria tras el cese decretado por ETA, parece que el presidente español, Mariano Rajoy, ha adoptado la estrategia de Ted Mosby y Marshall Eriksen, los protagonistas de la serie «Cómo conocí a vuestra madre». Estos, discutiendo sobre quién se quedará el piso que comparten, deciden que sean «el Ted y el Marshall del futuro» los que tomen la decisión. Básicamente, escurrir el bulto y dejar que las circunstancias evolucionen con la firme determinación de no hacer nada. Sentarse y esperar. Algo ocurrirá. O no. En honor al jefe de Gobierno español habrá que decir que esta deferencia no se circunscribe al conflicto vasco. Sin hacer ruido y con la solidez del «ni si, ni no, ni todo lo contrario» llegó a ocupar la Moncloa. Y tampoco le ha ido tan mal.

La decisión política (¿alguna no lo es dentro del Tribunal Constitucional?) de mantener en prisión a Arnaldo Otegi y sus compañeros del «caso Bateragune» es otro más de los ejemplos de una estrategia que va más allá del concepto de inmovilismo. Supone regodearse en la inacción. Dejar que la historia fluya a su alrededor.

En cualquier estado civilizado, un jefe de Gobierno se arremangaría y, citando a Jesús Eguiguren, trataría de «achicharrarse» por la resolución del conflicto. Objetivamente, se trataría de un logro positivo para la sociedad vasca y también para la española. Lo que marcaría la gran diferencia entre un gestor y un líder. Por desgracia, la democracia es una cuestión que suena de oídas en la corte del rey Juan Carlos y la audacia, un valor que cotiza como las acciones de Bankia. Por eso, el lugar de hacer lo razonable, Madrid opta por una quietud que no hace sino añadir nudos a la maraña.

Resulta obvio que Rajoy no va a modificar su anclaje a los tics del pasado. Seguirá pensando «que lo arregle el Rajoy del futuro», confiado en que su yo venidero no se vea obligado a adoptar ninguna decisión. En este contexto, toca a la sociedad vasca determinar cómo moverle. De qué manera logra que las circunstancias terminan por sobrepasarle. No es fácil, pero si en Euskal Herria existe algo en lo que se puede confiar es, precisamente, en las mujeres y los hombres siempre dispuestos a demostrar que es posible ganar.

 

PD: Mientras escribo esto recibo la noticia de que la Audiencia Nacional española ya ha fijado las fechas para el inicio del juicio oral por la causa de las herrikos. Otro proceso político que sentará en el banquillo del tribunal de excepción español a 40 militantes vascos. Una nueva aberración que resultaba ya lacerante hace once años y que ahora suena extemporánea e inaceptable.

 

 

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