Asier ROBLES

LUPULUS, UN PROYECTO PARA ELABORAR CERVEZA QUE SEA «CIEN POR CIEN VASCA»

La localidad de Berantevilla acoge desde 2017 una de las primeras plantaciones de lúpulo en Euskal Herria. Precisamente, el proyecto Lupulus busca elaborar una cerveza diferenciada cuyos ingredientes, en su totalidad, tengan su origen en nuestra tierra.

El lúpulo es un ingrediente esencial para la elaboración de la cerveza, aunque también es utilizada como producto terapéutico. De las flores, convenientemente secadas, de las plantas femeninas se extrae la lupulina, que es la materia prima que aporta el sabor amargo y el aroma característico de la cerveza. Además, la lupulina hace que la espuma de esta bebida sea más estable, ayuda a conservar su frescor y le da otras propiedades. El lúpulo se agrega a la cerveza en forma de pellets, pequeña pastilla de umbela (la inflorescencia de la planta) molida o prensada. Este es el único ingrediente de la cerveza que las marcas vascas no pueden encontrar todavía en gran cantidad en Euskal Herria.

Es por ello que el año pasado se puso en marcha el proyecto Lupulus, para comenzar con la primera plantación de esta planta trepadora. La plantación, situada en un terreno del agricultor Ángel López de la Torre en el barrio Escanza de Berantevilla, ocupa una superficie de 1.200 metros cuadrados y cuenta con 300 plantas de seis variedades diferentes, una de ellas común y las otras cinco escogidas por los cerveceros artesanales. Este proyecto, en el que participan cerveceros, agricultores e instituciones, está aún en proceso de investigación y tiene como objetivo determinar la viabilidad económica y agronómica de una plantación de lúpulo en la CAV.

Según explica Alba Donadeu, la responsable de producción de la casa cervecera Boga, con la plantación piloto de Berantevilla «se pretende investigar qué variedades de lúpulo son las más idóneas según el tipo de terreno donde se vayan a plantar, cómo afectan las variantes climatológicas a la cosecha y cómo hacer frente a las plagas que pueden atacar a la planta».

Cooperación pública-privada

Este proyecto, liderado por el sindicato agrícola UAGA (Unión de Agricultores y Ganaderos de Araba) cuenta con la participación como socios de las empresas cerveceras Boga (Mungia), Gar&Gar (Donostia), La Salve (Bilbo) y Olbea (Agurain). También toman parte Neiker (Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Tecnológico) y el centro tecnológico Azti. Son socios colaboradores EGE (Asociación de productores vascos de cerveza), Hazi y Licorería Vasca Olañeta. Además, cuenta con la financiación del Departamento de Desarrollo Económico e Infraestructura del Gobierno de Lakua.

El proyecto comenzó a andar el año pasado. Tras dar los primeros pasos –adecuación del terreno, colocación de postes, plantación de diferentes variedades de lúpulo, instalación de un sistema de riego, cuidado de la planta...–, en setiembre se recogieron las primeras flores para analizar la producción y la calidad del producto a través de un proceso de recogida, secado y pelletización. Este año están siguiendo con el ensayo de evaluación de variedades. Como explica Alba, «los primeros años de la plantación la producción es mucho menor; la planta alcanza su máximo productivo entre los 3 y 6 años de vida».

También se identificaron potenciales proveedores locales a lo largo de toda la cadena de valor asociada al consumo de cerveza. Y calcularon su huella ambiental con el objetivo de que sirva para una futura certificación de la cerveza local.

Por otro lado, este año finalizarán el estudio económico del cultivo y definirán el proceso de compra-venta de las materias primas necesarias para elaborar la cerveza: cebada y lúpulo. En este contexto, los participantes en el proyecto visitaron a productores de León, una zona con tradición en el cultivo de esta planta; de hecho, en torno al 95% de la producción de lúpulo en el Estado español se recoge en esa zona.

El proyecto de investigación concluirá a finales de este año, pero todas las partes se han comprometido ya a seguir implicados durante diez años. También han firmado un contrato de compraventa entre ambas partes asegurando al agricultor la viabilidad y reforzando de esta manera la apuesta por este tipo de cultivo.

Para la cervecera Boga, es de «vital importancia» poder contar con materia prima certificada y producida en Euskal Herria, para poder «elaborar una cerveza local, de calidad y que apoya la economía transformadora».