El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, no ha ofrecido fecha de inicio del diálogo para salir de la crisis sociopolítica en la que está inmerso el país y cuyo origen fue la propuesta del Gobierno para reformar de la seguridad social, aunque asegura que se «ha recuperado la calma y la estabilidad».

Ortega se dio el lunes un baño de masas sandinistas. Miles de personas salieron a las calles en Managua para apoyar al Gobierno y para reclamar paz y diálogo tras las violentas protestas, que se han saldado con 42 muertos y 48 desaparecidos, según el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos. En ese acto, Ortega reiteró el compromiso de su Ejecutivo con el diálogo, mientras arremetía contra los sectores, sin especificar, «que lo están boicoteando».

En ese diálogo participarán el Consejo Superior de la Empresa Privada, trabajadores y estudiantes que han dirigido las protestas, con la Conferencia Episcopal de Nicaragua como mediadora. Se da la circunstancia de que la empresa- rios e Iglesia católica han sido, hasta ahora, aliados de Ortega.

La presencia de Ortega y de su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, fue la gran sorpresa de la manifestación, convocada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que sirvió para medir fuerzas y ver el apoyo con el que cuenta el presidente del Gobierno tras las dos últimas marchas multitudinarias para reclamar justicia por las víctimas.

Nicaragua cumplió el lunes trece días de multitudinarias protestas a favor y en contra de Ortega, que arrancaron como rechazo a la reforma de la seguridad social y siguieron tras la retirada de la propuesta.