Sri Lanka se sumió ayer en una crisis política que inquieta a la comunidad internacional, tras la decisión sorpresiva del presidente, Maithripala Sirisena, de suspender el Parla- mento hasta el 16 de noviembre tras nombrar primer ministro a su predecesor, el autoritario Mahinda Rajapaksa.

El viernes destituyó a su aliado de coalición, el primer ministro Ranil Wickremesinghe, para reemplazarlo por Rajapaksa, que gobernó Sri Lanka con mano de hierro entre 2005 y 2015, y en 2009 puso fin a los combates entre los tigres tamiles y las tropas cingalesas con un baño de sangre entre la minoría tamil.

Wickremesinghe lamentó la decisión, que cree anticonstitucional y reclamó una sesión extraordinaria del Parlamento, constatar que sigue contando con una mayoría, ya que, según dijo, solo la Cámara puede destituirlo.

El presidente del Parlamento, Karu Jayasuriya, debe ahora decidir a quién reconoce como primer ministro. Ayer llamó a la calma y a una solución rápida a esta crisis.

La próxima sesión del Parlamento debía iniciarse el 5 de noviembre para debatir los presupuestos.

Rajapaksa pidió el viernes a Wickremesinghe que se marchara. Desde su balcón, afirmó que el partido de su rival, el UNP, debía «respetar la democracia, respetar al país y respetar la ley».

Esta crisis inquieta la comunidad internacional, que llama a las partes a respetar la Constitución y a abstenerse de utilizar la violencia.

Wickremesinghe, destituido en 2004 por el presidente de entonces, enmendó la Constitución en 2015 para suprimir el poder presidencial de cesar a un primer ministro, lo que no ha impedido la decisión de Sirisena.