Joseba VIVANCO

NO GANARON POR PELOTAS, SINO A PELOTAZOS

NO GANARON POR PELOTAS, GANARON A PELOTAZOS. ELLOS, LOS FAVORITOS DE LA CÁTEDRA, SE CIñERON A SU JUEGO, A LO QUE TENÍAN QUE HACER, MÁS ALLÁ DE POLÉMICAS ESTÉRILES SOBRE EL MATERIAL. Y SU JUEGO LO SUFRIÓ LARUNBE, ASEDIADO, AL QUE NI SUS BULLICIOSOS SEGUIDORES NI UN ENORME OINATZ PUDIERON ENMENDAR LA PLANA.

Con el favoritismo asumido de que las txapelas adornarían las cabezas del dúo de Arama y Bergara y un par de centenares de entradas por vender, se apuraba la cuenta atrás de la Final del Parejas necesitada de algo de atención, entre tanto “artesano de la paz”, Itzulia y Korrika, cuando se recurrió a la excusa más antigua del mundo pelotalaze, el cestaño, tanto que la polémica generada recordó a la repetitiva pregunta con la que el periodista y humorista Ramón Arangüena sorprendía a sus entrevistados, ¿recuerdan? aquello de ¿qué fue de su agria polémica con Iñaki Gabilondo? Para dilucidar la artificial discrepancia, cuestión de pelotas, nada como hacerlo entre esas dos paredes que encierran a los pelotaris, ahí donde tras el último cartón los ganadores festejan en los cuadros alegres, mientras los derrotados se encaminan cabizbajos, anónimos, invisibles hacia el rebote, rumbo a vestuarios. No obstante, todo final tiene un principio. Y en él, la pelota estaba en el tejado. En el de Irribarria y Rezusta, favoritos, sobre todo tras caer la chapa del lado colorado, no sin su buena dosis de incertidumbre, y bien sabe todo pelotari que un tanto empieza con el saque. Pero tanto que cayó del lazo azul, el primero, pero no el último, el definitivo, el 22.

Dice la estadística que apenas el 10% de la población mundial es zurda. Pero ayer, sobre la cancha, eran la mitad. Son distintos, desequilibrantes, incómodos, quirúrgicos, incluso la Biblia contiene un centenar de referencias positivas de los diestros y veinticino negativas para los siniestros. Servidores de Satanás, los calificó la Santa Inquisición. Pero ayer suya fue la gloria. Del contrario, la pasión.

Igualdad inicial en el marcador, Oinatz hace las veces de maestro del alumno, un Larunbe fallón de inicio, con palmada en el trasero. Nadie se va de nadie, alternancia en el Frontón Bizkaia. Primeros intercambios, soltar nervios, la “meada del miedo” que dicen los deportistas. Entra Rezusta a su primera con la diestra, obligado, y se le va al colchón de arriba. El delantero de Leitza aguanta. El de Galdakao sufre más allá del siete, desterrado a pelotazos por la pareja guipuzcoana. La han tomado con él. Tienen fijación. Saben del punto débil del rival y no van a soltarlo.

Oinatz tira de Larunbe

Los rojos hacen el octavo, tras un intercambio de golpeos que dejaron al frontón sin aire, a la grada sin respiración y a los protagonistas casi catatónicos. 8-6. Pero los azules toman ventaja, el joven Larunbe, jaleado por los suyos, da una de cal y otra de arena. No es su día. Lo sabe la grada, lo saben sus contrincantes, lo sabe su compañero, lo sabe él. Entonces, emerge Oinatz, un potrero que dirían los argentinos, un carasucia. Queréis guerra, pues la váis a tener. Un ojo para los rivales, otro con Larunbe. Bengoetxea, ayer padre, sicólogo, apagafuegos de su dubitativa pareja de baile.

El menudo navarro se agarra a un clavo, arriesga y saca tantos de genio. Grande. Se escucha su nombre, entremezclado con los de «Mikel Larunbe lo, lo, lo...» Oinatz saca... y machaca. Es el 13-11, y el cántico islandés seguido de un coro de aplausos que se popularizó en última Eurocopa llega también a los frontones. 13-12, el otro tanto agotador de la final. El canto del cisne.

Mientras el impetuoso Oinatz buscaba el cuerpo a cuerpo, bajar al barro, jugar en la plaza del pueblo, la dupla guipuzcoana tenía clara su estrategia, doblegar a un quebrado Larunbe cada vez más desesperado, incapaz, al que o las pelotas no le llegaban o se le iban en exceso. Al zaguero vizcaino le daban sopas con ondas, una tras otra, golpeos de gigantes, inasequible Rezusta, un martillo por mano. Una, y otra, y otra. El partido solo tenía ya un color. Colorado.

