Aritz INTXUSTA
RIADAS EN NAFARROA

ERRIBERA SALE A FLOTE TRAS LA ÚLTIMA INUNDACIÓN

Los daños por la avenida de agua en los grandes ríos navarros fueron menores que en 2015. Tras esa gran riada se renovaron los protocolos de aviso y se repararon muchos diques, lo que provocó que el agua se comportara mejor, las alertas llegaran antes y, de este modo, se redujera la afección.

El tráfico en la Nacional 113 a la altura de Castejón no se reabrió hasta el mediodía del jueves. La carretera llevaba seis días cerrada desde que el Ebro la anegara al salirse de su cauce. Faustino León, concejal del grupo de izquierdas endémico de la localidad ferroviaria, la Unidad Popular Socialista Castejonera (UPSC), considera que cada año el agua sube más. «Lo que era una llanura natural, con sus choperas que retenían el agua, se parece cada vez más a un canal. Las autopistas, la variante y ahora el paretón que han hecho para las vías del TAV hacen que cada vez el agua suba más alto y más fácil. Porque ahora cuando salta el agua, lo hace con mucha violencia y mucha fuerza», sostiene.

El principal golpe en ese pueblo se lo llevan los agricultores que labran «en los dominios del río», según entiende el concejal. Pero cada vez que la carretera se corta, afecta a todos los castejoneros. Hay unas 300 personas, la mayoría mujeres, que trabajan en las conserveras de pueblos cercanos y que pasan de conducir 26 kilómetros hasta Arguedas a dar vueltas de unos 80 km. Las imágenes de los coches tratando de cruzar la recta que lleva hasta Arguedas son impresionantes. Lamenta que esas afecciones a los vecinos no se cuantifiquen, pero lo que más le preocupa que el agua entre a las centrales. «Como el agua ya no puede fluir hacia la variante y donde han construido el TAV, cada vez avanza más hacia las térmicas y sería un desastre», asegura.

El viernes día 12, el Ebro traía exactamente 2.596 metros cúbicos de agua y alcanzó una altura de 7,68 metros a su paso por Castejón. El responsable de estos cálculos es César Martínez, director del Servicio de Economía Circular y Agua de Nafarroa. Según él, el gran problema que tiene Castejón se debe a las motas, que son las culpables de que los cortes de carretera duren tanto tiempo. Las motas son diques de tierra colocados en las márgenes para encauzar los ríos. Las más de las veces, sirven para contener pequeñas subidas de caudal, pero cuando el agua las sobrepasa por encima como en la última riada, tienen un efecto negativo, pues impiden que el agua desbordada regrese de nuevo al cauce, por lo que se encharca. Y una de esas enormes charcas es la que ha mantenido cortada la N113 durante estos seis días.

Martínez confirma que la riada ha sido menor que la de 2015 en cuanto a caudal y, sobre todo, en cuanto a daños. Aunque en esta ocasión, la afección ha resultado un poco más difícil de cuantificar. «Lo principal es delimitar bien la mancha de agua, porque así sabemos hasta donde llega la zona inundada», explica el técnico. Esto se consigue, fundamentalmente, desde el aire. En la riada de hace tres años, tuvieron la suerte de encontrar la fotografía de un satélite que captó esa «mancha» con enorme precisión. En esta ocasión, las nubes impidieron a los satélites recoger la zona inundada, por lo que Martínez ha tenido que recomponerla a través de un puzzle de imágenes y vídeos que provienen en su mayoría de los vuelos que ha realizado el helicóptero de Policía Foral. La ortofotografía resultante se difundió el viernes y da un total de 10.016 hectáreas afectadas, de las cuales la mitad serían cultivos (5.272).

Reparación de las motas

«Además de pintar la mancha con imágenes, el servicio también inspecciona y recoge todos los avisos que llegan, tanto de particulares como de nuestro guarderío y de los forales», prosigue Martínez. En particular, el Servicio de Economía Circular y Agua centra su atención en localizar dónde se han roto las motas y cuáles son los puntos exactos por los que se desbordan los ríos. «Ahora tenemos que estar muy vigilantes a nuevas crecidas que puedan darse, porque los ríos se escaparán por los diques rotos y todavía queda mucha nieve en las montañas», alerta el responsable. «Muchas veces las motas se rompen por la filtración y cuando un río se sale del cauce es difícil que vuelva. Eso es lo que ha pasado en Cabanillas o Ribaforada, que el dique se ha roto».

