TERESA MOLERES
SORBURUA

Bayas de otoño

Los arbustos con frutos son muy numerosos. Sin embargo, las bayas de otoño suelen pasar desapercibidas y solo se recuerdan sus flores primaverales. Para evitar este olvido, nos vamos a referir a algunos ejemplares que tienen flores, frutos y un follaje especialmente hermoso en esta época del año y algunos, además, con cortezas llamativas. El cornejo o Cornus Kousa cumple todas las expectativas, excepto la de que sus frutos comestibles son muy sosos aunque los pájaros los adoran.

En el momento de escoger el arbusto de bayas más interesante, recordad que los frutos grandes o carnosos son los que duran menos tiempo colgados a diferencia de los más secos. Es preferible escoger ejemplares con frutos persistentes, que los pájaros dejan de lado hasta que no tienen otra cosa que comer. Los que caen al suelo no merece la pena recogerlos, ya irán a por ellos los pequeños mamíferos. Las bayas recolectadas apenas coloreadas se utilizan en arreglos florales que contrastan con las hojas otoñales.

Entre los arbustos conocidos están los Euonymus, boneteros, con variedades apropiadas para cada situación. El E. bungeanus no es grande pero aporta frutos rosas que descuellan entre hojas rojizas; se adapta a cualquier lugar, es rústico y soporta temperaturas bajo cero. El E. grandiflora, de unos dos metros, es un arbusto caduco con follaje en tonos púrpuras y sus bayas pasan del vainilla al rosa y luego al rojo oscuro.

Al madroño o Arbutus unedo le gustan los terrenos ácidos; persistente, se toma con calma el madurar sus preciosos frutos naranjas en octubre, al mismo tiempo que lucen sus flores blancas. Sus frutos son comestibles pero de gusto sin interés. Los serbales, como el Sorbus hupehensis, cumplen con todo: silueta de arbolito, flores primaverales, follaje y frutos blanco-rosáceos que duran mucho tiempo en el árbol. Las bayas de los berberis son de color rojo vivo y permanecen en el arbusto hasta muy entrado el otoño. También está la mahonia, de abundantes frutos que sobresalen de sus hojas ornamentales; tienen color azulado cerúleo y poco atractivo para los pájaros. Para el final dejamos al arbusto de bayas naranja Phyracantha, de espinas muy duras que se han utilizado para delimitar los campos. Las aves se meten entre sus ramas espinosas para burlar y protegerse de los depredadores.