gara, donostia
EDITORIALA

¿Se equivocó la ciudadanía griega?

El pulso entre el Gobierno Griego y el Eurogrupo volvía ayer al primer plano tras la reunión de Riga, en la que los ministros de Economía apremiaron, avisaron o, según algunas percepciones, amenazaron al Ejecutivo heleno en relación con el lento avance de las negociaciones sobre las reformas que le exige la Unión Europea para desbloquear la ayuda financiera a su país. Es decir, para que acepte el rescate en los términos que lo hicieron los anteriores gobernantes griegos, entre otros. Por el bien de los ciudadanos griegos, olvidaron decir, como en otras ocasiones. Precisamente, las mayores diferencias se encuentran en cuestiones que afectan a la más que precaria situación de gran parte de la población griega. Cuestiones por las que el electorado dio la espalda a los anteriores gestores y que el Ejecutivo de Alexis Tsipras se comprometió a afrontar. Y, de hecho, lo está haciendo.

El Eurogrupo parece querer demostrar a toda costa que la ciudadanía griega se equivocó al votar y dar la victoria a Syriza, tal y como algunos responsables de la UE advirtieron indisimulada y burdamente antes de las elecciones. Ese interés se debe a su necesidad de hacer creer que cualquier cambio de actuación sería perjudicial, que el actual orden de cosas, si bien no es idóneo, no se puede mejorar, y a quien le toca austeridad y sacrificio ha de aceptarlos sumisamente por el bien de todos, incluso por el suyo propio. El Gobierno griego, por su parte, dice que habrá acuerdo, y rechaza tajantemente la presencia de la troika en Atenas. Se puede pensar que la postura griega, además de un compromiso de sus gobernantes, es justa pero en evidente situación de debilidad y que, por tanto, no tiene otra salida que ceder; sin embargo, la UE, a la par que presiona y propaga su presión a Grecia, mira de reojo a la opción, o posibilidad, de financiación rusa a ese país.

La UE dice querer rescatar a Grecia exigiéndole reformas en materia laboral o de pensiones, y cuando la UE dice reformas quiere decir recortes, y es que cuando dice ciudadanos, en realidad habla de inversores financieros.