XANDRA ROMERO
SALUD

Ayuno intermitente (primera parte)

Si en el mundo del adelgazamiento hay un enfoque que se haya puesto especialmente de moda durante los últimos años, ese podría ser el ayuno intermitente. A título personal y profesional, quizá sea el tema sobre el que más me han preguntado mi opinión durante los últimos meses, y no es de extrañar, porque parece una óptica que no solo plantean los “gurús de las dietas y la salud” sino que incluso compañeros de profesión tienen una opinión “benévola” hacia dicha práctica.

Sea como fuere, los que lo defienden y practican lo hacen justificándolo en la teoría de que nuestros ancestros de hace 50.000 años no comían tres veces al día y, por lo tanto, en ese sentido también nos hemos alejado del patrón adecuado.

El llamado ayuno intermitente no es más que otra forma de aplicar el método hipocalórico: una reducción de calorías durante varias horas o algún día a la semana. Sin embargo, sus defensores no quieren que se confunda con una práctica dietética más; creen que es una herramienta más adecuada puesto que la restricción que plantea este método no solo permite al cuerpo adaptarse mejor que si se sigue una dieta hipocalórica, sino también evitar el temido efecto rebote.

Existen pues, varios formatos en los que ponerlo en práctica: La primera opción es la llamada días alternos que consiste en ayunar durante 24 horas y comer a voluntad durante las siguientes 24. Sobre este sistema son los estudios que se han realizado más a menudo con ratones, con muchos resultados positivos para su peso, masa grasa y longevidad. Otro modelo es la llamada alimentación restringida por tiempo que se aplica todos los días y se ayuna durante más o menos 16 horas (incluyendo la noche) y se come a voluntad dentro de una ventana de 8 horas. El último modelo es el denominado ayuno periódico o dieta 5:2, en la que durante cinco días por semana se come con normalidad y dos días no consecutivos por debajo de 500 kcal.

Al margen del adelgazamiento, esta teoría ha logrado acumular una buena cantidad de defensores, ya que parece generar múltiples e interesantes beneficios relacionados con la salud. Así, poniendo en práctica estos distintos tipos de ayuno, se han realizado algunos ensayos y estudios, en su mayoría con animales y algunos en humanos, en los que se han visto los siguientes beneficios:

1.- El ayuno a corto plazo parece proteger de las enfermedades neurodegenerativas a través de un proceso en el que las neuronas eliminan sus componentes dañados.

2.- Se ha visto en ensayos con gusanos y ratas que alcanzan a vivir el doble, puesto que protege las células se defienden de la oxidación, lo que podría evitar la proliferación de las células cancerosas.

3.- El ayuno intermitente parece mejorar la sensibilidad a la insulina, haciendo bajar los niveles de glucosa y, por tanto, creen que podría usarse prevenir la diabetes mellitus tipo 2.

4.- También parece que el ayuno intermitente podría ser efectivo para disminuir los procesos de inflamación y estrés oxidativo, dos efectos de los cuales provocan las enfermedades metabólicas.

5.- Por último, el ayuno intermitente también parece mejorar el perfil de lípidos en sangre (colesterol y triglicéridos), por lo que se investiga sobre sus efectos para prevenir las enfermedades cardiovasculares.

Sin duda, a la luz de estos resultados, ciertamente parece que pueda convencer a cualquiera de que se trata de una revolución en el mundo de la nutrición: no solo consigue resultados sobre el peso y la masa grasa corporal, si no que mejora el perfil metabólico y retrasa el envejecimiento celular. Sin embargo, es necesario siempre seguir investigando.