B.Z.
DONOSTIA
POLÍTICA MIGRATORIA

Europa, más cerca de los centros de internación de migrantes fuera de la UE

Dieciséis jefes de Estado y de Gobierno de la UE acudieron ayer a Bruselas convocados de manera «informal» por Jean Claude Juncker a instancias de Angela Merkel. Pero la ausencia del grupo de Visegrado no facilitó el consenso, lo que podría acabar dando fuerza a la propuesta de crear centros de internamiento para migrantes fuera de la UE.

Las promesas francesas de cambiar Europa no son nuevas. Sin ir más lejos, durante la campaña electoral de 2012, en plena carrera hacia El Elíseo, François Hollande prometía realizar su primer viaje a Berlín para decirle a la canciller alemana, Angela Merkel, que había «que cambiar el rumbo de Europa». En un libro publicado el año pasado, su entonces asesor Aquilino Morelle reveló, sin embargo, que mientras realizaba ese discurso en público, Hollande enviaba como emisario a Berlín a un entonces desconocido Emmanuel Macron para «tranquilizar a la canciller sobre la realidad de sus intenciones».

Ahora es el propio Macron el que ha tomado por bandera la proclama de cambiar la UE, pero no está nada claro que vaya a conseguir salirse del camino que ya siguió junto a su predecesor. De momento, Merkel ha accedido a regañadientes a ciertos cambios en la eurozona que deberán ser validados en la cumbre de la semana que viene, pero es la canciller la que sigue marcando la agenda en función de sus necesidades.

Forzada por su socio bávaro de la CSU, que le exige un cambio en la política de acogida de refugiados y migrantes, Merkel quiere controlar su llegada, por lo que pidió al presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, que convocase una cumbre «informal» para abordar el tema de la migración con los países más proclives a alcanzar ciertos acuerdos. Todo de cara a la cumbre oficial que se celebrará los días 28 y 29, un encuentro que Macron esperaba poder copar con las reformas de la UE y la eurozona, pero en el que la política migratoria será la gran estrella.

Mientras, ayer en Bruselas ni la ausencia de los países del grupo de Visegrado –Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia– pareció aplanar el camino a unos acuerdos que tienen en el Reglamento de Dublín su principal escollo formal. Se trata de la norma según la cual el país al que llega el migrante debe tramitar su petición de asilo, aunque se lo haya pedido a otro.

Una situación que, según insisten desde Italia, carga sobre las espaldas de los países del sur de Europa la gestión de unas peticiones que, la mayoría de las veces, tienen al norte de Europa como objetivo. «Quien llega a Italia llega a Europa», resumió ayer el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, a quien nadie afeó la actitud de su Gobierno y, en especial, de su ministro de Interior, el ultraderechista Matteo Salvini, sobre inmigración.

De hecho, ocurrió exactamente lo contrario. Europa sabe que en Italia, donde el euroescepticismo cotiza al alza, juega con fuego. Ayer todo fueron buenas palabras, desde la propia Merkel, que aseguró que «no se puede dejar solos a los países que reciben la mayor carga de inmigrantes», hasta el español Pedro Sánchez, que ayer se estrenó en Bruselas calificando de «positiva» la reunión y asegurando que estudiarán las demandas trasladadas por Conte.

Una propuesta italiana

Sánchez se refirió así a la propuesta que el primer ministro italiano puso encima de la mesa. Se trata de diez puntos que van desde la dotación de mayores recursos para el control fronterizo a las sanciones a los países que se nieguen a acoger a los migrantes asignados por cuotas. Concretamente, propuso recortar los fondos europeos a aquellos países que no cumplan con ellas. Una medida sugerida ya la víspera por el presidente francés, Emmanuel Macron, pero que chocará frontalmente, precisamente, con aquellos estados que rechazan de plano ese sistema.

Otra de las propuestas italianas pasa por que sea el país que recibe la petición de asilo el que se encargue de toda la gestión, algo que cabe pensar que Alemania rechazará de plano. Merkel ya lo dejó entrever ayer mismo, cuando consideró que no se puede permitir que sean «las mafias o los peticionarios de asilo» los que decidan dónde realizar su solicitud.

Más allá de las buenas palabras y los emplazamientos a seguir negociando de cara a la cumbre de esta semana, cuando se tratará de fijar una posición europea común de forma oficial, lo cierto es que ayer quedó de manifiesto la práctica imposibilidad de conjugar los intereses de los diferentes países. De hecho, que así iba a ser lo explicitaron tanto Merkel como Macron al inicio de la reunión: «Sabemos que en el Consejo Europeo, desgraciadamente, no alcanzaremos una solución completa para la cuestión migratoria, por ello habrá acuerdos bilaterales o trilaterales, para ver como podemos ayudarnos los unos a los otros, y no esperar siempre a los 28 Estados miembros», dijo Merkel.

