Últimos artesanos de gaitas perpetúan una tradición escocesa en extinción
En la histórica Royal Mile, la calle más célebre de Edimburgo, que une el castillo de la ciudad con el Palacio de Holyroodhouse, un letrero descolorido anuncia el negocio del fabricante artesanal de gaitas Kilberry Bagpipes, uno de los últimos en Escocia.

Famoso por su sonido distintivo y poderoso, la gaita es una parte indisoluble de la cultura celta y de la región escocesa de las Highlands, pero este instrumento de viento se está volviendo lentamente silencioso, a medida que la demanda disminuye y las gaitas hechas a máquina reemplazan a las tradicionales, relegando su uso a actos ceremoniales.
En el interior de Kilberry Bagpipes, Ruari Black, que empezó a trabajar en el negocio en 2019, es uno de los pocos artesanos que quedan en Edimburgo que sabe fabricar el instrumento a mano. «Somos uno de los últimos fabricantes artesanales de gaitas, sin duda en Edimburgo, y probablemente en todo el mundo», explica mientras da forma a una pipa con un torno. «Tiene un gran sonido», añade Black, antes de describir las nueve etapas que se necesitan para crear este instrumento.
«Sonido distintivo»
En Kilberry Bagpipes, taller fundado en 1990 por dos gaiteros, entre ellos Dave Wardell, que sigue presente en el negocio, todo el proceso dura aproximadamente una semana y los artesanos trabajan en varias gaitas al mismo tiempo. El producto terminado tiene «nuestro sonido distintivo», asegura Black. «En cada uno de ellos, nos esforzamos por tener la misma consistencia y asegurarnos de que suenen igual», añade.
Cada gaita elaborada a mano también tiene «su propio carácter, en términos de apariencia y tacto», lo que la hace atractiva para clientes de todo el mundo, explica. El tiempo de espera para recibir una gaita artesanal, que cuesta entre 1.200 y 6.000 libras, es de dos años a través de la web de Kilberry. «Los clientes que vienen lo hacen generalmente por el añadido de que las gaitas están elaboradas a mano», explica Black. «También les gusta el sonido que con esfuerzo intentamos conseguir, aquello por lo que queremos ser conocidos», señala.
Otras variantes de gaitas existen en diversas partes del mundo, como en el Magreb, en los Balcanes, o en otros puntos de Europa, como las regiones españolas de Asturias y Galicia. Sin embargo, la gaita de las Highlands sigue siendo su versión más conocida.
«Significa mucho para mí»
Cada año, una serie de actuaciones musicales militares con bandas de gaitas se lleva a cabo en lo alto de la Royal Mile, la célebre calle de Edimburgo. Y es que la gaita era utilizada en los campos de batalla para subir la moral a los soldados escoceses.
A pesar de su perdurable importancia cultural, la gaita tradicionalmente hecha a mano está desapareciendo. A diferencia de Kilberry, la mayoría de los demás productores utilizan ahora maquinaria. Sin embargo, Black afirma que es fácil diferenciar los instrumentos, ya que los hechos a máquina carecen de las formas «elaboradas a mano» y los diseños decorativos que tienen sus gaitas.
Para Black, continuar con la fabricación de gaitas artesanales es un orgullo y una satisfacción. «Significa mucho para mí. Es la forma en que siempre se ha trabajado. Simplemente, te hace sentir bien. En algo que está desapareciendo; no es bueno ser uno de los últimos, pero es bonito continuar con ello», concluye.

«Lo mejor de estos 20 años es que hemos podido seguir viviendo como niños»

Benito Lertxundi 7K-n: «Herri honek behar du osatu, jabetu zer geratu zaion atzendua»

40 Minutu Rock, imajinatzeko gai den herri baten hauspoa
Fermin Muguruza pone Madrid en ebullición con su akelarre antifascista
