¿Cómo vives las fiestas de Gasteiz?

Llevo catorce años viviéndolas desde dentro de una cuadrilla, entonces casi no me acuerdo de cómo se viven fuera. Es cierto que lo vivimos más de día y más todavía a medida que nos hacemos más mayores. Al final, en vez de por la noche, como tenemos un montón de actos por la mañana, solemos aprovechar a salir por la mañana. Madrugamos y por la noche para la una o las dos solemos salir corriendo, porque si no, no aguantamos.

¿Qué destacaría de las fiestas?

Lo especial que tienen las fiestas de Gasteiz, incluso comparándolas con las de alrededor, es que se involucra mucha gente y que tienes mucha vida por la mañana. No solamente es la fiesta por la noche o la que puedes encontrarte un sábado normal. También puedes estar en una cuadrilla con gente de 80, de 60, con una persona de 18 o una de tres. Eso es algo superespecial. Creamos pequeñas familias en las cuadrillas y eso alrededor no suele pasar.

«Puedes estar en una cuadrilla con gente de 80, de 60, con una persona de 18 o una de tres. Eso es algo superespecial. Creamos pequeñas familias en las cuadrillas y eso alrededor no suele pasar»

Entonces, quien no está en una cuadrilla tiene una experiencia muy distinta.

La diferencia es que antes te sentabas esperando a ver a los blusas y las neskas y ahora estás dentro, lo disfrutas desde dentro y al final no estás esperando a nadie. La gente que no sale en cuadrillas tiende mucho a solamente salir por la noche, como un sábado normal. Ir a los bares de siempre o, si vas a los conciertos, igual el rollo es más de noche o fiesta hasta las seis de la mañana. Las cuadrillas somos más de la mañana, con las goitiberas, gastronómicos y nosotros tenemos ‘Petralabentura’ (teatro infantil).

¿Qué es lo que marca la diferencia de las fiestas de Gasteiz?

Lo bueno que tienen es que todos los días tienes algo y son cosas que no han pasado el día anterior. No es solamente ir a txosnas o a conciertos. Aquí te vas a las goitiberas, al concurso gastronómico o los juegos infantiles y las cuadrillas estamos involucradas en diferentes cosas y a la gente le gusta muchísimo vernos en eso, está guay. Eso no lo veo en otros lugares donde es el día de la marmota.

Desde que entró ¿cómo ha cambiado la situación de las mujeres en las cuadrillas?

Cuando entré, cuando tenía catorce años, éramos ocho chicas que entrabamos como txistularis pero no era porque la cuadrilla no dejase, era mixta, pero nadie se atrevía a entrar como neska, todavía había ese tabú por el que las chicas pensaban «¿cómo me voy a meter yo ahí?». Porque métete también con ciento y pico chicos, con sus tradiciones antiguas… Cuesta hacerse un hueco, porque ellos no están acostumbrados, entonces al principio era un poco ‘troglodita’, digámoslo así. Era como «¡una chica, una chica!».

Ahora no tiene nada que ver, entra una chica, es una más y no pasa nada. Es supersano y se ha notado. Muchas de las brutalidades que se hacían ya no se hacen. Es porque han entrado muchas chicas, aunque la sociedad también ha cambiado y eso hace mucho. La cultura que había antes, hace catorce años, no tiene nada que ver con los chavales que vienen hoy en día o incluso con nosotros. Hay cosas de antes, como las ‘tetatinas’ que hoy en día son de locos. En aquel entonces lo veíamos tan natural, nadie se planteaba que eso podría hacer daño, hasta que te sientas un día y le das cuatro vueltas.

Yo fui la primera mujer y hasta hace dos años la única de la junta de mi cuadrilla. Fue duro, porque al principio no te toman en serio, pero luego van valorando las ideas que aportas y te ven como una persona, no como una chica.