Víctor ESQUIROL
«The Innocent»

La culpabilidad de la inocencia

Hará ya cuatro años, la sección Nuevos Directores de Zinemaldia puso en el mapa a un joven suizo llamado Simon Jaquemet. Con “Chrieg”, su ópera prima sobre un campamento poco heterodoxo para la reeducación de jóvenes conflictivos, nos dejó a nosotros mismos inmersos en un conflicto que parecía no tener fin. El objetivo de aquella extraña (y en parte por esto magnética) cinta era dejar en el espectador una sensación de malestar que garantizara, muy a las malas, que la experiencia no cayera en el olvido.

Misión cumplida: una olimpiada después, sigue aquel mal cuerpo... y revive con la segunda película de, dígase ya, este genio del mal. En “The Innocent”, Jaquemet mezcla de forma perversa los polos opuestos (?) de la culpa y la inocencia.

La ya de por sí atormentada existencia de una madre de familia se ve violentamente afectada por la inesperada irrupción de un pasado que ella daba por muerto. Su antiguo novio, condenado a veinte años de presidio por un caso mal resuelto por los jueces, sale de la cárcel y va a su encuentro.

Este punto de partida, que parece ser una invitación más o menos convencional al drama familiar, va degenerando rápidamente en un objeto cinematográfico orgullosamente no identificado. Las pistas visuales que el director y guionista va esparciendo por toda la historia, para nada son gratuitas. Lo material se mezcla continuamente con lo impalpable: la naturaleza de todo lo que nos rodea y que define el mundo en el que respiramos, muta en puro veneno.

Así, las angustias con las que empieza la protagonista, van adquiriendo más gravedad a cada corte en la sala de montaje. La crisis de identidad es ahora de fe, y la sesión de conciliación conyugal es en realidad un exorcismo mal ejecutado a propósito. Más malas vibraciones. Jaquemet sigue en forma.