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SANA’A

La atención total al «caso Khashoggi» invisibiliza la guerra en Yemen

La muerte del periodista Jamal Khashoggi ha tenido una gran repercusión internacional, pero ninguna consecuencia para las víctimas de la guerra en Yemen, donde Arabia Saudí interviene militarmente desde 2015 al frente de la coalición árabe y que ha quedado invisibilizada.

Al menos 24 civiles murieron el miércoles en bombardeos en la provincia yemení de Hodeida, en el corazón de los combates entre la coalición árabe liderada por Arabia Saudí y los rebeldes hutíes, apoyados por Irán. Entre los lugares alcanzados había una instalación en que había trabajadores empaquetando verduras, según la ONU. Sin embargo, los bombardeos pasaron desapercibidos para la gran mayoría de los líderes del mundo.

Arabia Saudí y sus aliados están en una situación delicada en Yemen, cuyo conflicto apenas atrae atención internacional pese a que 14 millones de personas están al borde de la hambruna.

Solo en setiembre, el país sufrió al menos 154 bombardeos aéreos, según Yemen Data Project. Murieron niños a causa de los ataques, mientras bloqueos y corrupción privan de agua y alimento a ciudades enteras.

Pero ahora, todas las miradas están puestas en Riad, tras la muerte, el pasado día 2, de Jamal Khashoggi, periodista crítico con el poder saudí que escribía para “The Washington Post”.

Sin embargo, según los analistas, el reino mantendría su margen de movimiento en Yemen, donde un civil es abatido cada tres horas, según Oxfam.

«Arabia Saudí estuvo en el punto de mira por el asesinato de Khashoggi, mucho más de lo que lo ha estado nunca en los últimos años de guerra en Yemen», dijo Farea al-Muslimi, investigadora de Chatham House.

La coalición dirigida por Riad controla el espacio aéreo de Yemen e impone un embargo en el puerto de Hodeida, por donde transita la mayor parte de la ayuda humanitaria, para evitar, dice, que los hutíes reciban armas de Irán.

Pero no es probable que algún día se interpele al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman por su rol en esta guerra.

«El asesinato de Jamal muestra un escenario claro: los occidentales no tienen ningún rol inmediato», explicó Al-Muslimi.

Más del 98% de las armas importadas por Arabia Saudí proceden de Europa y EEUU. Alemania anunció la suspensión de su venta de armas a Riad tras la muerte de Khashoggi y Emmanuel Macron, pidió «una posición coordinada» de Europa, pero Donald Trump declaró que no le gusta «la idea de poner fin a una inversión de 110.000 millones de dólares», en alusión al último contrato.

En agosto, una bomba alcanzó un autobús en Yemen, en un ataque imputado a la coalición, y mató a 51 personas, incluyendo 40 niños. Fue fabricada por la empresa estadounidense Lockheed Martin, según la CNN.

El Ejército de EEUU colabora con las fuerzas saudíes en la fijación de objetivos en sus bombardeos y para compartir información de Inteligencia.

Para Kristine Beckerle, especialista en Yemen para HRW, cada yemení víctima de un bombardeo de la coalición «merece nuestra atención tanto como un periodista del “Washington Post”». «Un novio el día de su boda. Aldeanos construyendo pozos. Gente en el mercado... Todos fueron abatidos en bombardeos de la coalición», recordó.

«Ninguno de esos probables crímenes de guerra en Yemen lograron suscitar la misma indignación internacional que provocó el asesinato de Khashoggi», indicó.