Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA
ENTREVISTA

«Comparto un 90% del análisis euroescéptico y un 1% de sus propuestas»

Nacido en 1953 en Derdemonde, Flandria, ex primer ministro de Bélgica entre 1998 y 2008, negocia los términos del «divorcio», del Brexit. «Fue un gran fracaso», reconoce, pero también «es una gran oportunidad» para otra Europa, federal.

Invitado a los cursos de verano de la UPV-EHU con motivo del 60 aniversario del Tratado de Roma, el negociador jefe para el Brexit del Parlamento Europeo visitó anteayer Donostia. Y lo hizo en víspera del comienzo oficial de las negociaciones para fijar los términos del «divorcio civilizado» entre la UE y Gran Bretaña que comienzan mañana. El Palacio Miramar fue la sede de una conferencia en la que Guy Verhofstadt reclamó una vuelta a los orígenes y fundamentos de la Unión, así como una nueva narrativa, reformas radicales y urgentes, sin las cuales la UE podría tener peligros existenciales.

Este flamenco aficionado al ciclismo y que antes de ser político siempre quiso ser actor, brilló con su apasionada oratoria, cargada de hilaridad, «porque sin humor la vida es muy difícil». Considerado como una de las «grandes gueules» europeas, sigue siendo fiel a su ideal federal a pesar de no encontrar muchos adeptos a su modelo.

No obstante, en comparación a hace un año, se muestra más optimista. «Entonces la depresión era generalizada y la sombra desintegradora, con su efecto dominó, llegaba desde un Grexit evitado de chiripa, junto al shock del Brexit consumado y la posibilidad del Frexit. La situación ha mejorado tras la victoria de fuerzas proeuropeas en Austria, Holanda y el Estado francés frente a Norbert Hofer, Geert Wilders y Marine Le Pen». De hecho, reconoce que hay gente que ahora le dice que «si no existiera el Brexit habría que inventarlo». Y lo que a todas luces es un fracaso mayúsculo para la UE ha abierto posibilidades para hacer cambios que permitan pasar de lo que hoy es «una confederación de Estado-naciones basada en la regla de la unanimidad, que te hace responder demasiado tarde y demasiado poco, a un modelo federal donde mande la mayoría».

Para ello, reclama «liderazgo político y reformas institucionales radicales». «Cuando hablo de la Europa federal no estoy pensando en un super-Estado. Hablo de un gobierno europeo pequeño, de 12 o 15 miembros, con un Parlamento verdadero y un Senado de las naciones y regiones, de listas electorales transnacionales y no las locales que existen ahora, de un Tesoro propio, unos bonos europeos, otra gobernanza, un Ejército propio, en definitiva, de los Estados Unidos de Europa».

Uno de los fundadores de la Unión Europea, Jean Monnet, haciendo de la necesidad virtud, dijo que «Europa será la respuesta que esta dé a las diferentes crisis». Planteamos a Verhofstadt si el camino que espera a la UE es el de ir saltando de crisis en crisis hasta que algún día llegue la «crisis perfecta» y sea sepultada por la avalancha.

«No podemos seguir así»

Se le nota preocupado. «El guión de Europa empieza desde el fracaso, con la Constitución de los años 50 que por el rechazo de los franceses no pudo nunca entrar en vigor, pero no creo que puedas ir gestionando crisis hasta la eternidad. Llegará un día una crisis que terminará con la UE si no se fijan otras bases. No es cierto que nuestro sistema no pueda desaparecer, todos pueden hacerlo. Esa idea de que Europa es una historia de reacción, que se hace paso a paso, buscando respuestas sobre la marcha a los desafíos que se presentan, no la comparto. Las siguientes crisis, sean bancarias, financieras o migratorias, están ahí, a la vuelta de la esquina, y no estamos preparados».

Preguntado sobre si no tiene la impresión de predicar en el desierto, cita el ejemplo de la unión bancaria. «Hace solo dos años muchos líderes me decían que era algo completamente fuera de lugar. Y con cierta amargura, remarca: «Algunos sólo toman decisiones cuando están al borde del precipicio».

«No podemos seguir con una UE que tiene grandes objetivos pero le faltan instrumentos, sin fijar bases, sin reformas radicales. No digo que Europa esté en cuidados paliativos, pero en ausencia de una intervención drástica, si seguimos siendo incapaces de gestionar las crisis rápida y eficazmente, puede morir».

Reconoce ser muy crítico con el funcionamiento de la UE, y dice «compartir un 90% del análisis euroescéptico y un 1% de sus propuestas. Pero la repuesta no es romper la UE, sino reformarla. No es volver a los Estados-nación, si no crear capacidades europeas para hacer frente a las disfuncionalidades. El futuro es de las civilizaciones y de los imperios y Europa debe ser un imperio del bien. Seamos honestos, ¿cómo vamos a defender nuestros intereses frente a los chinos, indios o americanos? Si no lo hacemos como una única entidad, estamos perdidos».

Catalunya e Irlanda

No perdemos la oportunidad de preguntar sobre dos naciones que miran a Europa y a las que esta debería atender: Catalunya e Irlanda. Con la primera, Verhofstadt se cuida en salud: «No intervengo en problemas internos de España, es una cuestión de supervivencia. En el grupo liberal europeo tenemos esa línea roja. El PNV y Ciudadanos están juntos, si quiero sobrevivir a lo que tengo y a lo que represento, no puedo pasar esa línea».

Sobre Irlanda en el escenario post-Brexit, se muestra muy preocupado. «No estamos a favor de una nueva frontera entre Dublín y Belfast. 1.800.000 europeos viven allí, quieren seguir siéndolo, más de un tercio de ellos tiene pasaporte irlandés y ese número crece, esta gente seguirá perteneciendo a la UE. Hay que buscar una respuesta que no vuelva a abrir la puerta al conflicto y a la violencia, pero si empezamos otra vez a construir esa frontera, se haga técnicamente como se haga, malo, muy malo. Te seré sincero, hasta ahora no he escuchado a nadie una solución a ese problema».