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Arabia Saudí y sus aliados acuden al rescate de una exhausta Jordania

Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait aportarán 2.500 millones de dólares para aliviar la crisis económica de Jordania que provocó fuertes protestas. Las monarquías del Golfo quieren actuar antes de que Ammán busque otras alianzas en la región.

Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait ofrecieron un plan de ayuda de 2.500 millones de dólares para aliviar la crisis económica en Jordania tras la ola de protestas contra las medidas de austeridad que agitó al reino. «En honor a los fuertes lazos de hermandad se acordó que los tres países van a otorgar un plan de ayuda para Jordania por un total de 2.500 millones de dólares», señaló la agencia saudí SPA. El paquete de ayuda, que fue anunciado en una cumbre entre los cuatro países celebrada en La Meca, incluye un depósito en el Banco Central de Jordania, garantías del Banco Mundial, asistencia presupuestaria durante cinco años y financiamiento para proyectos de desarrollo.

Jordania se comprometió ante el FMI a reducir su deuda pública a cambio de un préstamo de varios cientos de millones de dólares, para lo que lanzó un controvertido proyecto de ley sobre el impuesto sobre la renta, que desató una ola de protestas que terminó con la renuncia del primer ministro, Hani Mulqi, hace una semana.

El nuevo gobierno retiró el impopular proyecto de aumento de impuestos, pero todavía se enfrenta a un difícil equilibrio entre la necesidad de reducir la deuda pública, sin dejar de lado las demandas populares y para el que la ayuda anunciada por Ryad está lejos de ser una solución milagrosa.

El miedo a las protestas y a que se levante una nueva «primavera árabe» ha movilizado a las monarquías del Golfo que temen un efecto dominó en la región o bien un cambio de alianzas con un acercamiento de Ammán a Qatar, emirato boicoteado por Arabia Saudí.

El estrechamiento de manos entre el rey jordano Abdulá II y el presidente iraní, Hasan Rohani, en la última cumbre de la Organización de Cooperación Islámica en Estambul aumentó los temores de Ryad sobre eventuales «amistades peligrosas» del reino hachemí.