A. AGIRREZABAL / I. SALGADO / A. PRADILLA
MOVILIZACIÓN MASIVA EN GASTEIZ

DERRIBAN A GOLPES EL MURO POPULAR EN DEFENSA DE ZALDIBAR, ROBLES Y ESTEBAN

LA ERTZAINTZA DETUVO AYER EN LA PLAZA DE LA VIRGEN BLANCA DE GASTEIZ A AIALA ZALDIBAR, IGARKI ROBLES E IBON ESTEBAN. LOS TRES, CONDENADOS A SEIS AñOS DE PRISIÓN POR LA AUDIENCIA NACIONAL ESPAñOLA, CONTARON CON LA PROTECCIÓN DE UN MURO POPULAR QUE RESISTIÓ DURANTE TRES HORAS LOS GOLPES DE LA ERTZAINTZA.

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Con el andamio que había protegido a Igarki Robles e Ibon Esteban casi reducido a un par de traviesas de metal y los restos del muro popular reducidos a un pequeño grupo sentado en el suelo, la Ertzaintza daba caza a los dos jóvenes. Habían transcurrido casi tres horas desde que la Policía autonómica irrumpiera en la céntrica plaza gasteiztarra y una hora desde que Aiala Zaldibar, la primera en ser arrestada, fuera introducida en la furgoneta junto a los cinco compañeros a los que se había «entubado». En las inmediaciones, decenas de personas rodeaban el cordón policial lanzando consignas de apoyo a los jóvenes.

Tras varios amagos nocturnos que pusieron en pie al campamento y sirvieron para entrenar la capacidad de respuesta del muro popular, más de quince furgonetas de la Ertzaintza hacían acto de presencia pasadas las nueve de la mañana. Tenían claro el procedimiento a seguir: primero, establecer un perímetro y apartar a los vecinos que pretendían mostrar su apoyo a los jóvenes; después, comenzar a deshacer, persona a persona, la barrera humana; e identificar a Zaldibar, Robles y Esteban. No lo tenían fácil. Decenas de solidarios, sentados en torno a un pequeño andamio que hacía las veces de núcleo del «fuerte», se mantenían disfrazados con las pelucas y la cara pintada. Así que los agentes estaban obligados a comprobar la identidad de cada uno de ellos. Les arrancaban el disfraz y, tras sacarles a golpes de su lugar en la barrera humana, eran conducidos a otra zona donde se les identificaba.

Nada más presentarse en la Virgen Blanca uno de los ertzainas al mando se dirigió hacia los congregados, advirtiendo de que tenían orden de arrestar a los condenados por la Audiencia Nacional. Desde el muro ni se escuchaban sus palabras. Respondieron cantando y lanzando mensajes de apoyo tanto a Zaldibar, Robles y Esteban como a Xabat Moran, Marina Sagastizabal, Ainhoa Villaverde y Bergoi Madernaz, encarcelados incluso antes de recibir la sentencia del tribunal especial español.

Pisotones, porrazos y patadas

La sofisticación del muro popular no gustó a los uniformados. En primer lugar, cuando los «antidisturbios» ya se encontraban junto al grupo, varias personas se rociaron con botes de pintura. Además, la red colocada como «tela de araña», en la que las personas sentadas en el muro se habían enredado, dificultaba mucho el avance policial hacia el andamio, donde otros solidarios se habían encadenado.

Nada más comenzar a desalojar la barrera quedó en evidencia que los ertzainas no iban a moderar la fuerza: pisotones, tirones de pelo, patadas y porrazos (especialmente, en costillas y testículos) formaban parte de su protocolo. Si alguno de los integrantes del muro lograba aferrarse a sus compañeros, la violencia iba en aumento. Fue el caso, por ejemplo, de Imanol Salinas, joven absuelto en el mismo proceso judicial, que recibió una brutal paliza antes de ser sacado a rastras. Posteriormente, metieron la cabeza de un joven en una de las fuentes de la plaza. Rápidamente, a través de las redes sociales, esta imagen se convirtió en el símbolo de la violencia empleada.

