Eitan Abramovich

Se vende jugoso terreno en céntrica favela

Es la favela más antigua de Buenos Aires, separada de los barrios más exclusivos por solo una avenida y que ahora busca disfrutar de las mínimas comodidades. Cuarenta mil personas sobreviven en la Villa 31 de la capital argentina entre calles de barro, chabolas de ladrillo sin cimientos y los servicios básicos al mínimo.

Cara visible de la desigualdad en Argentina, en la Villa 31 se pagan alquileres de casi 900 euros por viviendas sin títulos de propiedad y la única escuela que está relativamente cerca es privada y, aunque no es cara, para una población que sufre un 50% de desempleo sí lo es. «La 31», como se la conoce popularmente, está a pocos pasos de la céntrica estación de trenes de Retiro y a 200 metros del histórico barrio Recoleta, donde se agolpan tiendas coquetas, cafeterías elegantes y residencias «al estilo parisino».

Y ahora, tras décadas de crecimiento descontrolado, la alcaldía bonaerense busca urbanizar los asentamientos para que pasen «de villa a barrio». Así lo plantea un proyecto de 320 millones de dólares financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de los cuales cien están destinados a remodelar las viviendas, el tendido eléctrico, el alcantarillado, los espacios de ocio y la recogida de basura en la Villa 31. «La mayoría de nosotros queremos que este lugar mejore, y pagar por los servicios de luz, de agua, impuestos. Ojalá se logre», dice Oscar Cardozo, un paraguayo de 46 años que regenta un pequeño restaurante llamado Mara Kamila.

«La gente cree que uno está aquí porque le gusta y la verdad es que en la ciudad es imposible alquilar si trabajas en negro, no existimos», agrega.

José Zapata, del restaurante de comida peruana Las Palmeras –vive en un apartamento en el piso de arriba–, espera que la renta «no suba mucho más ahora». Por ambas plantas paga más de 17.000 pesos al mes (más de 800 euros).

En la ciudad de Buenos Aires hay un total de cincuenta asentamientos en los que viven 280.000 personas, alrededor del 10% de su población. Entre ellos destaca La Villa 31, famosa como símbolo de resistencia desde su nacimiento en 1930. Bajo el puente que atraviesa el barrio se teje un amasijo de bloques de cemento, donde viven los vecinos más resistentes al cambio porque temen ser sacados de allí. «Váyanse a hablar con otros, a nosotros de aquí no nos mueve nadie», gritan con furia un par de vecinas. «Primero que hagan esas supuestas casas que nos van a ofrecer y después veremos», nos dicen.

Una ubicación dorada. Algunos dudan del objetivo real y temen un posible oportunismo cara a los comicios legislativos de octubre, que serán claves para la gobernabilidad de Mauricio Macri. «Cuando hay elecciones se apuran en mejorar fachadas y después se olvidan, así son todos», apunta Ernesto, de unos 25 años.

Desde el Gobierno, Diego Fernández, secretario de Integración Social y Urbana de la capital, explica a AFP que buscan «formalizar lo informal» en una ciudad con un 8% de su población viviendo en asentamientos. El objetivo es entregar títulos de propiedad, pero ¿a qué precio el metro cuadrado? No se sabe aún en esta favela de 9.500 casas. «¿Cómo lo vamos a hacer? Viendo vecino por vecino, casa por casa, midiendo la parcela, asegurándonos de que tienen la construcción adecuada para un título de propiedad, con un crédito hipotecario a largo plazo para que paguen», porque «pagar da derechos», añade Fernández.

En «La 31», donde casi la mitad de la población es inmigrante de Perú, Paraguay y Bolivia, solo el 27% de los jóvenes termina la secundaria, muy por debajo del 80% total en Buenos Aires.

La ciudad ha decidido trasladar aquí el ministerio de Educación con sus 1.500 empleados. «Esperamos que esté completo en 2019, con un gran edificio para el ministerio y tres escuelas públicas», añade Fernández. El alcalde Horacio Rodríguez Larreta también ha abierto una oficina en lo que fue “El galpón de Tarzán”, un local de venta de drogas. «Esta es la mejor señal de que el Estado está llegando adonde no llegaba», declaró en una visita con la prensa extranjera desde dentro de la moderna estructura donde se ofrece ayuda a los vecinos. En otro edificio de las mismas características abandonado a su suerte se han inaugurado otras oficinas donde los vecinos pueden cobrar el seguro social, recibir ayuda en temas médicos o pagar impuestos. «Si en Recoleta o Palermo hay oficinas para hacer trámites, aquí también», apuntó Fernández.

Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo BID ha anunciado que instalará en la Villa 31 su oficina de Argentina, un proyecto que prevé terminar en dos años y que será construido por obreros del barrio. La cadena McDonald’s ha confirmado también que abrirá un local en la zona.

¿Especulación inmobiliaria? Los funcionarios lo niegan, pero el valor del metro cuadrado en los exclusivos barrios con los que linda esta favela supera los 2.000 euros. Hace años que distintas administraciones deshojan la margarita soñando con recuperar estas 32 hectáreas situadas en una ubicación dorada.