GARA
RIÓ DE JANEIRO

Afectados por la mayor tragedia ambiental de Brasil exigen justicia

Un año después de la mayor catástrofe ambiental de Brasil, familiares de las 19 víctimas del deslave minero que arrasó varias localidades en el sudeste del país aún claman por justicia. El 5 de noviembre de 2015, un dique de la minera Samarco, copropiedad de la brasileña Vale y de la anglo-australiana BHP-Billiton, cedió de manera abrupta y liberó 32 millones de metros cúbicos de barro que arrasaron el pueblo cercano de Bento Rodrigues y continuó con su remolino de destrucción hasta llegar al océano Atlántico.

El tsunami de lodo se arrastró 640 kilómetros a lo largo del Rio Doce, matando a trabajadores mineros y habitantes de Bento Rodrigues. Miles de personas perdieron sus casas y sus trabajos.

Enfrentada ahora a multimillonarias demandas y acusaciones de homicidio calificado, Samarco insiste en que está haciendo todo lo posible para superar lo que considera un trágico accidente.

Pero para las familias de las víctimas, no es suficiente. El mayor compromiso de Samarco es construir dos nuevos pueblos para los habitantes de Bento Rodrigues y Paracatu, otra comunidad rural enterrada por el alud de barro que, sin embargo, no provocó muertos allí.

Solo en Bento Rodrigues hubo 236 familias forzadas a salir del lugar, según la empresa. Otras 108 fueron desplazadas de Paracatu. A la fecha, ni un ladrillo se ha instalado; sus futuros habitantes continúan alojados en casas alquiladas.

El Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU ha pedido a Brasil que acelere la respuesta a las reclamaciones sociales, ecológicas y económicas de los damnificados, ya que «las medidas tomadas son simplemente insuficientes».