M.I.
HANNAH

Una mujer golpeada por la culpa ajena

El trentino Andrea Pallaoro quería a Charlotte Rampling para su segundo largometraje, con el que volvía a la Mostra de Venecia después de haber presentado su ópera prima “Medeas” (2013) en la sección Orizzonti. Si allí observaba el comportamiento de un grupo familiar, en esta ocasión focaliza la figura de la esposa y madre, doble papel que le ha valido a la veterana actriz la Copa Volpi y la aclamación unánime de la crítica y medios presentes en el Lido.

La protagonista es una mujer que se ha quedado sola a una edad avanzada debido al encarcelamiento de su marido, y parece como si ella tuviera que pagar la culpa ajena cuando su hijo se niega a recibirla. Y hasta ahí puedo leer, porque no sería justo hacer ningún spoiler, ya que Pallaoro va ofreciendo la información sobre las causas de la detención del padre con cuentagotas para generar una tensa intriga emocional. A la manera de Paolo Sorrentino prefiere retratar a esta solitaria figura que deambula por la vida cotidiana mecánicamente, mostrando cómo cocina, cómo trabaja de asistenta en una casa lujosa, cómo practica la natación, cómo toma clases de teatro o, simplemente, cuando coge el metro.