Ariane KAMIO
BILBO
Entrevista
IXONE SÁDABA
FUNDADORA DE MOVING ARTISTS

«La contaminación cultural es esencial para artistas en zonas de conflicto»

Moving Artists ha realizado la primera parte de su intercambio artístico con creadores kurdos con la estancia de Niga Latif y Azar Othman en Bilbo. Se abre ahora un proceso de selección para elegir a dos artistas vascos para que pongan rumbo a Kurdistán. Pero Moving Artists es más que eso.

El pasado mes de marzo los artistas kurdos Niga Latif y Azar Mahmood realizaron una residencia de seis semanas en BilbaoArte. Era la primera parte del intercambio cultural promovido por Moving Artists, organización dedicada a facilitar la movilidad e interacción entre artistas en zonas de conflicto y comunidades artísticas en el exterior. Su fundadora, Ixone Sádaba, afirma que esta primera experiencia ha sido muy positiva y Moving Artists tiene ya la maquinaria en activo para que se consolide la segunda parte. Es decir, para que dos artistas vascos acudan a Kurdistán a una residencia que se prolongará durante dos meses. Esta misma operación se repetirá hasta el año 2020. Pero no es la única.

Moving Artists anunció una convocatoria para mayo para seleccionar a dos artistas vascos para su estancia en Kurdistán.

Tenía que haber salido en mayo, es así, pero como las cosas de palacio van despacio y detrás de esto también están Diputación, BilbaoArte y demás, la convocatoria ha salido ahora. Y como los artistas que vinieron aquí desde Kurdistán hicieron la residencia en BilbaoArte, ahora uno de los dos artistas que se seleccionen tiene que ser un antiguo residente de BilbaoArte. Los artistas que vayan allí tendrán su lugar de trabajo en un antiguo centro de exterminio que usaba el partido Baaz de Sadam Hussein, en Sulimania. La convocatoria está abierta hasta el 20 de agosto.

¿Cuáles son las exigencias de Moving Artists para seleccionar a estos artistas?

Yo como artista he hecho alguna residencia también, y además de lo que sucede en la experiencia, al final la catarsis, la influencia de la experiencia en tu trabajo viene después. Aunque sí que pedimos un proyecto y una carta de motivación para la convocatoria, no hemos puesto como condición sine quanon que haya que producir una obra. Lo que sí hemos creído es que, como los contextos son muy distintos, es muy importante que haya interlocución. Que el artista que vaya genere feedback y tenga bastante contacto con el entorno. Creemos que esa contaminación es buena para los artistas de aquí y también para los de allí.

¿Cómo ha sido la experiencia con Niga Latif y Azar Othman?

Azar Mahmood trabajaba con instalaciones y demás, y Niga Latif con fotografía y hacía un trabajo bastante centrado en el género. Creo que la experiencia ha sido especialmente interesante para Latif porque culturalmente la educación sobre todo en el ámbito familiar y social que reciben las mujeres es muy distinta a la que reciben los hombres. Yo creo que sobre todo para ella ha habido mucho cambio después de la residencia por todo lo que ha visto aquí, lo que ha vivido aquí… La vi hace unos meses en Kurdistán y ha formado un grupo de mujeres fotógrafas que trabajan cuestiones de género. Ha vuelto totalmente empoderada.

¿De dónde arranca Moving Artists?

Moving Artists es muy joven, llevamos año y medio. Yo empecé a trabajar en el Kurdistán iraquí hace años. Comenzamos con esta idea del intercambio, la cosa fue tomando forma y nos dimos cuenta de que lo interesante no era Kurdistán en concreto, sino trabajar con diferentes zonas de conflicto y postconflicto por la situación de aislamiento que esto genera. Nadie va hacia allí, y los artistas tampoco pueden salir. Este tipo de contaminación cultural para los artistas es primordial. De ahí nació la idea de Moving Artists. Ahora estamos desarrollando un programa con Palestina y Siria para el Ministerio de Asuntos Exteriores y estamos también con otro programa en Afganistán.

Son proyectos paralelos...

Sí, son paralelos y son distintos. En el caso de Kabul, en Afganistán, la situación es muy volátil, no es estable, es insegura. No podemos llevar a un artista de aquí dos meses a Afganistán porque no podemos garantizar su seguridad. Entonces allí lo que hacemos, tres veces al año, es un taller intensivo con artistas locales. Un artista de aquí se junta con diez artistas afganos en una zona segura y trabajan de forma intensiva. Colaboran. Porque no es un trabajo donde nadie va expresamente a enseñar nada a nadie. Volvemos a lo mismo, es un trabajo de contaminación, de diálogo. Pero hay los casos en los que la peligrosidad es muy alta y no se puede trabajar de esta manera…

¿Por ejemplo?

Por ejemplo en Siria o en el mismo Afganistán si la cosa empeora. En esos casos se coge un artista de aquí, un artista sirio, y se trabaja en Palestina, o en Líbano. Se trabaja en otra zona. Se va adaptando según la situación del país. Así rompemos el aislamiento, dar movilidad a los artistas de allí y también a los de aquí, para que se rompan los prejuicios, y poder generar una comunidad y una interlocución.