David GOTXIKOA
FESTIVAL DE JAZZ DE GASTEIZ

LÁGRIMAS DE PERRO AZUL

UN RUBÉN BLADES EN FORMA OFRECIÓ UN GENEROSO CONCIERTO QUE SIRVIÓ PARA CLAUSURAR LA 41ª EDICIÓN DEL FESTIVAL. EL ALL-STARS FEMENINO WOMAN TO WOMAN DEMOSTRÓ QUE EL JAZZ NO TIENE GÉNERO Y CORONÓ A CÉCILE MCLORIN COMO LA NUEVA FAVORITA DEL PÚBLICO LOCAL.

El colectivo de jazzwomen que abrió la última velada en Mendizorrotza reedita una idea nacida en París hace un año con ocasión del Día Internacional de la Mujer. Todas son artistas que se justifican a sí mismas sin necesidad de otros pretextos, y el concierto que ofrecieron estuvo sobrado de clase, con un repertorio pensado para repartir protagonismos. Melissa Aldana (saxo tenor) e Ingrid Jensen (trompeta, sensacional en el “Flamenco Sketches” de Miles Davis) ya demostraron en Gasteiz su valía, la chilena liderando a un formidable trío y la segunda como invitada de Gonzalo Tejada en “Konexioa”. Ambas nos dejaron con ganas de escucharlas un buen rato más. Anat Cohen (clarinete) y Renee Rosness (piano y dirección musical) estuvieron igualmente exquisitas y dejaron destellos de auténtica maestría; por su parte, Noriko Ueda (contrabajo) y el dúo Sylvia Cuenca/Allison Miller –ambas se turnaron en el set de batería– completaron un trabajo tremendamente sólido para dar estructura a los diferentes combos que iban tomando forma sobre el escenario. Todo esto hubiera sido suficiente para volver a casa muy satisfechos, pero a la noche le faltaba una guinda: Cécile McLorin Salvant.

Pese a su juventud –recordemos que solo tiene veintisiete años– muestra ya hechuras de veterana: es una vocalista completamente formada que domina con temple y naturalidad el escenario pero, lo mejor de todo, sigue creciendo ante nuestros ojos. En su voz, “Yesterdays”, “Gracias a la vida” o “Alfonsina y el Mar” cobran vida de forma conmovedora y sin efectismos. Lágrimas en los ojos, créanme. Seguiremos esperándola en próximas ediciones, porque este romance no ha hecho sino empezar y promete capítulos inolvidables. Una entre un millón.

La «despedida» de Blades

Existen sospechas razonables de que esta no será la última gira de Rubén Blades: Durante las últimas semanas el panameño se ha apresurado a matizar que sería su último tour “de Salsa”, aunque siempre está a tiempo de pensárselo mejor en función de cómo tome forma su agenda política. En cualquier caso los promotores la han promocionado así, y el público respondió masivamente.

Blades conserva intacto su carisma y es un enorme contador de historias, propias y ajenas. Así que –con el apoyo de unos visuales de lo más delirantes– la noche estuvo bien surtida de anécdotas, recuerdos a los compadres que “se mudaron al otro barrio” (Ray Barretto, Héctor Lavoe, García Marquez, Tito Puente) y guiños a la gran historia de la Salsa, personalizada en el legado del emblemático sello Fania. Todo ello le honra.

Aunque la estrella bromeó en varias ocasiones sobre el encaje de la salsa en el elitista mundo del jazz, no dudó en cumplir un viejo sueño mediante la adaptación de “Mack the Knife”, mostrando una faceta de crooner que no le vino grande, y donde la orquesta que dirige Roberto Delgado sonó estupendamente. Aunque fue en clásicos propios como “Juan Pachanga”, “Prohibido Olvidar” o –faltaría más– “Pedro Navaja” cuando la fiesta tocó verdadero techo, para completar un largo espectáculo que se extendió durante dos horas largas hasta la “despedida final”. Hagan sus apuestas. Pero por pedir que no quede: algo menos de volumen habría sido de agradecer.