Tras vaciar la parte derecha del muro popular, los ertzainas tomaron un descanso antes de arremeter contra el flanco izquierdo. Con una navaja, un uniformado cortaba los restos de la red mientras que sus compañeros avanzaban a golpes. «No os agarréis, que le vais a hacer más daño», llegó a decir cínicamente un policía autonómico mientras arrastraba por los pelos a una joven. «Le llevamos a rastras y que se joda», le llegó a decir un agente a otro cuando sacaban del grupo a otro de los solidarios.

Después de dos horas de golpes contra quienes integraban Aske Gunea, los ertzainas llegaron hasta Aiala Zaldibar. Esta se mantenía «entubada» a varios compañeros. Parecía que los agentes no comprendiesen que, aunque hubieran querido hacerlo, los jóvenes no podían soltarse por sí mismos. Incapaces de sacar uno por uno a los encadenados, optaron por llevarse al grupo de Zaldibar al completo hasta la furgoneta. Finalmente, entre gritos de apoyo la joven fue llevada en volandas, junto a otras cinco personas, hasta el vehículo policial.

Nerviosos, los agentes mostraban que tenían prisa. Pero no sabían dónde estaban Robles y Esteban. Así que trataban de arrancar las pelucas antes de proceder al desalojo. Ya junto al andamio, uno trataba de arrancar la peluca al primero de ellos. Robles respondió: «Mira quién soy» al tiempo que, con el puño en alto, lanzaba ánimos a sus compañeros. Para entonces, el andamio casi había sido desmontado y los periodistas que se encontraban en su interior, obligados a abandonar el lugar. Desde allí, ya a distancia, se pudo ver cómo arrestaban primero a Robles y, posteriormente, a Esteban. En los alrededores retumbaba el lema «Euskal gazteria aurrera!» y la Ertzaintza amagaba con cargar en las calles adyacentes.

«Satisfecha por la solidaridad»

La detención de los tres jóvenes puso punto y final a una gran movilización que comenzó el domingo al mediodía, con la «Marcha Naranja», a cuya conclusión se levantó un muro humano en la Virgen Blanca, tomada ayer por agentes de la Ertzaintza desde las 8.30.

La madre de Igarki Robles, Alitxu Martínez del Campo, se encontraba junto al muro popular cuando llegaron los furgones de la Policía autonómica. «Han venido con una violencia bestial y han sacado a las personas que estaban en los alrededores apoyando a los jóvenes», relató, que dando a conocer que fue imputada por desobediencia. «Me han empujado, me han pegado y me han abierto un expediente», comentó.

Alitxu vio desde una esquina de la plaza como detenían a su hijo. No obstante, «aunque parezca mentira decirlo», se mostró «satisfecha de la solidaridad y de la resistencia que ha demostrado la ciudadanía vasca». «Y tiene que seguir así –subrayó–, porque todavía quedan muchos juicios y, por desgracia, vendrán más sentencias y más condenas. Tenemos que seguir en este camino, en el cambio de la resistencia, de la desobediencia y de la lucha».

En la misma línea, Zigor Oleaga, integrante de Gasteizko Harresia, mostró su apoyo a los detenidos y exigió la derogación de «las leyes y de los tribunales de excepción». «Mientras nos sigan obligando a elegir entre justicia o ley, vamos a seguir optando por la justicia. Lo llevamos haciendo unos años, y lo haremos en el futuro», remarcó al tiempo que denunciaba la actuación policial.

Una denuncia compartida por muchos jóvenes que mostraron las marcas de la porras. «Me han pisado el cuello y la cabeza, y tengo espalda destrozada», manifestó uno de ellos, que había participado en acciones similares convocadas con anterioridad en Iruñea y Tafalla.

 

«Estamos hartos de recibir golpes y amenazas»

Zigor Oleaga, integrante de Gasteizko Harresia, denunció la brutalidad empleada por los agentes de la Ertzaintza: «Estamos hartos de recibir golpes, de recibir amenazas, de encontrarnos a gente sangrando, desmayada, o en estado de shock por hacer resistencia pasiva, por defender unos derechos básicos». Según los datos ofrecidos por Txerra Bolinaga, portavoz de Eleak, la operación de la Policía autonómica se saldó con una veintena de detenidos y más de setenta heridos, que fueron atendidos por personal sanitario en la calle Zapatería.Ion SALGADO