Joseba VIVANCO
Athletic

La moneda salió cruz

Berizzo vuelve a plantear un partido para no perder, para maniatar al Espanyol, pero un desajuste defensivo sentencia su nula pegada.

ESPANYOL 1

ATHLETIC 0


Las finales se juegan para ganarlas. Lo dicen aquellos que habitualmente alcanzan finales y más todavía si las han perdido. El Athletic y Eduardo Berizzo se jugaban anoche en Cornellá-El Prat una auténtica final y eso en la jornada decimoprimera no parece de recibo en un club diferente, pero las cosas como son, y no lo dice la prensa ni el aficionado medio, lo visibiliza como un mal jugador de mus el propio entrenador con sus guiños, sus onces, su disposición para enfrentar al rival de turno, ayer un Espanyol enrachado. Ante el Valencia el Athletic salió a no perder. Anoche, otro tanto. Lo dice el técnico con las pistas sobre el verde, con lo que deja entrever con sus decisiones más que con sus palabras disfrazadas. Y para Berizzo, las finales se juegan para no perderlas, que no significa ganarlas.

El plan a corto y medio plazo trazado por el argentino parecía claro, aunque necesitara ser cimentado a base de jugar finales, de caminar sobre el alambre. La consigna era no perder ninguno de estos tres duelos, lo que se le vino al traste ayer con una derrota que entraba y entra dentro de las probabilidades cuando se juega a echar una moneda al aire y te sale cruz. Porque esa fue la apuesta del Athletic, volver a mantener su meta a cero y desde ahí sacar algo positivo. Todo se le vino al traste en un error de marca cuando un serio primer tiempo agonizaba y luego ya fue un habitual querer y no poder al que nos tiene acostumbrado este equipo. Un dato que se antoja demoledor: el Athletic no gana un partido de Liga fuera que empezara perdiendo desde hace 3 años y medio, en Elche; 61 partidos desde entonces.

En una clasificación liguera tan apretada, donde entre el Espanyol, cuarto, y el Athletic, había ocho puntos de diferencia, donde haciendo amigos con los leones zozobran Celta, Real Sociedad, Betis, Valencia, Villarreal, y en la zona noble se codean con los de siempre Alavés, Levante, Girona, Valladolid, no es extraño que Berizzo hiciera sus cálculos particulares y entendiera que en algún momento, la inercia se invertirá, el orden se restaurará y ahí quería que el Athletic se situara en la pole para salir como Lewis Hamilton. Cómo hacerlo, no perdiendo estos tres partidos y sacando lo máximo ante Getafe y Levante, próximos rivales, eliminatoria de Copa de por medio para engrasar al equipo y generar una dinámica positiva. Bien, pues todo ese plan que le podíamos suponer a Berizzo, se le ha venido al traste con una derrota que duele mucho y dolerá todavía más. Una derrota que agrava la situación del conjunto bilbaino en puertas de visitar al Atlético.

Sin pegada para reaccionar

Eduardo Berizzo anunció en la previa «matices» en el once que dispondría ante el Espanyol, y esos «matices» fueron introducir a De Marcos por Capa y a un, sorpresa, Aduriz por Susaeta. El resto, el mismo hormigón en la medular para frenar al rival perico con mucho fútbol en sus botas. Y el Athletic lo consiguió. Planteó un duelo trabado, Rico sobre el joven pelotero Marc Roca y un doble pivote contra Granero y Darder. La sala de máquinas espanyolista no pudo en ningún momento quitarse de encima la presión individual de los rojiblancos. Y eso que los locales salieron ansiosos, con mucho ímpetu, intensos, sumando cuatro faltas en apenas seis minutos, inicio ante el que el equipo de Berizzo se fue reponiendo y pasando a llevar la iniciativa, aun sin generar tampoco peligro real sobre la meta de Diego López.

El Athletic, sin alardes, se limitaba a ejecutar el plan de su técnico, maniatar al rival, entorpecer su juego y tratar de cazar alguna llegada suelta. Ni uno ni otro se sacudían con facilidad al contrario, nadie recibía cómodo, nadie recibía orientado, difícil quitarse de encima el aliento del contrario cuando el Espanyol, que no podía por dentro, generó por fuera, y un balón abierto al lateral Didac al que Williams le perdió la marca, acabó con un precioso centro para que la cabeza del goleador Borja Iglesias pusiera en único gol que a la postre iba a sentenciar a los leones. Ni siquiera la réplica enrabietada del propio Iñaki, disparando al poste tras irse de cuatro rivales, o el remate de Raúl desde la frontal que atajó Diego López, auguró nada bueno para una segunda mitad en la que el Athletic, llevado por las urgencias, se fue arriba, volvió a echar la moneda al aire y hasta pudo salir trasquilado.

Adelantaron líneas los leones y se fueron arriba, en busca de un empate rehabilitador que, a decir verdad, nunca tuvieron al alcance de la mano. Apenas un remate flojo de Aduriz a las manos del arquero local, mientras los pericos dispusieron de dos o tres claras no, lo siguiente, para ampliar el marcador y ahondar más en la llaga de los bilbainos. Ni las salidas de Muniain y Susaeta tuvieron apenas incidencia en un ataque rojiblanco que entra en un bucle del que no tiene visos de salida. Ni siquiera en un segundo periodo anárquico de ida y vuelta se vio capaz de sacar rédito a alguna llegada por banda o un centro al área.

Enésimo fiasco de los leones, diez partidos consecutivos sin ganar, lo nunca visto en los 120 años de historia de la entidad, y muchas más preguntas que respuestas. Ayer, Eduardo Berizzo quiso destacar la entrega de sus hombres por revertir la situación por encima de las preocupaciones que ya, decididamente, no son ya solo suyas. Como diría José Luis Mendilibar, «parece una chorrada, pero tener objetivos ayuda a estar más enchufado». El Athletic tiene objetivos, está enchufado, pero tiene también un problemón, que no se atisba cómo salir de esta moneda al aire en la que gira.