GARA
DONOSTIA

Los pequeños placeres captados por Tony Ray-Jones, en San Telmo

Tony Ray-Jones fue un fotógrafo británico de corta pero importante carrera, apenas conocido aquí, del que el Museo San Telmo de Donostia muestra una pequeña parte de su obra, imágenes en blanco y negro en las que capta con ironía la idiosincrasia de la Inglaterra de los años 60. Son 62 fotografías –42 copias y 20 originales– tomadas entre 1966 y 1969, que estarán expuestas en la pinacoteca hasta el próximo 17 de junio.

La muestra recoge los pequeños placeres que la gente de su país se permite en su vida diaria. La muestra “Tony Ray-Jones. Small Pleasures”, está comisariada por María Millán. Ayer habló de este artista, que nació en 1941 y falleció a los 31 años, como «un perfeccionista a la hora de componer, revelar y maquetar».

Durante su estancia en Estados Unidos formó parte de un grupo de fotógrafos emergentes que participaban en los talleres del Design Club en el estudio de Richard Avedon, donde le instruyó el “gurú creativo” Alexey Brodovitch, que siempre le apoyó y fue un referente en su vida y su obra.

La comisaria explicó que, cuando Ray-Jones regresó a Inglaterra en 1965, se encontró un país que había cambiado tanto social como política y económicamente, y se dedicó a recorrer calles, parques, playas, festivales, lugares donde sus compatriotas disfrutaban de instantes de ocio. «Con un sentido del humor bastante afilado, muy irónico, recogió la vida de las diferentes clases sociales. Pero no estaba interesado en hacer fotos bonitas, sino en captar la belleza de estar vivos, los placeres de la vida».

La pareja que elegantemente ataviada e impasible disfruta de un picnic en un prado de Sussex donde pastan vacas y ovejas es quizá una de su imágenes más conocidas, donde esa ironía queda patente, aunque su mirada en es también dura y crítica ante las desigualdades sociales.

«No pertenecía a la clase obrera, pero se sintió siempre muy conectado con la clase trabajadora», aseguró Millán, quien destacó que Ray-Jones nunca obtuvo sus fotografías de posados, pese a interactuar de manera muy cercana con los protagonistas de unas imágenes en las que siempre hay dos o tres narrativas. Además de las fotos de ocio y descanso de su gente, casi un tercio de las obras expuestas proceden de la colaboración que realizó para Manplan, nombre que recibieron los ocho números temáticos que editó la revista “Architectural Review” para examinar la arquitectura y el urbanismo de su país.

Para ello documentó los nuevos barrios y viviendas sociales, y «humanizó y dio vida a espacios no siempre atractivos a primera vista».

«Quiero que mis fotografías, como las películas de Buñuel, muerdan, que inquieten a la vez, que hagan pensar. Quiero que sean crudas, que emocionen y que además tengan humor», afirmó este fotógrafo, que murió de leucemia en marzo de 1972.