Nagore BELASTEGI
SEMANA DE ESCRITURA PARA MUJERES INVESTIGADORAS

UN IMPULSO PARA VOLVER A SUBIRSE AL TREN DEL MUNDO ACADÉMICO

CUANDO LAS MUJERES TENÍAMOS PROHIBIDO IR A LA UNIVERSIDAD, PODÍAMOS PROTESTAR. PERO AHORA, ¿QUÉ DECIMOS? ¿QUIERO QUE ME HAGAN CASO?», COMENTABA LA MATEMÁTICA EVA FERREIRO FRENTE A UN GRUPO DE MUJERES INVESTIGADORAS DISPUESTAS A TERMINAR CON ESA DISCRIMINACIÓN QUE CONTINÚA EXISTIENDO.

La matemática Eva Ferreiro es una más de las ponentes que ha participado en la I. Semana de Escritura para Mujeres Investigadoras organizada por la UPV/EHU y que continuará mañana con nuevas charlas y más horas de trabajo en el mejor entorno posible. Durante su ponencia, Ferreira explicó diferentes situaciones en las que las mujeres todavía son discriminadas en el ámbito académico,. El problema es que esa discriminación ya no es tan evidente porque existen políticas de igualdad y la gente está concienciada, por lo que luchar contra esa «inercia» es difícil.

Para la matemática el problema ahora no es que las mujeres no estén presentes en la universidad (de hecho, existe igualdad en los primeros pasos de esta), sino que una vez se empiezan a subir escalones no se las tiene en cuenta y además se topan con más dificultades que sus homólogos hombres.

Para demostrarlo echó la vista atrás a diferentes momentos de la historia. En 1678 la Universidad de Padua otorgó el primer título de doctorado a una mujer, a Elena Lucrezia. A pesar de ello, no volvió a repetirse hasta pasados 300 años «Esto demuestra que no solo las mujeres están en la academia, sino que siempre han estado –afirmó la profesora–. He estado buscando grandes científicos del siglo XVII. Había mujeres pero no he encontrado ni una sola».

Lo mismo ocurre en el ámbito de la filosofía, donde aún hoy en los libros de texto solamente se estudian los pensadores hombres. Sin embargo, Hannah Arendt destacó por su reflexión sobre la vanidad del mal. «Si cuando se estudia filosofía en el instituto no se trata ni una sola pensadora mujer, es difícil que mi hija piense que la filosofía es una carrera femenina», aseguró Ferreira. En la misma línea comentó el caso de Ben Barres, un neurobiólogo estadounidense. Tras un seminario un asistente dijo que el trabajo de su «hermana» Barbara era bueno, pero que Ben era mucho mejor, «y resulta que Ben era Barbara hace tres años». El propio Ben Barres asegura no haberse sentido discriminado cuando era mujer, no obstante, ella era «una investigadora notable» pero no era brillante hasta que pasó a ser Ben. «Hemos crecido asociando la brillantez y la excelencia científica con lo masculino», afirmó la ponente.

La discriminación sutil

Las leyes de igualdad favorecen la no discriminación, pero aun así hay otros factores que influyen en ella. Por ejemplo, en cuanto al salario recibido, si se comparan los hombres y las mujeres en una misma posición, la brecha es mínima o inexistente, sin embargo, si se tienen en cuenta los datos globales la brecha es notable. Eso ocurre porque los cargos destacados los ocupan generalmente hombres, y por ello cobran más, algo que parece lógico. Aun así, Ferreira se pregunta cuáles son las razones de que haya menos mujeres en esos puestos: ¿Acaso ellas no quieren esos puestos? ¿no tienen capacidad? o ¿existe discriminación? «Se da por hecho que si hay pocas mujeres directoras de proyectos es porque lo eligen», pero no siempre es así.

Supongamos que hay un comité de evaluación cuyos miembros se van cambiando. Si son los propios miembros quienes eligen informalmente a sus sustitutos, lo normal es que estos sean del mismo sexo, por cercanía, porque amenudo los chicos se relacionan con chicos y las chicas con chicas. Así, poco a poco podrían introducirse mujeres y, algún día, llegaría la igualdad. «La igualdad llega, pero tarda tanto que yo ya me he cansado de esperar», afirmó Ferreira para después asegurar que la única forma de llegar a la igualdad de una forma eficiente y rápida es la regulación. «Es como esperar que una mancha de la pared se quite sola. En todo caso se ensuciará más». Por otro lado, mencionó que según un estudio europeo el 79% de la población cree que las mujeres tienen la misma capacidad que los hombres, lo que se traduce en un 21% que cree que no. «Eso hace que de 100 hombres capaces veamos a los 100, pero de 100 mujeres capaces solo veamos a 80».

