IñIGO GARCIA ODIAGA
ARQUITECTURA

Catedrales industriales

El arquitecto británico Thomas Heatherwick ha finalizado el proyecto para reformar un inmenso silo de grano en el paseo marítimo de Ciudad del Cabo, Sudáfrica. El antiguo edificio industrial albergará ahora un nuevo uso, una institución cultural, el Museo Zeitz de Arte Contemporáneo de África (Zeitz MOCAA), un proyecto que comenzó hace nueve años.

En noviembre de 2013, el estudio del arquitecto británico recibió el encargo de repensar el funcionamiento del inmenso hangar para destinar su titánico volumen a la exposición de piezas artísticas.

El Zeitz MOCAA pretende reunir, conservar, investigar y exponer la vanguardia del arte contemporáneo de África y su diáspora. Sus más de 9.500 metros cuadrados lo sitúan entre los museos de arte contemporáneo más grandes de todo el mundo. Esa superficie se distribuye a lo largo de nueve pisos, de los cuales 6.000 metros cuadrados se dedicarán a espacio expositivo.

El proyecto partía de la premisa de poner en valor y, por lo tanto, en uso, el antiguo silo de grano del puerto. Una gran estructura de hormigón abandonada durante años, pero icono del desarrollo industrial de la región y que en la década de 1920 era el edificio más alto de la ciudad. Los 42 tubos de hormigón de 33 metros de alto cada uno, con un diámetro de 5,5 metros y con un espacio interior realmente ajustado para experimentar el arte, fueron el punto de partida del proyecto.

Es precisamente ahí donde reside gran parte del atractivo de esta intervención, en la oportunidad de desbloquear esta antigua estructura muerta y transformarla en un lugar para que la ciudad pudiera ver y disfrutar de las obras de arte más increíbles del continente africano. Y concretamente esta gran virtud era, al mismo tiempo, el gran reto, ya que había que encontrar una forma de tallar espacios y galerías desde el alto panal tubular de diez pisos sin destruir por completo la autenticidad del edificio original.

Para resolver esta pregunta contradictoria, el equipo de Heatherwick ha tallado enormes secciones del interior tubular del edificio, creando una red compleja de 80 espacios destinados a galerías expositivas.

Más que agregar piezas a lo ya construido, la actitud fue la de retirar, excavar, derribar, pero siempre manteniendo la tubularidad del espacio; es decir, su estructura de cilindros adosados y su escala monumental.

El museo es una de las varias instalaciones que Heatherwick Studio está creando dentro del edificio del silo de grano, que se complementa con un complejo al lado del puerto lleno de bares y restaurantes y el desarrollo de un hotel, que ya está abierto.

Sin embargo, la creación de Zeitz MOCAA fue, con mucho, la parte más compleja de la renovación. El museo se centra alrededor de un gran atrio, excavado en el interior de la masa de tubos, que llega hasta los 27 metros de altura. Un espacio que, por sus dimensiones, crudeza y la geometría compleja resultante de cortar los cilindros originales con formas curvas, alcanza la grandeza de las grandes catedrales góticas.

Uno de los desafíos del proyecto era dotar al edificio de un espacio central que pudiese distribuir los flujos de gente hacia los diferentes usos, es decir, un corazón. Por otro lado, los diferentes comisarios encargados de las muestras artísticas dejaron claro que los tubos eran del todo inútiles como espacios para mostrar arte, por lo que a pesar del reto técnico, el proyecto se centró en construir ese gran espacio central; un atrio que brinda acceso a todos los espacios de exhibición, cuyos 6.000 metros cuadrados se agolpan alrededor de este vacío que resume el proyecto en el interior del edificio.

En las zonas donde se cortaron los tubos, los bordes se pulieron para crear un contraste visible entre el árido rugoso del hormigón viejo y el canto descubierto por el corte. Siguiendo esta misma idea de contraste respecto a lo existente, también se han agregado cierres de vidrio laminado para dar un acabado de espejo en los pisos superiores de la estructura, siguiendo un patrón diseñado por el difunto artista africano El Loko.

Esas ventanas abultadas, formadas por paneles de vidrio facetado parecen comprimirse bajo la presión del marco de hormigón existente, ofreciendo un efecto visual caleidoscópico, similar al de las grandes vidrieras y rosetones de las catedrales medievales que iluminaban el interior y llenaban de color las fachadas.

En este caso, al actuar ligeramente como bolas de espejo, estos cierres están reflejando la parte lateral de Table Mountain, una amplia zona de Robben Island o las nubes del cielo, llenando de vida una estructura de hormigón antaño abandonada y que, gracias a su puesta en uso, garantiza su supervivencia como elemento clave de la historia de la ciudad.