Iñaki TELLERIA
Athletic

La hemorragia que no cesa

El empeño en mantener a Ziganda lo que resta de de Liga deja al equipo sin margen para lavar una imagen que se sigue deteriorando.

Lo que le ocurrió el sábado al Athletic fue el enésimo accidente de una temporada que parece que no se va terminar nunca. El equipo rojiblanco hace mucho que salvó la categoría, no por méritos propios sino por deméritos de otros tres que lo han hecho peor, pero cuyos presupuestos son muy inferiores por lo que es más asumible. Además, esos tres han obtenido resultados más malos pero no por jugar peor que el Athletic sino porque no tienen jugadores tan desequilibrantes o de la calidad de los que figuran en nómina del club vasco.

Pero lo ocurrido el sábado, algo demasiado habitual en la presente campaña, sucedió en un derbi y ante un equipo cuya trayectoria errática en las tres competiciones había sido un calco de lo que le estaba ocurriendo al Athletic. Con la diferencia de que en un club se adoptaron medidas y en el otro, al mejor estilo Rajoy, se dejó que pasara el tiempo con la esperanza de que se había tocado fondo y que, como se iba a seguir un año más en Primera, no cabía otra opción que mejorar.

Cierto es que lo peor a efectos clasificatorios que le puede ocurrir al Athletic es que termine en el puesto 17º, pero en el camino se está dejando la imagen llena de jirones. Ésa es la explicación para la bajada de asistencia a San Mamés. Y tanto la mala situación en la tabla como los vacíos en La Catedral tienen, además, efectos económicos, bien por las entradas que no se venden o por el dinero que se pierde de televisión al bajar el baremo que se hace de cada club para luego cobrar por ella.

Venía a cuento lo de que la última derrota fue precisamente en el derbi porque igual que se da por hecho que Ziganda no seguirá al frente la próxima temporada, también se sabía en la Real que Eusebio no iba a continuar más allá de junio. Sin embargo, ante el deterioro diario de la imagen del equipo y del club la entidad guipuzcoana decidió cortar por lo sano y prescindir del técnico vallisoletano.

Desde luego que Eusebio no era el único responsable de la situación, pero la Real necesitaba detener de inmediato la hemorragia y de ahí el golpe de efecto. El parche: un entrenador provisional de la casa que insufle aire fresco durante unas jornadas, que ponga las pilas a los jugadores –que se quedan ya sin chaleco salvavidas– y que impida que el ambiente se pudra.

Luego resulta que la llegada de Imanol ha supuesto el despegue de la Real como un cohete y que ahora surgen debates sobre si debe seguir o no en el futuro, pero esa es otra cuestión, lo cierto es que el club guipuzcoano detuvo la caída y salió del ambiente depresivo.

En el Athletic tomaron la decisión de aguantar hasta el final con lo que hay, un equipo que no tiene un esquema de juego definido y en permanente proceso de degradación. A tal punto está llegando el deterioro que el siguiente reto no es cómo responder el sábado ante un Betis que quiere asegurarse en Bilbo su plaza europea, sino si acudirá alguien a San Mamés para verlo.