Debido a ese sesgo, las mujeres pueden sentirse cohibidas. En Estados Unidos comenzaron a hacerse las audiciones para la orquesta a ciegas y así las mujeres aumentaron en un 50% la probabilidad de pasar la fase de selección. También notaron un aumento de participación femenina. «Y luego dicen ‘es que las mujeres no están, no se presentan’. No es fácil postular para algo pensando que pueden decirte que no. Los hombres no tienen ese rechazo».

Un espacio para ellas

Ocurre que al sacar cuentas de cuántas mujeres inician una carrera académica y cuántas llegan a lo más alto, los números son muy diferentes, puesto que «muchas se quedan en el camino». En esto también influye el hecho de que las mujeres se encuentran en la tesitura de continuar con su carrera o hacer un parón para cuidar de sus hijos. Quienes deciden bajarse del tren pueden tratar de regresar después, pero está claro que ya no será tan fácil. La Semana de Escritura para Mujeres Investigadoras es un apoyo para esas mujeres que por su situación actual no lo tienen claro a la hora de retomar su carrera.

Por ello, la UPV/EHU ha dado becas de estancia y dietas a cinco mujeres y dietas a otras siete para que puedan dedicar un tiempo a sus proyectos sin preocuparse de nada más. «Te proporciona el espacio y el tiempo para que te aísles de tu cotidianidad, de hecho daban puntos en la beca si habías sido madre hace poco o habías estado desenganchada de la vida académica por permiso de maternidad. Yo tengo un bebé de ocho meses. El hecho de venir aquí y aislarme ayuda», contó Inés Campillo, socióloga de Murcia que cuenta con una beca postdoctorado en la UPNA.

La madrileña Laura Núñez es filósofa de la biología y tiene una niña de dos años. «Es la primera vez que me separo una semana de ella, y puedo concentrarme mañana y tarde en mi trabajo y salir de la dinámica familiar», comentó. Ella está a punto de terminar su articulo de investigación, mientras que otras lo tienen en proceso o acaban de empezarlo. En cualquier caso, para todas ellas esta estancia supone una oportunidad para establecer contactos. «Muchas veces, tanto para participar en proyectos de investigación o para promocionar en la carrera académica es muy importante sentirte apoyada, valorada. Y esas redes suelen ser masculinas y por eso se encargan entre ellos los capítulos de un libro o cierto texto de investigación. Creo que este curso buscaba ser un espacio para conocernos y así poder colaborar entre nosotras en un futuro», dijo Campillo.

Para Amaia Cepa, profesora de la Universidad de Burgos, resulta enriquecedor el hecho de que a pesar de ser «archipiélagos en distintas facultades» y cada una tenga su campo de trabajo diferente, haya algo que las una.

Estibaliz Sadaba es artista y está preparando una tesis doctoral sobre artistas feministas y colectivos de mujeres artistas. También forma parte de un grupo de trabajo de Bellas Artes que trata sobre la precariedad en el mundo del arte. En su opinión, este tipo de iniciativas son positivas porque, en su caso no trabaja actualmente, por lo que el hecho de que le den una beca de alojamiento y comida le permite estar concentrada. «Aunque los temas son diversos, todas estamos trabajando en la investigación académica y hay pautas que nos permiten coincidir».

Lo mismo opina la también artista bilbaina María Seco, ya que tienen tiempo para que cada una cuente su vivencia personal, que es lo que condiciona su trabajo. «Está siendo impresionante porque nos estamos pasando información. Además he coincidido con una chica que trabaja en un grupo de músicos», explicó tras contar que ella está realizando un trabajo sobre arte sonoro, música y percepciones.

Según Antonio Casado, miembro de la Comisión de Igualdad de la UPV/EHU y coordinador de esta semana, la intención es volver a organizar esta iniciativa el año que viene. «El taller funciona como estímulo, apoyo y empoderamiento mutuo», explicó. El objetivo es darles un impulso para que se vuelvan a subir al tren y tanto la presencia académica como las publicaciones de mujeres se multipliquen.