Aimar ETXEBERRIA

UN PD NECESITADO DE TERAPIA, FRENTE A SU PASADO

Entre peticiones de disolución y sin visos de que sus corrientes internas confluyan, el PD italiano vuelve a estar inmerso en luchas fratricidas. Con un congreso con expectativas terapéuticas en el horizonte, hay hasta quien propone un siquiatra como solución a los males del partido.

Las aguas bajan revueltas en el Partido Democrático (PD) italiano, que desde la debacle electoral de las últimas elecciones generales no levanta cabeza. Irrelevante en el día a día político del país y sin plan ni proyecto que ofrecer, ha vuelto a sumirse en las luchas cainitas que tanto han castigado a la formación en el pasado. La proximidad de las primarias que el partido prevé celebrar en enero de 2019 no ha hecho más que acrecentar la crispación .

El PD está dividido y no parece que las principales corrientes internas estén por la labor de confluir. Proyecta la imagen de un partido multicéfalo, con cada uno de sus líderes con voz y mensaje propio, y su labor en la oposición está limitada por la falta de un liderazgo reconocido capaz de marcar una línea política que permita a la formación despegar de nuevo. Un siquiatra, eso es lo que necesita el partido, según el exministro de Economía Carlo Calenda, afirmación que refleja la dimensión del cisma que se vive en el PD.

En las últimas semanas los líderes de las diversas corrientes han puesto sus ojos en las primarias y el posterior congreso previsto para principios de año. Las declaraciones de unos y otros no han dejado indiferente a nadie y han sido motivo de un cruce de acusaciones con los ex primeros ministros Matteo Renzi y Paolo Gentiloni, entre otros, como protagonistas. Pero ha sido Matteo Orfini, actual presidente del PD, el responsable de abrir la caja de Pandora con la propuesta de disolución y refundación del partido. «¿Pensáis de verdad que el PD puede seguir funcionando como hasta ahora? ¿Pensáis que con la celebración del congreso vamos a resolver las cosas? Beatos vosotros...», escribió en su página de Facebook.

La idea no ha sido del agrado del resto de pesos pesados del partido, que no han tardado en desacreditar a Orfini. Maurizio Martina, actual secretario general del PD, se ha mostrado irritado a causa de la proliferación de voces dentro del partido –«basta con la idea de que todos puedan hablar sobre todo»–, e insiste en la celebración del congreso como solución a los males del partido. Más proactivo se ha mostrado el anteriormente mencionado Calenda, que ha propuesto poner fin a la crisis del partido con un conclave camuflado de cita gastronómica que no ha acabado de saciar el apetito de sus compañeros de partido.

Y es que el exministro de Economía ha hecho uso de Twitter para invitar a una cena a Renzi, Minniti –predecesor de Salvini como ministro de Interior y pionero en cerrar acuerdos sobre inmigración con Libia– y Gentiloni como respuesta a una afirmación de un consejero del destronado político toscano, que en la mencionada red social escribió: «La historia no será compasiva con los cuatro líderes del PD [Renzi, Gentiloni, Calenda y Minniti] si, por egoísmo, no se sientan en torno a una mesa, aun y cuando compartan la misma línea política».

La unánime calabaza recibida por Calenda ha acabado con la paciencia del exministro, que desde la frustración, y tras haber tenido que anular la cena, ha dicho que al PD «le sirve un siquiatra como secretario general» y ha criticado a los otros líderes del partido, que, según él, «solo piensan en el congreso para repartirse una tarta que cada vez es más pequeña». Es más, a Calenda le daría igual si el PD no se presentara a las próximas elecciones europeas.

Los dos últimos primeros ministros son los que menos están hablando. Gentiloni, en su línea –sosegado y responsable, para unos; aburrido y monótono, para otros–, ha ironizado con que la formación necesita una cosa que empieza con la «c», «y no es una cena, sino el congreso». Los aliados de Renzi estarían a la espera de que la fecha tanto de las primarias como del congreso se haga oficial para presentar candidato, que a priori no llevará el nombre del político toscano.

No obstante, las malas lenguas hablan de que detrás de la propuesta de Orfini de disolver el partido están las desavenencias en este sector a la hora de hacer piña en torno a un nombre, razón por la que estarían tratando de aplazar la celebración del congreso hasta después de los comicios europeos para así ganar tiempo.