Koldo Campos
Koldo Campos
Memoria que respira y pan que se comparte

Aquellos vientos trajeron estos lodos

 

Cuando allá por los años sesenta la Teología de la Liberación fue abriéndose espacio en el llamado tercer mundo, tuvo el Vaticano la ocasión de redimir sus pecados, la oportunidad de retomar sus cristianos orígenes, y la posibilidad, en consecuencia, de extender el evangelio y multiplicar su nómina de fieles. Pero ni el Vaticano quiso expiar sus culpas, ni le preocupaban las secuelas de su torpeza.

 

Además de la violencia de regímenes militares, de la persecución de Estados corruptos o de la ambición de burguesías temerosas de un poder popular aún más consciente, la Teología de la Liberación debía enfrentar a un enemigo aún más poderoso: Roma.

El éxito que jamás tuvieron, por sanguinarios que fueran sus métodos, los gobiernos que han hecho del infierno algo más que un futuro destino, lo tuvo el Vaticano censurando opiniones, desautorizando actos, trasladando ejemplos, suspendiendo voces, castigando conductas, clausurando encuentros…

A quienes no calló el Papado callaron los asesinos regímenes militares que en Centroamérica y el cono sur americano campaban a sus anchas con la venia del Imperio y del Vaticano. Arnulfo Romero, principal autoridad religiosa en El Salvador era asesinado a tiros en plena eucaristía por sicarios del gobierno militar. Varios padres jesuitas también eran asesinados en El Salvador. En Guatemala cuatro monjas norteamericanas eran violadas y asesinadas. Leonardo Boff era mandado a callar en Brasil. También Ernesto Cardenal era conminado a callarse, rodilla en tierra, frente a Pablo VI en la Plaza de la Revolución de Managua, e inclinar la cabeza, besar el anillo papal y escuchar en silencio los exabruptos que, por ejemplo, no tuvo Su Santidad, días antes, para Duvalier en Haití o para Pinochet en Chile.

El espacio que hubiera ocupado la Iglesia pasó a ser pasto de otras denominaciones religiosas y sectas de todo tipo financiadas, en muchos casos, por transnacionales y Estados delincuentes.

En los primeros años de la revolución sandinista una de las acusaciones mas repetidas por los grandes medios era que el gobierno andinista hostigaba a las distintas iglesias radicadas en Nicaragua dificultando o impidiendo el desarrollo de sus humanitarias misiones.

En ningún otro país americano tenían las distintas iglesias tanto espacio y facilidades para sus cultos. En ninguna otra sociedad pesaba tanto la identidad religiosa como en Nicaragua. Había sido fundamental en la resistencia, en la insurrección, también en el gobierno. Hasta cuatro ministros religiosos llegaron a coincidir en el gobierno sandinista en los primeros cinco años de revolución: Miguel d´Escoto, ministro de Asuntos Exteriores; Ernesto Cardenal, ministro de Justicia; Edgar Parrales, ministro de Asuntos Sociales; y Fernando Cardenal, director general de la Cruzada Nacional de Alfabetización.

En 1979, año en que triunfa la revolución popular sandinista, había en Nicaragua 70 denominaciones de iglesias evangélicas además de la Católica, los Testigos de Jehová y los Mormones. Curiosamente, en solo 2 años, a pesar de la insistente campaña mediática que acusaba al gobierno sandinista de reprimir a las iglesias, eran más de 100 las iglesias instaladas en Nicaragua y el número de feligreses de esas iglesias había aumentado un 400%, lo que representaba el indice de crecimiento más alto de Centroamérica y uno de los más elevados del mundo.

Según datos del Directorio de Iglesias Evangélicas de agosto de 1982 estas eran algunas de las denominaciones evangélicas instaladas en Nicaragua y del número de templos y miembros de que disponía cada una:

-Asamblea Apostólica: 3 templos y 132 miembros.

-Asamblea de Iglesias Cristianas: 63 tempos y 5.000 miembros.

-Asociación Evangélica de Apóstoles y Profetas: 5 templos y 700 miembros.

-Asoc. De Iglesias de Cristo (78 templos y 3.000 miembros

-Asoc. De Iglesias Pentecostales Bautistas:13 templos y 700 miembros.

-Asoc. Misionera Evangélica Nacional: 17 templos y 2.900 miembros.

-Concilio de Iglesias Evangélicas: 8 templos y 800 miembros.

-Conferencia Evangélica Pentecostal y las Asambleas de Dios: 173 templos y 13.877 miembros.

-Convención Bautista de Nicaragua: 57 templos y 5.646 miembros.

