Ainara LERTXUNDI
Entrevista
MERITXELL RELAñO
REPRESENTANTE DE UNICEF EN YEMEN

«Tienen miedo de los aviones, de los tiros, de no poder ir a clase...»

Meritxell Relaño, representante de Unicef en Yemen, no para de atender a los medios para denunciar el bombardeo saudí contra un autobús escolar y llamar la atención sobre la situación límite que afronta el país después de tres años de guerra.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió ayer para abordar el bombardeo aéreo contra un autobús escolar el jueves en la ciudad de Dhayan, en la provincia de Saada (norte de Yemen), por la coalición militar liderada por Arabia Saudí, que se comprometió a investigarlo después de que ese mismo día afirmara que se trató de una «acción legítima». El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) elevó a 51 el número de muertos, entre ellos 40 niños menores de 15 años, y a 79 la de los heridos, la mayoría (56) también niños. Estas cifras, seguramente, podrían aumentar porque, tal y como subraya a GARA Meritxell Relaño, representante de Unicef en Yemen, «la situación es caótica en los hospitales y en la zona del ataque todavía hay muchos restos humanos por verificar». Desde el inicio de la guerra en 2015, han muerto casi 2.400 niños y más de 3.600 han resultado heridos en un país que afronta su tercera epidemia de cólera. Los bombardeos contra hospitales, escuelas e infraestructuras se han convertido en una arma de guerra más.

«Estamos ante una catástrofe humanitaria sin precedentes», remarca desde su despacho en la capital yemení. «Es una situación límite para los niños, una generación entera está en riesgo», advierte.

 

¿Cómo se hace frente a un ataque de estas dimensiones, más aún cuando los bombardeos contra infraestructuras civiles se repiten pese a las condenas? ¿A nivel personal cómo lo afronta?

Con una impotencia terrible. Todas las organizaciones humanitarias en el terreno estamos haciendo lo imposible para que los servicios mínimos de salud, nutrición, educación se mantengan a flote y los niños puedan tener un mínimo de servicios ante las necesidades más básicas, pero si la guerra sigue matando civiles y niños en particular es como arrojar agua por un colador. Es necesaria la paz para que se puedan recuperar los servicios básicos, que son además derechos de los niños.

Después de tres años de guerra, ¿cómo describiría la situación en Yemen y, en concreto, la de la infancia?

La situación es la de una catástrofe humanitaria sin precedentes. Con 1.800.000 de niños, malnutridos, más de 3.000 niños soldados, más de 2 millones de niños que no han ido nunca a la escuela, con acceso muy limitado a la salud, al agua limpia, alimentación… y encima con los constantes ataques que hemos visto estas semanas en Hodeida, en Saada… Es una situación límite para la niños, una generación entera está en riesgo.

¿Cómo valora la respuesta de Arabia Saudí y del resto de actores internacionales?

Exigimos a todas las partes que respeten el Derecho Internacional Humanitario y que tengan en cuenta las reglas de la guerra, la distinción entre combatientes y civiles y los principios de proporcionalidad y precaución. Pedimos que se sienten en la mesa de negociación y que busquen salidas pacíficas a este conflicto que tantas vidas está costando para nada.

¿Qué secuelas dejan a corto y largo plazo estos ataques?

Los niños en Yemen tienen miedo de oír un avión, de los ataques con mortero, de los tiros y de las balas, y, sobre todo, viven con la incertidumbre de no saber si podrán seguir junto a su familia, de ignorar si podrán ir a la escuela, y con miedo de coger una enfermedad sencilla pero que les lleve a la muerte, como, por ejemplo, una diarrea. Tienen miedo a un futuro que, por ahora, no es nada prometedor.

¿Qué atención especial se está prestando a la niñez para mitigar los efectos del conflicto?

Unicef está desarrollando una de las mayores operaciones humanitarias de la historia como el apoyo al sistema de salud para mantenerlo a flote, el programa de tratamiento de la malnutrición para casi 400.000 niños, la vacunación contra el cólera o la polio, la reconstrucción de cientos de escuelas, distribución de materiales escolares, más de 200 proyectos de rehabilitación de sistemas de agua y saneamiento… y otras intervenciones a gran escala, pero todo ello es poco en un contexto de tanta necesidad. Se necesita la paz para que todo esto sirva de algo.