La próxima quincena llega cargada de jornadas de alto voltaje en Catalunya, empezando por mañana mismo, cuando se hará pública la sentencia del «caso Palau» sobre la financiación ilegal de Convergència, y acabando el 30 y 31 de enero, fecha en la que, si no hay cambios en el calendario, se celebrará la sesión de investidura en un Parlament que se constituirá formalmente el próximo miércoles. A la cacofonía independentista ante este intenso calendario se le pudo tomar el pulso ayer, jornada en la que los tres principales partidos celebraron reuniones de sus respectivas direcciones.

En pleno debate sobre cómo se puede realizar la investidura de Puigdemont, el principal titular corrió a cargo de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, que pidió «realismo» al independentismo. «No recuperar las instituciones sería claramente consolidar este gobierno del PP», añadió sobre la necesidad de una investidura que ponga en marcha un Govern. Asimismo, llamó al soberanismo a «buscar alianzas y explorar las fronteras del independentismo para seguir creciendo y ser cada vez más fuertes».

Por su lado, Puigdemont insistió en ser investido, ya que «el resultado del 21D no admite discusión». «No podemos permitir que el Estado español protagonice un fraude democrático», añadió en un mensaje dirigido a la reunión de la dirección del PDeCAT, de la cual ayer se despidió definitivamente Artur Mas.

Finalmente, el Consell Polític de la CUP decidió ofrecerse a formar parte de la Mesa del Parlament, algo para lo que necesitaría que JxCat o ERC le cediesen una de sus sillas. Asimismo, anunciaron que formarán parte del grupo mixto junto al PP.