Aritz INTXUSTA

PREFIERO SER YO QUIEN DECIDA HASTA CUÁNDO MERECE LA PENA QUE ME ESTIREN LA VIDA

Nafarroa renueva sus protocolos para agilizar la tramitación de «testamentos vitales» en cualquier centro de salud. Se trata de escritos formales en los que cada uno puede poner límites a la hora de que le mantengan con vida en determinadas situaciones.

No siempre que se está entre la vida y la muerte hay condiciones para decidir, pensar con racionalida, incluso pensar. En consecuencia, la única opción es prever. Desde hace 15 años, se pueden dejar por escrito Documentos de Voluntades Anticipadas, también conocidos como «testamentos vitales», en los que se describen qué tratamientos médicos se está dispuesto a asumir en determinadas situaciones o, también, quién es la persona capacitada para tomar esa determinación.

Ni siquiera el 1% de la población navarra ha elaborado su testamento vital. Según Osasunbidea, solo lo tienen 5.333 navarros. Buena parte de ellos son mujeres; dos de cada tres. Por franjas de edad, la mayoría de las personas que han registrado este documento tienen entre 56 y 76 años. Y los datos de la CAV se mueven en magnitudes igual de bajas. A principios de año había unas 15.000 en los tres herrialdes, aunque Araba iniciaba un sistema de agilización de trámites.

En gran medida, la baja incidencia en el ejercicio de este derecho se debe a lo engorroso de los trámites. En un primer momento, era necesario que los testamentos vitales estuvieran rubricados ante notario y con tres testigos. Hasta entonces, la media en Nafarroa era inferior a los 200 testamentos anuales. En los tres últimos años, sin embargo, se eliminó el requisito de los testigos y los documentos se tramitan directamente en centros de salud. En 2015 y 2016 se han alcanzado el millar de documentos por año.

Modelos y el debate sobre el fondo

Lejos de lo que pudiera parecer, la elaboración de un testamento vital resulta relativamente sencilla. Ya en la web del Gobierno navarro se pueden descargar modelos que recogen las principales circunstancias en las que el testamento puede ser útil: «estado vegetativo crónico», «enfermedad avanzada de pronóstico fatal», «demencia grave»... Y también qué directrices de actuación se marcan a los sanitarios sobre el uso de sedantes para evitar el dolor, no prolongar inútilmente la vida o «que sin perjuicio de las decisiones tomadas, se me garantice la asistencia sanitaria necesaria para procurarme una muerte digna». Por defecto, en el texto modelo navarro se indica el deseo de donar órganos y tejidos, aunque esta parte, como todo lo demás, puede cambiarse a voluntad, como es lógico. De todo ello informan trabajadoras sociales de los centros de salud, que a lo largo de este año se han formado con sanitarios cercanos a la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD).

La asociación Derecho a Morir Dignamente tiene su propio modelo de testamento vital y la Iglesia también ha elaborado documentos según su credo. Manu Eciolaza es el presidente de DMD en Nafarroa. «En el nuestro se incluye que, si fuera legal en ese momento, se contemple también la eutanasia. Yo lo que le pido al Olentzero es una ley de eutanasia y que cambien el Código Penal», afirma. Aun así, Eciolaza da una enorme importancia a los testamentos vitales. «Hemos estado trabajando con distintos municipios navarros, como Tutera o Iruñea para que tengan en su web documentos de este tipo». subraya. «Nosotros animamos a que se realicen testamentos vitales para evitar lo que antes se conocía como encarnizamiento terapéutico –prosigue Eciolaza–. Se pueden cambiar cuantas veces se quiera y siempre te van a asesorar cuando los hagas».

Los testamentos vitales son un paso adelante en el derecho a apearse de la vida. En países más avanzados en este aspecto, el número de personas que toman la decisión resulta significativo. En Holanda, un 4% de las muertes son eutanasias. Y la mayoría no son ancianos. En cuatro de cada cinco casos, se trata de enfermos de cáncer que, debido al dolor, deciden que no vale la pena seguir.