-Convención de Iglesias Evangélicas de Centroamérica: 30 templos y 1.407 miembros.

-Fraternidad de Iglesias Evangélicas: 30 templos y 1.437 miembros.

-Iglesia Adventista del 7º Día: 56 templos y 7.000 miembros.

-Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo: 80 templos y 5.000 miembros.

-Iglesia Universal Cristiana: 9 templos y 600 miembros.

-Iglesia Apostólica Libre: 40 templos y 4.88 miembros.

-Iglesia de Cristo: 11 templos y 1.500 miembros.

-Iglesia de Dios en Nicaragua: 92 templos y 6.911 miembros.

-Iglesia de Dios Pentecostal: 10 templos y 650 miembros.

-Iglesia Episcopal de Nicaragua: 24 templos y 3.000 miembros.

-Iglesia Evangélica Cuadrangular: 9 templos y 400 miembros.

-Iglesia Evangélica Cuadrangular Nacional: 20 templos y 2.000 miembros.

-Iglesia La Gran Comisión: 17 templos y 2.000 miembros.

-Iglesia Evangélica Hermanos en Cristo: 27 templos y 1.385 miembros

-Iglesia Evangélica Internacional Soldados de la Cruz de Cristo: 5 templos y 200 miembros.

-Iglesia Nacional del Nazareno: 8 templos y 540 miembros.

-Iglesia del Nazareno: 55 templos y 3.700 miembros.

-Iglesia Morava: 177 templos y 30.000 miembros

-Misión Evangélica Pentecostés Unida en Nicaragua: 51 templos y 3.500 miembros.

-Misión Pentecostés de Iglesias Cristianas: 27 templos y 2.600 miembros.

-Misión Bautista de los Obreros de Cristo: 15 templos y 490 miembros.

-Misión Evangélica La Primitiva: 5 templos y 400 miembros.

-Revival Tabernacle: 4 templos y 500 miembros.

-Iglesia Evangélica Pentecostés Unida: 51 templos y 3.500 miembros.

(Fuente: Directorio de Iglesias evangélicas. Nicaragua 1982-Pepe Valderrey)

 

 

La “retirada” de las zonas rurales en Latinoamérica de la teología de la liberación abrió espacio para infinidad de iglesias evangélicas, sumamente conservadoras que hoy se manifiestan en toda América respaldando gobiernos militares fascistas.

 

Claro que, ni la historia ha terminado ni la Teología de la Liberación ha desaparecido. Es más, no tengo la menor duda de que, si alguna vez, y que cada quien ponga la fecha que más le cuadre, sigue habiendo sobre la faz de la tierra una iglesia, ésta será plural, de todos y de todas; practicará la solidaridad, no la especulación; estimulará el conocimiento, no el analfabetismo; fomentará la crítica, no el adocenamiento; defenderá la justicia, no la razón de Estado; ejercerá el Amor, no el odio… Y hasta podría ser en Roma, aunque sólo sea para que, como dicen algunos, Dios tenga la oportunidad de visitar, por fin, el Vaticano.

Y lo digo yo que no creo en la otra vida, pero que si algún día me desdigo y termino aceptando la certeza de una eternidad para la que hoy no me basta la fe, será porque piense que vidas tan generosamente entregadas a las mejores causas de los seres humanos, como la del padre jesuita y dominicano Regino Martínez, no tendrían sentido sin esa prolongación de la existencia donde se vean cumplidos los mejores sueños y anhelos de todos, porque algo así debe ser la otra vida.

Y lo digo yo que no creo en la Iglesia, pero que si algún día me arrepiento de tanta agnóstica ignorancia y acabo agradeciendo esa divina referencia en la que todos los seres humanos seamos por fin iguales, será porque termine apreciando, finalmente, que ejemplos como el que brinda Pedro Casaldáliga supieron transformar el más empobrecido y miserable infierno de este mundo en la más hermosa y humana fiesta de la solidaridad, porque algo así debe ser la Iglesia.

Y lo digo yo que no creo en Dios, pero que si algún día reconduzco la incredulidad que hoy manifiesto y termino convirtiéndome en otra oveja más de su rebaño, será porque me confirmen su existencia conductas tan honestas y desprendidas como las de Helder Cámara, Leonardo Boff, Patxi Larrainzar, Jesús Lezaun, Arantxa Aguirre, Aparecida de Sousa, Ellacuría, Arnulfo Romero, García Laviana, María Marciano, Ernesto Cardenal y tantas y tantos sanadores de almas que han predicado el amor allá donde más se hace preciso su arraigo, y la justicia donde más urge su gobierno, porque algo así debe ser Dios.

(Preso politikoak aske)

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