Bego Aranzasti y Mati Iturralde
Trabajadoras y delegadas de LAB en Osakidetza
KOLABORAZIOA

«Operación OPE» en Osakidetza

La potentísima maquinaria del departamento de Sanidad y Osakidetza ha puesto en marcha una nueva OPE consiguiendo que decenas de miles de vascas y vascos se lancen a la maratón de buscar temarios, pagar cursos especializados o bucear en bibliografías, a veces incluso, descatalogadas. Los mecanismos de buscar una salida a la precariedad laboral se reproducen una y otra vez, a pesar de que la mayoría de las personas que opositan solo conseguirán mantenerse en las listas de contratación y el escasísimo margen de mejora dependerá de algún punto raspado en el examen.

En esta carrera de obstáculos, las mujeres además arrastran el peso añadido de la desigualdad. En el informe diagnóstico realizado por Osakidetza, empresa con mayor empleo de mujeres de la CAV tal como nos recuerdan sus gestores, resulta que la mayoría de las mujeres pertenecen a los grupos profesionales de enfermeras y auxiliares de enfermería, frente a los hombres, cuya mayoría pertenecen a categorías superiores. Esto trae consigo una brecha salarial global de un 24,44% desfavorable para las mujeres.

En cuanto al empleo precario, las mujeres resultan también campeonas con un 89% de los contratos a tiempo parcial, inferior al 51% de la jornada. Lo mismo ocurre con la eventualidad, que afecta a casi el 40% de las trabajadoras de Osakidetza. Por si fuera poco, muchas mujeres se han visto expulsadas del sistema público a causa de la privatización de categorías no sanitarias en la que miles de trabajadoras buscaban trabajo digno.

Osakidetza ha conseguido en los últimos años reducir la negociación colectiva a acuerdos parciales en la Mesa Sectorial y las OPE se han convertido en el botín más codiciado para algunos sindicatos. Sin embargo, la realidad es muy terca. A pesar de que la administración afirme que existe un compromiso firme con el empleo estable y de calidad los contenidos de la negociación se centran en el número de plazas a ofertar. Aquí los sindicatos corporativos (SATSE y SME) intentan mejorar la posición de su parroquia en el reparto por categorías con lo que la administración consigue acuerdos interesados.

Lo cierto es que desde el 2009, el Estado decidió imponer la reducción drástica del déficit público y estableció además del techo de gasto, la reducción de la tasa de reposición, esto es, las plazas que se cubren tras quedar vacantes. El Gobierno Vasco obedeció sin rechistar y en Osakidetza se ajustaron las plazas ofertadas de turno libre en las OPEs a números ridículos: 374 plazas en 2014 y 297 en 2015. En el 2016, en Madrid empezaron los brotes verdes de una supuesta recuperación económica y se levantó un poquito el pie del freno, así que se volvió a la tasa de reposición del 100%. Y ahora, en 2017, se convoca otra OPE de 2.104 plazas en turno libre, aunque los números no dan porque ni de lejos se remedian las plazas no repuestas los años anteriores, ni tampoco se cubren las nuevas necesidades y carencias del sistema que mantiene en eventualidad al 36% de la plantilla.

Durante todos estos años, aunque no hayamos firmado ninguna de las últimas OPEs por insuficientes y mal planteadas, LAB no ha dejado de hacer propuestas e intentado introducir racionalidad en la negociación pidiendo una y otra vez un plan de empresa a corto medio y largo plazo que tuviera en cuenta los cambios demográficos, las nuevas demandas sanitarias, los nuevos perfiles formativos; y nada de esto se ha tenido en cuenta por la administración. Eso sí, para esta última OPE se ha rescatado parcialmente (en una versión bastante descafeinada) una propuesta que realizamos en el 2011 para poder conservar la nota de los exámenes. Propuesta que SATSE se atribuye y junto con Osakidetza, vende como la gran novedad. Es curioso, ya que durante todos estos años dicha medida ha sido ninguneada y hasta despreciada por quienes ahora la presentan a bombo y platillo.

Osakidetza sigue instalada en la autocomplacencia y como las palabras crean lo que definen en el nuevo lenguaje empresarial de la corporación, son precisamente «la misión, la visión y los valores» los que producen ingentes cantidades de humo, que oculta que no es cierto que las personas sean el centro del sistema. Por ejemplo, ante la escasez de personal médico, ¿por qué ha renunciado el último año el departamento de Sanidad a 41 plazas MIR para la formación de médicos y médicas en Osakidetza?

Mientras escribíamos este articulo ha saltado a las noticias una celebrada donación de Amancio Ortega a Osakidetza, una compañera nos ha llamado para contarnos que la espera media para la Unidad del Dolor en Cruces es de ocho meses, y en los centros de trabajo ya se ha instalado la ansiedad entre compañeras y compañeros eventuales, que tendrán que empezar a estudiar para poder seguir trabajando en las precarias y temporales plazas que ya ocupan.

Es un reflejo del momento en que vivimos, donde es difícil separar el marketing de la realidad y resulta demasiado sencillo abrir falsas expectativas en las personas que sueñan con un trabajo digno y estable que les permita desarrollar su proyecto de vida.