XANDRA ROMERO
SALUD

¿Existe la dieta «anticáncer»?

Hace un par de semanas saltaba la noticia de cómo una bloguera australiana que se había hecho famosa (y millonaria) contando que había curado su cáncer cerebral terminal gracias a una dieta sin gluten y azúcar había reconocido que nunca ha estado enferma. Este fraude vuelve a poner de relieve la posibilidad de la existencia de una dieta anticáncer.

Sin embargo, no todo es curar. Aunque a veces al sistema sanitario se le olvide, existen otras opciones, como la prevención, tanto o más importante que curar, así como la mejora de la calidad de vida del paciente. Dos áreas donde, sin duda, la alimentación es esencial cuando hablamos de cáncer.

Claro ejemplo de esto es el estudio llevado a cabo en un total de 61 pacientes oncológicos del Hospital General Mateu Orfila (Baleares) que habían dado positivo en riesgo de desnutrición y que gracias a la intervención de apoyo nutricional que han recibido durante su tratamiento de radioterapia o quimioterapia, han mejorado su calidad de vida y han recuperado parcialmente el peso perdido.

Esta desnutrición es muy frecuente en los pacientes oncológicos y se asocia a un aumento en el número y gravedad de las complicaciones, lo que conlleva una mayor morbimortalidad en estos pacientes, una disminución de la tolerancia al tratamiento oncológico y una disminución de la calidad de vida del paciente.

Y es que la importancia del estilo de vida antes, durante y después de un cáncer no puede discutirse, ya que, en la actualidad, la mitad de los cánceres están asociados a factores de riesgo de tipo ambiental, en tanto que la dieta está relacionada con el 30-35% de los cánceres, el tabaco entre un 20-30%, la obesidad un 10-15% y el consumo de alcohol en un 5%.

Por lo tanto, la modificación de los hábitos alimentarios podría prevenir aproximadamente el 35% de los tumores. Por un lado, hay alimentos como, por ejemplo, los ricos en grasas saturadas, para los que existen fuertes sospechas de que estén asociados a un mayor riesgo de cáncer. Por otro, tenemos alimentos como frutas y verduras para los que existen importantes evidencias de que pueden tener una acción protectora, es decir, podrían disminuir el riesgo.

Múltiples localizaciones tumorales del aparato digestivo, como los tumores de cavidad oral, esófago, estómago, colon y recto, están relacionadas principalmente a factores alimentarios. Asimismo, hay evidencias de que otros tumores, como el de hígado, páncreas, mama, ovario, endometrio, pulmón, laringe, vejiga y próstata, pueden estar asociados a factores dietéticos.

Sin embargo, la dieta presenta una gran complejidad y variabilidad, tanto entre distintas personas como en una misma a lo largo del tiempo, por lo que hablar de una dieta concreta no tiene sentido. No obstante, sí existen ciertos nutrientes de los alimentos que forman el patrón de dieta mediterránea (vitamina C, ácido fólico, carotenos, fibra, isoflavonas, polifenoles, etc), pero sobre todo la interacción de varios de ellos, que actúan en varios procesos cancerígenos y que son capaces, por lo tanto, de reducir el riesgo de ciertos cánceres.