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Los euroescépticos cantan victoria tras el nuevo revés para la UE

El rechazo de los neerlandeses al acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Ucrania supone un nuevo revés para Bruselas y una victoria simbólica para los euroescépticos, a pocos meses del referéndum británico sobre la permanencia de ese estado en el bloque, y sobre el que David Cameron confía en que no influya. Jean-Claude Juncker se declaró «triste» por el «no» al tratado, que para Petro Poroshenko es «un ataque a la unidad de Europa» y a sus «valores».

Pese a la poca participación registrada en el referéndum del miércoles en Países Bajos sobre el acuerdo de asociación entre la UE y Ucrania, un 32,2% –dos puntos por encima del 30% necesario para que fuera válido–, su resultado –un 61,1% en contra y un 38,1% a favor– pone al Gobierno neerlandés en un «verdadero dilema» sobre el camino a seguir, según los analistas. La consulta no es vinculante, pero era percibida como un plebiscito respecto a Bruselas.

El resultado fue saludado como una «victoria aplastante» por los movimientos euroescépticos. «Hemos ganado», concluyó Jan Roos, la cara más visible de GeenPeil, principal impulsor de la consulta. El líder del partido neerlandés de extrema derecha PVV, Geert Wilders, insistió: «Se trata de una moción de desconfianza del pueblo contra las élites de Bruselas y de Amsterdam». Y opinó que significa «el comienzo del fin de la UE».

Matthew Elliott, director del movimiento Vote Leave a favor del «Brexit», afirmó que «por toda Europa los ciudadanos están hartos de dar más dinero y poder a burócratas sin cara». «Los británicos no son distintos», agregó, en relación al referéndum del 23 de junio en Gran Bretaña sobre la permanencia en la UE. El líder del UKIP, Nigel Farage, dejó entrever que espera que el «no» neerlandés suponga un impulso para esa consulta.

El premier británico, David Cameron, por contra, confió en que «no afecte» al voto de junio al tratarse de «una cuestión muy diferente, mucho más amplia», añadió, aunque sostuvo que «es importante que las instituciones europeas y el Gobierno holandés escuchen lo que dicen los electores, para tratar de comprender y trabajar» a partir de ese resultado.

El balón está ahora en el tejado del Gobierno neerlandés. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, declaró que esperaba las conclusiones del primer ministro, Mark Rutte, así como «sus intenciones».

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se declaró «triste», pero también a la espera de la decisión de Amsterdam sobre los pasos a dar.

Los datos definitivos se conocerán el martes, pero Rutte ya dijo que si el voto era validado, el tratado no podría ser ratificado «tal cual».

Según los analistas, tiene varias opciones, desde la más simbólica, como añadir una frase en el texto, hasta la más compleja: volver a negociar el acuerdo. Con las elecciones legislativas dentro de un año, el Gobierno tendrá que ser prudente y no fomentar sentimientos contra Bruselas, aseguran.

Bruselas dice que el pacto seguirá siendo aplicado de «forma provisional», incluso si «en la práctica» no ha sido ratificado.

No es un «obstáculo»

Para el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, la mera convocatoria de la consulta es «un ataque a la unidad de Europa y a la expansión de los valores europeos». Pero consideró que su resultado no es «un obstáculo en el camino de acercamiento de Ucrania hacia Europa».

Rusia plantea un análisis diametralmente opuesto al considerar que la consulta evidencia «la actitud de los europeos respecto al sistema político ucraniano», según su primer ministro, Dmitri Medvedev. Su titular de Exteriores, Sergei Lavrov, se desentendió de las medidas que ahora pueda tomar Bruselas: «No nos incumbe».