GARA
Riad

LAS SAUDÍES CELEBRAN EL FIN DEL VETO AL VOLANTE, PERO SIGUEN BAJO TUTELA

Las mujeres saudíes vieron ayer satisfecha su histórica demanda de conducir, tras una larga lucha de casi tres décadas, pero el levantamiento de esa prohibición no supone ni de lejos el fin del sistema de tutela draconiana que pone su vida cotidiana en manos de los hombres.

La decisión de poner ayer fin al veto al volante para las mujeres en Arabia Saudí, único país del mundo donde no se les permitía conducir, supone un gran avance en el reino ultraconservador, donde la prohibición, impuesta en base a razones morales y religiosas que siguen sometiendo a las mujeres a la tutela de un varón de su familia, ha sido una de las principales banderas de las defensoras de los derechos de las mujeres a lo largo de las últimas décadas.

Adoptada en setiembre por influencia del príncipe heredero Mohammed bin Salman que, en un tiempo récord tras su nombramiento hace menos de año, ha puesto en marcha una serie de cambios políticos con el fin mejorar la imagen de la satrapía del Golfo, la decisión fue un gran movimiento de relaciones públicas de cara al exterior.

Pero esas reformas solo arañan la superficie de un sistema de gobierno ultraconservador al que le queda muchísimo camino por recorrer, y no solo en el ámbito de la tradicional separación de géneros aunque para algunos saudíes –hombres–, como el multimillonario y príncipe Al-Walid bin Talal signifique que Arabia Saudí, donde las mujeres deben salir cubiertas, «ha entrado hoy –por ayer– en el siglo XXI».

El sistema de tutela impuesto a las mujeres exige que estas necesiten el permiso de su pariente masculino más cercano –padre, esposo, hermano o hijo– para estudiar, trabajar, renovar su pasaporte o abandonar el país. También necesitan la aprobación de un tutor para acceder a atención médica.

Desde el nombramiento de Mohammed bin Salman, su padre, el rey Salman bin Abdelaziz, ha firmado diversos decretos que permiten inaugurar salas de cine, organizar conciertos y autorizan a las mujeres a acceder a los estadios de fútbol, a unirse a las fuerzas policiales y también a conducir, una de las puntas de lanza de la lucha por sus derechos y una espinosa cuestión en el país.

Pero la abolición del veto impuesto a las conductoras así como el resto de reformas, aunque representan un progreso significativo, están muy lejos de ser suficientes. «Permitir que las mujeres conduzcan es un paso en la dirección correcta y hacia la libertad de movimiento de las mujeres, pero no va lo suficientemente lejos», señala Samah Hadid, directora de campañas de Amnesty International en Oriente Medio, quien afirma que si Riad se toma en serio los derechos de las mujeres, lo que tiene que hacer es «abolir inmediatamente el sistema de tutela».

Porque si bien algunas saudíes festejaron el «día inolvidable» de ayer y no faltan las que piensan, como la escritora Hana al-Jamri, que «darles el volante en un sistema patriarcal les ayudará a desafiar las normas sociales y de género que obstaculizan la movilidad, la autonomía y la independencia», para muchas mujeres no sirve de gran cosa tener derecho a conducir sin combinarlo con poder hacer otras cosas libremente, aunque el escritor y periodista saudí, Turki al-Turki, afirme que «se notará la gran diferencia entre el periodo anterior, cuando los mujeres sufrían para ir al trabajo, y ahora, cuando serán autónomas para manejar sus asuntos cotidianos».

«Es hipocresía»

«¿Cómo se puede llamar empoderamiento? Es hipocresía, puedo conducir en mi propio país, pero no puedo abandonarlo a menos que mi propio hijo me lo permita», señaló a AFP una mujer saudí. «Somos ricas. Somos educadas. Y, sin embargo, no somos ciudadanas de pleno derecho. Estamos a merced del padre o el marido», agrega.

Otra mujer, que también pide no ser identificada, lamenta no poder divorciarse. Su esposo tiene su pasaporte y sus padres residen en el extranjero, y ella asegura sufrir un hostigamiento constante. «Lo dice todos los días: ‘es suficiente con que haga una sola llamada para que tú jamás puedas salir de Arabia Saudí y ver a tus padres’», señala.

Los cambios han sido prácticamente nulos y muy lentos en las últimas décadas en el país. En 2000, la satrapía del Golfo ratificó la Convención de la ONU sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación sobre las Mujeres (Cedaw), que le obliga a poner fin a numerosas restricciones, incluido el sistema de tutela.

Diecisiete años después, el rey ordenó a las agencias gubernamentales realizar un listado oficial con los servicios que exigen a las mujeres obtener la aprobación del tutor, lo que podría significar una posible revisión de un sistema profundamente arraigado.

Aunque es difícil saber lo que los saudíes piensan de este sistema, que Hadid llama «cultura dominante del miedo y del silencio de la disidencia», las protestas en las redes y las detenciones pueden ser un indicativo. «Algunas de las mujeres que lucharon por el levantamiento de esta prohibición, que hicieron campaña pacíficamente, se encuentran entre rejas», recuerda Hadid, quien añade que «levantar la prohibición y encarcelar a quienes lo pidieron es hipócrita».

Desde mayo, las autoridades saudíes han detenido a 17 activistas por los derechos de las mujeres, a las que acusan de «socavar» la estabilidad y la seguridad del país.

Lo que sí va a suponer es un ahorro para las familias en chóferes y taxis y aumentará la venta de vehículos, al margen del negocio para las autoescuelas, ya que unos seis millones de mujeres podrían obtener el permiso y comenzar a conducir, aunque no inmediatamente. Hasta 2020 se calcula que podrían hacerlo en torno a tres millones.