Raimundo Fitero
DE REOJO

Indecentes

Me sobran motivos para poner un titular que parezca rotundo, pero no acierto. Lo he tenido en la punta de las yemas de mis dedos hace unos minutos, pero se me ha escapado. La indecencia, los indecentes, me sirve, pero el concepto mismo no alcanza la altura definitoria que buscaba. Acabado el espectáculo bochornoso de los niños de Tailandia y los submarinistas ultrasónicos que recorren los kilómetros como si fueran pasos, espero las investigaciones para que nos demuestren el montaje global que pasará a los anales mediáticos como la versión asiática del monstruo del lago Ness.

Recelo de muchos supuestos seres humanos que aparecen de manera vicaria en Telecinco. Y especialmente en algunos programas. Respeto mucho la enfermedad, la libertad, el libre albedrío y la necesidad de todos mis congéneres en ser, estar o inventarse. Pero hacer espectáculo del cáncer me parece indecente. Lo mismo que me parece indecente hacer demagogia con los abusos sexuales y banalizarlos hasta límites dolosos. Las Campos tuvieron su serie con la que pagaron sus deudas. Terelu ahora vuelve a ser noticia porque, asegura, se le ha reproducido el cáncer. ¿Se puede vivir de dar pena con un cáncer? En el programa que sale esta señora, aparece como estrella un individuo, Kiko Hernández, que aseguró tener un cáncer. Y era mentira. Promoción. Una indecencia.

Indecente me parece que un comisario con unos antecedentes asombrosamente bendecidos en todas las cloacas, y que está actualmente en prisión, filtre unas conversaciones grabadas donde Corinna, esa señora acompañante del suegro de Urdangarin, asegura que era usada de testaferro para comprar casas para los Borbones en Mónaco. ¿Qué juzgado está de guardia? Se me olvidaba, no se puede imputar al rey. Indecentes.