Joseba VIVANCO
Athletic

Veremos si es un punto para seguir creciendo

Eduardo Berizzo cambia radicalmente su propuesta futbolística, mete sudor en lugar de «talento», deja por primera vez esta temporada su portería a cero, pero su apuesta roma en ataque solo le da para empatar.

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Decía el maestro de periodistas Dante Panzeri que «lo bien hecho se hace por talento acompañado de sudor. El talento no puede vivir sin el sudor. El sudor no puede vivir sin el talento. Pero el talento puede fabricar sudor y en cambio el sudor no produce talento». Recuerdo el empate del Athletic de Marcelo Bielsa en la quinta jornada frente al Villarreal en San Mamés. ‘‘Un punto para seguir creciendo’’, fue mi titular de la crónica ese día, porque aquel equipo seguía sin ganar, pero transmitía sensaciones positivas. Venció en Anoeta y alzó el vuelo. El Athletic de Eduardo Berizzo suma un solo triunfo, pero los dos últimos encuentros habían dejado tal socavón en la confianza en el equipo que el propio técnico ha tenido que detenerse, mirar a su alrededor y comenzar de cero. Y todo en la jornada diez, antes de que sea demasiado tarde.

Berizzo le ha visto las orejas al lobo. La descorazonadora imagen en Ipurua y Vallecas le ha abierto los ojos. Ha reseteado y ha decidido que lo que el equipo necesita ahora mismo es, primero, no perder, y eso viene por no encajar gol –ayer, primera vez este curso–, y, a partir de esa solidez, encadenar un par de buenos desenlaces, victorias mejor que empates. Empezar a edificar esa nueva coraza con la que dar pasos firmes pasa por dotar el equipo de más sudor en detrimento del talento, entendido este último como esa mayor facilidad para el juego combinativo y de posesión. Es lo que el argentino hizo ayer ante el Valencia. Meter músculo y le fue bien. Empató. Dicho de otra manera, no perdió. Fútbol sin alegrías ni concesiones –25 faltas de los leones, más que en ningún otro partido en las últimas siete ligas, dato de @DatAthle–, pero fútbol también sin la clarividencia arriba como para generar un peligro real al rival.

Eduardo Berizzo no engañó a nadie con la alineación de pico y pala que dispuso sobre el mojado césped de San Mamés. El día anterior avisó de que primaría la intensidad y agresividad por encima del fútbol más combinativo, protagonista, digamos, que ha venido a proponer en Bilbo. Dejó claro que se trataba de que la construcción de la zona ancha del Valencia no pudiera hacer su juego ni conectara con los puntas chés. Y fue fiel a sus palabras. Un once de hormigón armado con Dani García, San José y Mikel Rico en la medular, y Muniain, Williams y Unai López en el banquillo rojiblanco. Cemento del bueno para plantar cara a un contrario mejor técnicamente, en parecida inercia estancada y que, como el Athletic, acabó por demostrar del porqué de esa posición en la tabla y la razón de que ambos pasen por ser los reyes del empate. Porque, realmente, la propuesta de ayer del Athletic no da para mucho más que un empate. Es como aquello de la manta que se estira, que si te tapas por arriba te descuidas los pies, y al revés. El Athletic salió con la orden de no perder, pero eso no le dio para ganar. Y encontrar ese término medio, que el entrenador dé con ese equilibrio en sus onces, parece todavía una misión lejana.

Primera mitad de bostezo

Eduardo Berizzo esta vez planeó un partido y le salió así. Sus jugadores hicieron lo que les pidió. No dejar respirar al rival. Lo hicieron dos inagotables y sacrificados San José y Rico sobre Parejo y Kondogbia, lo hicieron cada uno de los leones, que desde el primer minuto metieron la pierna, no le perdieron la cara a los choques individuales, a los encontronazos, a los duelos. Y con semejante conjura, nulas alegrías al fútbol y a la grada. Un remate de Capa antes del primer minuto de juego fue todo el bagaje ofensivo de un Athletic que tampoco dejó que el Valencia echara cohetes, permitiendo solo una ocasión a Batshuayi, muy inocente ante Herrerín.

Primera mitad espesa, granítica... tediosa, con un Valencia estilista pero incapaz de quitarse de encima la presión. Y un conjunto local rocoso, sin perder el sitio, siguiendo al pie de la letra las indicaciones de su entrenador, aunque romo en la faceta ofensiva, con un Yuri que arrancó explosivo y fue difuminando su presencia atacante, y un Capa que decididamente hablaba diferente idioma que Susaeta cada vez que subían ambos al ataque. De Aduriz, sin noticias. Mandaban las defensas, marcaba territorio el trivote medular local.

Con tablas en el luminoso, la incógnita en el segundo acto era saber quién daría el primer paso adelante para ir a por la victoria, si es que alguno estaba dispuesto a arriesgar. A los diez minutos, sin nada destacable más allá de los primeros silbidos a una falta demasiado pasada sacada por Susaeta, el sol se coló en una de las tribunas, momento en que al Athletic se le iluminaron las ideas y se metió a la afición en el bolsillo con un par de arreones. Un cabezazo en plancha de Rico, otra de Aduriz que no llegó... Y de repente, el Athletic.

Los leones abrieron la veda y el Valencia decidió que abierto el melón, era cuestión de probarlo. Y el primero fue Parejo, que se fue al suelo tras un empujoncito de Yeray justo cuando encaraba a Iago. Un Herrerín que minutos después evitaba el gol a testarazo de Rodrigo y el balón se aliaba con el larguero para evitar dejar a San Mamés más frío de lo que ya estaba.

El marcador caminaba sobre un alambre. Las últimas bazas fueron un disparo de Williams al lateral de la red y otro de Raúl que atajó Neto. Lo cierto es que ninguno fue merecedor de algo más allá que la igualada. Tres puntos en tres partidos es el bagaje de un Athletic al que Berizzo le ha cambiado su cara hasta que entienda que los suyos están listos para ejecutar su plan inicial. Y todo indica que ante Espanyol y Atlético tendremos más madera. De momento, solo da para empatar. Veremos si es un punto para seguir creciendo.

 

«Dimos una imagen de equipo sólido y eso me agradó»

«Sí, he visto el partido que quería, han interpretado el partido que nos esperaba, agresividad, esfuerzo colectivo, presión en medio campo, fortaleza defensiva para mantener la portería a cero, algo que será clave para empezar a soltar fútbol cuando podamos. Hemos mostrado una versión muy sólida contra un rival que a lo mínimo que le dejas te factura», explicó un Eduardo Berizzo que negó estar traicionando su estilo. «Creo que al equipo cuando contruye el juego pecamos de horizontales y cuando somos verticales nuestros ataques son mejores. Hoy, circular la pelota nos pondría en pérdida ante los contraataques del Valencia. Fuimos prácticos, fuimos más directos y reconozco que nuestro ataque es mejor con más vertigo que con elaboración. Pero, ojo, la orden no es jugar mal al fútbol y dedicarnos a luchar». Dijo que el empate «me deja satisfecho, me gusta más ganar y elaborar más fútbol, pero siempre y cuando esta posesión tenga el arco rival. Hoy el equipo interpretó que la presión era un gran arma. Dimos una imagen de equipo sólido y eso me agradó». Sobre la clasificación asumió que «nos pesa, pero antes hay que encontrar solidez en lo que haces y dar pasos seguros. Cuando jugamos intensos, verticales, somos difíciles de parar. Yo confío en la versión de hoy. Hay muchas buenas noticias dentro del partido para mostrarse no confiado, pero seguro de que lo que hicimos hoy está bien».J.V.