Un tanto tras otro. Dejarse ir. Cartón 19. La suerte parece echada. El 21. Saca Irribarria. Tanto largo, agonizante, pero que el de Arama no sabe finiquitar. Cuestión de un par de pelotazos más. Final. Una vez más la pelota con ese signo dicotómico de vencedores y vencidos. Ganaron los favoritos, porque no fallaron, porque hicieron lo que tenían que hacer, lo que todo el mundo sabía que iban a hacer. Con merecimiento, un gran Rezusta ante un enorme Oinatz. Cada cual con sus armas y fundamentos. Y hasta ahí. Porque tras el cartón 22, fue una fiesta, donde irrumpieron seguidores, abrazos, cánticos, aficionados de unos y otros que se reconocieron mutuamente, donde la txapela de campeones hizo justicia y coronó a los mejores. A la pelota hay que escucharla, dicen. Pero a los pelotaris también. Y ayer hablaron ellos, sin polémicas previas que distraigan, sobre la cancha. La pelota es de los que juegan, y ellos ganan y ellos pierden. Irribarria y Rezusta. No por pelotas, sino a pelotazos.

Los campeones asumen que no jugaron su mejor partido

Asumieron que no había sido su mejor partido del campeonato, pero lo que importa es la txapela final. Iker Irribarria, nuevo campeón del Parejas, reconoció que «ellos han empezando jugando una barbaridad. Larunbe no perdía y Oinatz acababa las pelotas delante, pero hemos seguido trabajando y ayudándonos, y con buenas sensaciones hemos ganado la txapela», apuntó el de Arama, quien se reía cuando le hablaban de si era un ‘hombre récord’ por su precocidad a la hora de ganar campeonatos: «Ojalá fuera. Hay que seguir trabajando y ahora hay que preparar ya el mano a mano, que esto no se acaba aquí», dijo el zurdo de Arama antes de restar importancia a la trascendencia del material en el desarrollo de la final y que tanto había dado de qué hablar. «Cada uno tiene su opinión, teniendo en cuenta que hemos estado tres pegadores en la cancha y se ha visto que no ha habido ningún rebote. Al final, que cada uno saque sus conclusiones», zanjó.

Por su parte, Beñat Rezusta se refirió a los nervios del debutante Mikel Larunbe, respondiendo que nervios todos tienen en una final, pero matizando que «tampoco ha empezado mal, igual ha fallado más en la segunda parte, pero también es verdad que ha tenido trabajo, hemos cargado atrás y entonces se te complica la cosa». Esa fue la clave de su victoria.

Respecto al premio final de la victoria, ambos pelotaris estuvieron de acuerdo en que era el colofón a su buen campeonato. «Tenemos baches, épocas mejores y peores, pero hemos seguido trabajando y aquí están los frutos. Esto es trabajo y seguir», comentó Beñat, que reconoció le había costado entrar al partido, «pero ahí Iker me ha ayudado un montón, y en la segunda parte también yo me he encontrado». Un Rezusta nominado mejor pelotari del torneo, premio que dedicó también a su compañero, «que me ha ayudado mucho en muchos partidos, quitándome malas pelotas, y así juegas más cómodo». El de Bergara, uno de los grandes destacados, fue jaleado por numerosos seguidores, hasta manteado, y requerido para infinidad de fotos.J.V.

Oinatz, comprensivo con un Larunbe que admite su culpa

«Ha sido un partido complicado, sabíamos que ellos iban a meter mucha carga atrás, e Iker ha estado un poco tenso, que es normal, es su primera final, tienes muchas cosas en la cabeza y jugar bien tu primera final es muy complicado. Ha estado un poco fuera del partido, lo hemos luchado a tope, pero ellos han estado serios, han sacado todo su poder, en este frontón duro, y hay que mirar el campeonato que hemos hecho, hay que estar contentos. Me alegro mucho por Mikel por su primera final», fueron las palabras comprensivas de Oinatz Bengoetxea, resignado. «Ellos no se han complicado demasiado, Rezusta ha jugado muchísimo, Iker también, serio, y al final lo que se ha visto en el campeonato, gastan mucho al zaguero y la balanza cae hacia ellos», añadió en su balance de la final. E igualmente se mostró caballero al ser preguntado por el material, respondiendo que «no hay que darle más importancia, porque no es justo para los campeones que se hable de eso, son los justos vencedores, hoy también». Por su parte, Mikel, el señalado en esta final, no tuvo empacho alguno en reconocer que no había jugado bien y era el principal culpable. «Es lo que hay. No hay que poner pegas en decirlo, todos lo hemos visto, he hecho un mal partido, pero no es poco tener la oportunidad de jugar una final. Hay que quedarse con el campeonato entero. He aprendido mucho, aunque es una pena porque Oinatz ha estado terrible, he salido a luchar y no he podido hacerlo como me hubiera gustado, no he podido agarrarme al partido». No creía el de Galdako que la tensión inicial le hubiera pasado factura, aunque admitió que «igual me ha afectado con algunos fallos, porque ellos dominaban y yo no soltaba el pelotazo». Es más, fue tan sincero que confesó que «Oinatz llevaba el juego a su terreno pero yo les daba los tantos a ellos con mis fallos, eso es lo que ha pasado». No obstante, Larunbe dejó claro que «seguro que si tengo otra oportunidad como esta lo haré mejor, y seguiré trabajando como hasta ahora para ello».J.V.