TERESA MOLERES
SORBURUA

Hotel de invierno para insectos beneficiosos

En la Feria de Hampton Flower Show de Londres y en el Jardín Botánico de Madrid se exponen hoteles y cabañas para dar alojamiento a insectos beneficiosos, que son la garantía de equilibrio natural del jardín, durante los duros meses de invierno. Se trata de favorecer la nidificación de polinizadores, así como su supervivencia invernal. Están pensados para albergar en distintos compartimentos diferentes especies. Por ejemplo, las hembras de la abeja solitaria del genero Osmia usan cavidades horizontales, preferentemente en forma de tubos; en cambio, la abeja carpintera construye galerías de un diámetro superior a 15 cms para hacer sus nidos e invernar.

Apoyados contra un muro o colgando de un árbol, estos “hoteles” se pueden fabricar a partir de planchas de madera. Rellenos de paja o ramas, o de fragmentos de tejas o tiestos, estos troncos de madera, agujereados para albergar a las abejas carpinteras, constituyen nidos cálidos donde reposar. Además de estos alojamientos temporales, son necesarias otras acciones pensando en preservar los insectos beneficiosos para la agricultura.

Es importante respetar los setos de separación de caminos y fincas manteniendo los setos de diferentes variedades arbustivas: avellanos, endrinos, madroños o espinos blancos. En el jardín se pueden colocar nidos para abejas solitarias y plantar flores melíferas –lavandas, dalias, borrajas, lupinus, hiedra y romero–, de tal manera que el lugar sea ineludible para los insectos libadores.

Se calcula que con estas actuaciones conservadoras y sencillas podría reducirse el problema de desaparición de las abejas en un 50 o 60%. Por nuestro interés, cabe recordar que un tercio de la producción mundial de alimentos depende de la polinización. En el caso de frutas y hortalizas alcanza un 75% e incluye patatas y tomates; trigo, avena, arroz y maíz; manzanas y naranjas; algodón, lino y cáñamo, además de la mayoría de las flores.

Como vemos, los insectos polinizadores son imprescindibles en el funcionamiento de los ecosistemas terrestres; no solo los domésticos, como las abejas, sino también los silvestres, como las abejas solitarias, abejorros y avispas y, en menor medida, mariposas y escarabajos. Los científicos aconsejan que, a largo plazo, «los sistemas de producción agrícola incluyan un hábitat de abejas e insectos silvestres para hacer las prácticas agrícolas sostenibles».