Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

La frialdad como broma

Hará unas pocas semanas, miembros de la organización de ese –auténtico– oasis del cine de autor llamado Filmin, anunciaban con total sorpresa (y orgullo, por qué no decirlo) que la película más vista aquel mes de todo su catálogo fue “La conversación”. Tal como sonaba, sí. El clásico de 1974 de Francis Ford Coppola, protagonizado por Gene Hackman (qué tiempos), se había impuesto a series y películas cuya corta edad, supuestamente (y solo supuestamente) debía permitirles conectar con el público que en teoría (y solo en teoría) reina en el mundo digital. Pero ya se sabe, el VOD está aquí en parte para romper barreras y tópicos.

Con esto en mente, contemplo con plena satisfacción (y ya menos sorpresa) el anuncio de algunas de las nueva adquisiciones de esa plataforma. En el ya de por sí contundente arsenal de Filmin entran por la puerta grande (como no podía ser de otra manera) dos autores inmensos. Por una parte, Éric Rohmer; por otra, Michael Haneke. Con la incorporación de títulos como “El rayo verde”, “Cuento de primavera”, “Mi noche con Maud” o “Pauline en la playa”, la oferta de esta manera de entender el Video On Demand gana innegablemente en calidad (pues hablamos de uno de los pilares más fundamentales que levantaron el movimiento de la Nouvelle Vague), pero también, por supuesto, en singularidad.

Y es que en tiempos de dictadura de lo efímero, en que la sensación del momento apenas llega a la semana de esperanza de vida, y en que las recomendaciones y listas de reproducción automáticas hacen que la digestión de un producto tropiece aparatosamente con la promesa del siguiente bocado, da gusto (y esperanza) ver que hay gente que sigue apostando por echar la vista atrás y reivindicar así un pasado del que todavía se puede aprender. Actitud pausada (y en parte por esto, sabia) que bien habría podido encarnar el propio Rohmer, artista total, cuya obra, aparentemente en las antípodas de la era VOD, resulta que ha sido reivindicada por este mismo acrónimo.

Y como todavía quedaban milagros en la chistera, Filmin rescató también la trilogía de la glaciación emocional de Michael Haneke. Y claro, se nos heló la sangre. “El séptimo continente”, “El vídeo de Benny” y “71 fragmentos de una cronología al azar” revivieron en las pantallas domésticas, y nos recordaron, de paso, el carácter imperecedero de los grandes maestros.

Esto es, en el caso que nos concierne, una fuerza cuyo impacto (devastador donde los haya) no mengua con el paso del tiempo. Virtud letal condensada a la perfección en “Funny Games”, obra maestra absoluta de este autor nacido en Alemania. En ella, Haneke nos hace cómplices del juego más perverso: la tortura disfrazada de juego. Una sesión nocturna desgraciadamente inolvidable, en la que una familia burguesa verá cómo dos jóvenes de apariencia bondadosa, conjuran el mismísimo poder del cine para arruinarles la vida. Detrás de las cámaras, impera la frialdad. Mientras, el digital del Video On Demand alcanza cotas de ebullición. Desde ese pasado, no lo olvidemos, otros querían dejar en el congelador.