Sobre la horquilla de caudales que se manejaban en las alertas, el caudal final del Ebro rozó la previsión máxima ya que el Arga aportó más agua de la que se esperaba. Fue ligeramente inferior a la del 27 de febrero de 2015 (2596 m³ frente a 2.690 m³). El Aragón fue el que mejor se comportó. Unos días antes, las presas al norte del Aragón (Esa e Itoitz) desaguaron en previsión de que continuaría lloviendo. Eso desató el episodio más triste y, a su vez, pintoresco de la crecida. El río se escapó de su lecho el día 8 por la noche arrastrando consigo unas 600 ovejas en Kaseda. Las imágenes de algunas de ellas refugiadas en islotes han sido icónicas, pero lamentablemente estos daños no puedan atribuirse a la gran riada que se calificará «desastre natural», ya que esta se produjo los días 12 y 13. Y eso afecta a las ayudas.

Martínez considera muy urgente la reparación de las motas, aunque no es competencia de Nafarroa repararlas. El control de los cauces de los ríos corresponde al Estado y, por tanto, las motas son de la Confederación Hidrográfica del Ebro. «En la CHE siempre han sido reacios a arreglar las motas, porque ellos sostienen que no son suyas, ya que no las construyeron ellos sino que fue una institución ya desaparecida. Pero lo cierto es que siempre las acaban reparando». Precisamente, tras la última gran riada la CHE procedió a reparar muchos diques rotos que ahora han aguantado más tiempo y eso, a juicio del técnico navarro, redujo los daños a los cultivos y caminos agrícolas. Además, Martínez apunta que la crecida se ha comportado de forma distinta a la de 2012. «Si las motas se rompen, la avenida se retrasa, mientras que si consiguen aguantar, la crecida avanza mucho más rápido», explica el responsable.

El nuevo protocolo de avisos

Según los balances provisionales, los daños en zonas urbanas son los que más han conseguido reducirse, pues esta vez se ha avisado de la crecida con 24 horas antelación. Sobre todo se ha notado en Iruñerria y Tutera, donde los vecinos que viven en zonas inundables pudieron retirar coches, frigoríficos y demás maquinaria de las bajeras antes de que llegara el agua. «Nosotros lo que aplicamos es el Plan de Emergencias ante el Riesgo de Inundaciones, que se actualizó en enero de este año», explica Isabel Anaut, la directora de Protección Civil. El miércoles declaró la situación de Preemergencia y el jueves pasó a Emergencia Nivel 1. «En situaciones así estamos en continua comunicación con la CHE, que nos va pasando datos de caudales y presión. Y nosotros somos quienes alertamos a alcaldes y Policías locales con mensajes y llamadas», dice. Estas alertas suponen también refuerzos en las dotaciones de bomberos, policías y del grupo acuático. Incluso se reorganiza el personal de centros sanitarios por los cortes en las carreteras.

El balance de Anaut es positivo. «Activar el sistema de alertas tan pronto ha tenido una respuesta muy buena. El contactar previamente con los alcaldes nos ha servido, además de para alertarles, para que nos devolvieran las llamadas para avisarnos si veían que pasaba algo en el pueblo. Hemos manejado más información y más rápido».

Afección a cultivos y el «desastre»

Aunque los daños también afectan a las carreteras y, por tanto, a Obras Públicas, quien tiene que determinar el grueso de la afección es Ignacio Gil y su equipo del Departamento de Agricultura. Según sus datos, de la superficie agrícola afectada en la zona del Ebro, el 30,59% son cultivos de cereal de invierno –principalmente trigo y cebada– y el 35,17% corresponde a barbechos en los que se iban a plantar maíz, arroz o tomates. En lo que se refiere a la zona del Arga y el Aragón, el 34,7% de la tierra de cultivo afectada es cereal de invierno, el 30,73% barbecho. Contrariamente a lo que pudiera parecer, las inundaciones en los terrenos de barbecho son las más problemáticas. «El 70% de los campos de cereal sembrados tienen un seguro, por lo que los labradores dependen de ello para cobrar», explica Gil. Sin embargo, los barbechos no se aseguran y la riada puede impedir que los agricultores realicen la plantación a tiempo. «Analizaremos conceder ayudas a la pérdida de renta a los que no puedan sembrar antes del 31 de mayo», adelanta el director general de Desarrollo Rural, Agricultura y Ganadería. Para ello, será clave que la riada sea considerada «desastre natural», pues de otro modo la UE no permite ayudas al entender que afectan a la libre competencia. Por el balance de daños realizado, Gil no tiene dudas de que se conseguirá esta calificación y que, en consecuencia, habrá ayudas tanto por parte del Gobierno Foral como del Ministerio de Agricultura.