Joseba VIVANCO
Athletic

No fue indolencia, fue incapacidad

Los leones se vieron impotentes en Anoeta porque en lo futbolístico se han sentido impotentes durante toda la temporada.

«Los lunes siempre pienso en cambiar a diez jugadores, los martes a siete u ocho, los jueves a cuatro, el viernes a dos, y el sábado ya pienso que tienen que jugar los mismos cabrones». La frase de John Toshack no por sabida y manida deja de perder un ápice de vigencia, máxime tras actuaciones como la del Athletic en Anoeta. Iñaki Williams se hacía eco ayer de un tuit de 2016 de un declarado athleticzale como Dani Rovira, en el que acompañado por la foto de un león malherido, decía que «la naturaleza nos enseña que para ser el rey, hay que ganárselo». El propio jugador rojiblanco confesaba, tras la dolorosa derrota y peor imagen en feudo realista, que había sido un «batacazo» y que «en días como hoy quieres irte a casa a encerrarte». Esa es la cruda realidad del Athletic de esta aciaga temporada y de su entorno, una afición huérfana de alegrías este curso y sin nada ya a lo que agarrarse. Es más, mejor ni imaginarse lo que puede ser el veredicto de la grada de San Mamés en la despedida ante el Espanyol, y no por cómo evalúe in situ la campaña de los suyos, sino por la desbandada generalizada que puede darse entre la masa social. Al tiempo.

Alfredo di Stéfano salía en defensa de las zagas rivales para quejarse de que no soportaba «que los periodistas escriban “la pasividad de la defensa”. ¿Qué pasividad de la defensa? Yo nunca vi a una defensa que dijera: “Pase, Alfredo, y meta gol’’». La indolente imagen que durante la mayor parte del derbi ofreció el Athletic tuvo que ver con la trayectoria que arrastra el equipo durante este curso, no conque ante un partido de máxima rivalidad salieran desganados, atolondrados y derrotados antes de tiempo. San José no se mete dos goles en propia puerta por hacerse un hueco en las estadísticas del club o la propia Liga, es fruto de una dinámica autodestructiva de un equipo, en lo grupal y en lo indidivual, que se visualiza en gruesos errores como estos. Que toca fondo en encuentros como ante la Real, Deportivo o Levante. No se trata de echarle ganas ni huevos, de no salir con los cinco sentidos, de apelar al orgullo, se trata de capacidades futbolísticas, de ser mejor que tu rival, de ser capaz de generar peligro al contrario, de ser capaz de enebrar un mínimo fútbol compenetrado, de ser capaz de reponerte ante un bofetón como un autogol, de tener armas y argumentos.

El Athletic no ha sido nada y no ha tenido de eso en casi toda la temporada. Escribía el periodista deportivo Ignacio Benedetti que «el fútbol es casos, cómo no, pero este puede ser un caos organizado o un caos desorganizado; un caos que produzca grandes obras o grandes desiertos. Dependerá, como ya queda demostrado, de su relación con la pelota». Y este Athletic lo que ha tenido es una relación de amor no correspondido con la pelota. En ningún momento se le ha visto a gusto con ella. Ha jugado más por inercia, a salto de mata, jamás con un patrón, unos mecanismos, un plan que proponer. Y cuando se hace un autogol en Anoeta se queda sin capacidad de respuesta ni recursos. Y es a base de lo de siempre, de ir, de estirar la yugular y porque el rival también es humano, cuando genera aisladas ocasiones que como está de que no, no le permiten siquiera enmendar lo que hasta entonces hace mal.

No se acaba el mundo

La guillotina en el entorno rojiblanco se ha instalado como en los días más sangrientos de la Revolución Francesa. No hay cabeza hoy que esté libre de pecado, desde el entrenador al presidente, pasando por un rosario de jugadores, consagrados o no, a los que muchos aficionados y prensa ya han puesto precio para la próxima temporada. Recordando a Pedro Mari Zabalza en Osasuna cuando avisaba de que «si nos confiamos somos muy malos», nuestro compañero Beñat Zarrabeitia defendía estos días que «algo así ha pasado este año en el Athletic. Todo el mundo ha dado por supuesto que todo iba a funcionar y no ha sido así. Nadie ha estado a la altura para completar un mal año. Toca aprender y no repetir». El sábado, tras el 3-1, matizaba que «el año es malo sí, pero no se acaba el mundo».

Lleva razón. Urgen medidas cara al próximo curso, pero de la igual manera que el deportista debería interiorizar desde pequeño que perder es lo normal, la afición, asumir que un club, un equipo es un ser darwiniano, dinánimo, que evoluciona, trata de sobrevivir y que, visto lo visto, el Athletic parece saber adaptarse bien. Si la historia de la Tierra tuviera 24 horas, el ‘Homo Sapiens’ habría aparecido en el último minuto. El Athletic cumple 120 años, que el dedo no nos impida ver la Luna.

 

«Mala noche, gracias por los ánimos»

Mikel San José es el único jugador en la historia del club en marcarse dos goles en un partido. Patxi Salinas se marcó dos en el Camp Nou en 1990 pero el segundo se lo dieron a Bakero. Mikel fue en el día después el señalado como ejemplo de lo que fue el Athletic en Anoeta. El navarro, que jamás vuelve la cara ni en las malas, escribió ayer por la tarde en su Twitter: «Gaua/egun txarra gaurkoa, hala ere, eskerrak eman nahi dizkizuet zuen animo eta mezuengatik. // Mala noche y mal día el de hoy, aun así, gracias a todos por vuestros mensajes de ánimo». El primero en responder a su mensaje fue su compañero Iago Herrerín, que salió en su defensa: «El fútbol es caprichoso @mikelsanjo6 pero eres de los que no te escondes nunca y siempre vas de cara , no ofende quien quiere sino quien puede, siempre en mi equipo!!!». Los ánimos e improperios en respuesta al tuit de ‘Sanjo’ por parte de aficionados se repartieron a partes iguales.J.V.