CIES en el extranjero

A falta de consenso sobre cómo abordar la migración en el continente, lo que parece que cada vez puede generar mayor consenso es el punto de la propuesta italiana referido a la creación de centros de internamiento fuera de la UE –Donald Tusk ya había incluido la propuesta en el orden del día de la cumbre–. Es decir, el único punto común parece ser aquel que se resume en sacar el problema del territorio europeo y trasladarlo al otro lado de la frontera sur de la UE.

El giro más sorprendente en este sentido fue el del propio Sánchez, que la víspera, en la reunión celebrada con Macron en París, defendió que esos centros deberían estar en suelo europeo. Sin mediar explicación, al acabar la reunión de ayer, Sánchez defendió esos «centros de protección internacional» (así los llamó) y se abrió a que se instalasen en Libia o Níger para gestionar desde allí las solicitudes de asilo. «Esta propuesta tiene mucho que ver con el sistema que ya existe en nuestro país», dijo hablando abiertamente de los CIES.

 

Italia devuelve a Libia a 1.000 personas mientras 230 siguen sin puerto en el «Lifeline»

Empecemos por desmentir el titular, que da a entender que estamos ante una crisis inédita. Los datos de la Organización Internacional para las Migraciones, siempre fríos, lo desmienten: entre el 1 de enero y el 20 de junio de 2017 llegaron a la frontera sur de la UE 84.675 personas. En el mismo periodo de 2018, han sido 40.944. Menos de la mitad. La llegada de la xenófoba Lega al Gobierno italiano, sin embargo, ha vuelto a poner con extrema virulencia una cuestión nunca resuelta encima de la mesa. ¿Será que en Italia se ha incrementado la llegada de migrantes? Los datos lo vuelven a desmentir de forma todavía más contundente: 71.918 llegadas en el primer semestre de 2017, frente 16.228 en lo que va de año.

La alarma actual viene marcada por el giro italiano, que conecta con una corriente de fondo que recorre buena parte de Europa oriental y septentrional. De Hungría a Suecia, pasando por Alemania, donde los socios bávaros de Angela Merkel amenazan la estabilidad gubernamental. Y qué decir sobre Donald Trump, que ayer defendió poder expulsar a migrantes «sin jueces ni tribunales». En cada país existen particulares y profundas razones para el éxito de estos discursos, aunque en todos ellos hay un denominador común: el rédito electoral.

Y los efectos cuando estos discursos alcanzan los gobiernos pueden ser dramáticos. Se pudo comprobar de nuevo ayer en el Mediterráneo. A la situación del buque alemán ‘Lifeline’, que sigue en alta mar porque ni Italia ni Malta le permiten atracar y a bordo del cual permanecen 230 migrantes rescatados, se unió ayer la alarma lanzada por el fundador de Open Arms, Óscar Camps, que denunció que los guardacostas italianos rechazaron su ayuda para rescatar a un millar de personas «a la deriva y sin chalecos».

«A las 12.40 comunicamos con MRCC (Centro de Coordinación de Rescate Marítimo) de Roma atendiendo a sus siete llamadas generales por Inmarsat a todos los buques para rescatar en aguas internacionales a 1.000 personas a la deriva y sin chalecos. Su respuesta: ‘no necesitamos vuestra ayuda’. Estamos a 65 millas y llevamos periodistas», escribió en Twitter Camps, que también denunció que la avioneta de Pilotes Volontaires estaba retenida en Lampedusa. Una hora más tarde, Camps informó de que el MRCC decidió entregar a todos los migrantes en aguas internacionales a los guardacostas libios: «Vamos a presenciar la mayor devolución masiva en caliente de la historia del Mediterráneo, será por la fuerza y contra su voluntad».

Por último, tras la llegada de 800 migrantes el sábado al Estado español, ayer fueron 150 las llegadas contabilizadas a través del Estrecho de Gibraltar, un paso que podría ver su actividad incrementada si el bloqueo italiano se mantiene.B.Z.

 

Trump quiere expulsiones sin pasar ante jueces ni tribunales

Fiel a la afición de incendiar las redes sociales, el presidente de EEUU, Donald Trump, defendió ayer que se pueda expulsar a los migrantes que cruzan la frontera irregularmente sin pasar antes por jueces ni tribunales. Algo que, por otro lado, ya se hace en países como el Estado español –devoluciones en caliente–. «No podemos permitir que esta gente invada nuestro país, cuando alguien entra, debemos inmediatamente, sin jueces o casos judiciales, enviarlos de vuelta por donde vinieran», escribió en Twitter.

Antes, Trump ya había calentado el ambiente defendiendo sus políticas migratorias: «Si mostramos alguna debilidad, vendrán a millones», declaró en un acto público en Las Vegas. «Debemos ser fuertes, debemos construir el muro», añadió.

Trump no quiso comentar, sin embargo, su reculada en la separación de familias, que ha permitido ya, según un comunicado del Departamento de Seguridad Nacional, reagrupar a 522 menores..GARA