XANDRA ROMERO
SALUD

Azúcar añadido, natural o libre

Recientemente hemos podido ser testigos de la polémica suscitada en las redes sociales entre la empresa Zumosol y la web de información nutricional de reciente creación SinAzucar.org. Para quienes no conozcan esta página, sus creadores la definen como un proyecto artístico que muestra, mediante la fotografía, la cantidad de azúcar libre que tienen muchos de los alimentos que consumimos habitualmente, enseñando su equivalencia en terrones de azúcar.

La polémica viene porque Zumosol exige a esta web que retire la imagen de uno de sus zumos porque el producto en cuestión no contiene azúcares añadidos. Lo cierto es que al margen de esta polémica, y de un tiempo a esta parte, se han creado dos bandos: por un lado están los que distinguen el azúcar añadido del naturalmente presente en el alimento, por ejemplo los contenidos de forma natural en los zumos (como sería el razonamiento de Zumosol) y los que defienden que es necesario evitar el azúcar libre (añadido o naturalmente presente en algunos alimentos).

La cuestión, aunque no lo parezca, es complicada ya que por ley las empresas pueden no aportar toda la información necesaria al respecto. Si en la elaboración de un alimento no se añaden azúcares como el monosacárido (fructosa, glucosa, etc.), el disacárido (sacarosa, lactosa, etc.) o ningún alimento utilizado por sus propiedades edulcorantes (zumo concentrado, jarabe, miel...), la legislación permite que en el etiquetado se lea solamente: «Contiene azúcares naturalmente presentes», que es como quedarse igual.

Para entenderlo recurriremos a un ejemplo práctico. Comparemos un yogur de los llamados naturales. En su información nutricional veremos que, por 125 gramos, aporta 4,9 gramos de azúcares. Lo que no especifican es que ese azúcar es lactosa y está presente en la leche de todos los mamíferos. Si lo equiparamos con un yogur natural azucarado, veremos que el producto tiene 15,4 gramos de azúcar, pero no sabemos ni cuánto corresponde al producto naturalmente presente, ni cuánto se ha añadido en plan extra, porque no aparece detallado. Por lo que, solo si sabemos que un yogur natural sin azucarar tiene 4,9 gramos podremos deducir cuánto le han añadido.

¿Y si lo contrasto ahora con un yogur con frutas? Sigo sin saber cuánto corresponde a la lactosa, cuánto a la fruta y cuánto es añadido. Podemos ponernos a hacer cálculos matemáticos y deducir cuánto es fructosa, pero sin esperar ninguna seguridad en el resultado ya que no todas las marcas añaden la misma cantidad de azúcar ni todas las frutas tienen la misma proporción de fructosa en su composición.

Entonces, ante el azúcar naturalmente presente, el añadido y el azúcar libre…¿cuál es el que hay que evitar?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) deja claro que los azúcares que hay que evitar son los que incluyen los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes y los zumos de fruta, ya sean naturales o a partir de concentrado. Es decir, que por más natural que sea un zumo, el azúcar que aporta es azúcar libre, ya que el propio procesado de la fruta para convertirlo en zumo genera un producto final de baja calidad nutricional, repleto de azúcar aunque sea naturalmente presente y nada de fibra que proporcione saciedad.

De modo que la recomendación es que los únicos azúcares que tomemos sean solo los presentes en frutas, hortalizas y lácteos sin azucarar.